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MARVL, propulsión iónica nuclear para naves interplanetarias

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La propulsión iónica nuclear emplea un reactor nuclear para generar electricidad que ioniza gases (los carga positivamente), acelerándolos y proporcionando así empuje a una nave espacial.

 

El empuje de la propulsión iónica es de intensidad modesta; no serviría para el trayecto desde la superficie de la Tierra al espacio. Pero, a cambio, su ventaja reside en que puede estar en marcha durante un tiempo larguísimo, con una cantidad de combustible ínfima en comparación con la que necesita la propulsión química. La propulsión iónica es ideal para impulsar a una nave una vez que ya está en el espacio. La va acelerando poco a poco hasta hacerle alcanzar velocidades que resultarían inviables mediante la propulsión química. La propulsión iónica es idónea para los viajes interplanetarios.

 

En cuanto al uso de reactores nucleares en el espacio, ya existe experiencia al respecto, sobre todo a partir de la histórica serie TOPAZ de minirreactores nucleares rusos para naves espaciales, algunos de los cuales operaron fuera de la Tierra.

 

Para los futuros viajes tripulados a Marte, la NASA lleva años considerando el uso de propulsión iónica nuclear. Y ahora está tomando forma, en dicha agencia espacial estadounidense, un nuevo diseño para un componente clave de una nave espacial tripulada de tales características, el cual podría hacerla factible con el nivel tecnológico actual.

 

El proyecto MARVL (Modular Assembled Radiators for Nuclear Electric Propulsion Vehicles) pretende tomar un componente crítico de la propulsión iónica nuclear, su sistema de disipación de calor, y dividirlo en piezas más pequeñas que puedan ensamblarse de forma robótica y autónoma en el espacio.

 

Al hacer eso, se elimina la necesidad de tener que hacer que dicho sistema quepa dentro del cohete, tal como argumenta Amanda Stark, ingeniera de la NASA e investigadora principal de MARVL. A su vez, eso da más libertad al diseño y permite optimizarlo al máximo.

 

Completamente desplegado, un conjunto de radiadores disipadores de calor razonablemente bueno deberá tener un tamaño similar al de un campo de fútbol. Puede imaginarse el reto que supondría para los ingenieros conseguir plegar un sistema tan enorme dentro del estrecho espacio en la punta de un cohete.

 

Recreación artística de una nave interplanetaria impulsada por propulsión iónica nuclear. Los grandes paneles de la zona central son los disipadores de calor. (Ilustración: NASA)

 

La tecnología MARVL abre muchas posibilidades que antes no existían. En vez de tener que meter todo el sistema en un solo cohete, hay flexibilidad suficiente como para enviar separadamente las piezas del sistema al espacio de la forma que más convenga, y luego ensamblarlo todo fuera del planeta.

 

Una vez transportados todos los módulos al espacio, unos robots conectarían los paneles radiadores del sistema de disipación de calor. (Fuente: NCYT de Amazings)

 

 

Fuente de TenemosNoticias.com: noticiasdelaciencia.com

Publicado el: 2025-01-13 05:45:00
En la sección: Ciencia Amazings® / NCYT®

Publicado en Ciencia

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