No hay duda de que el Sol es una estrella temperamental, como demuestran por sí solas las tormentas solares inusualmente fuertes de 2024. Algunas de ellas provocaron auroras notables incluso en latitudes bajas. Pero, ¿puede nuestra estrella ejercer una violencia aún mayor? Se pueden encontrar pruebas de los “ataques de furia” más intensos en troncos de árboles prehistóricos y en muestras de hielo glacial milenario. Sin embargo, a partir de estas fuentes indirectas no se puede determinar la frecuencia de las supererupciones. Y solo desde el comienzo de la era espacial se dispone de mediciones directas de la cantidad de radiación que llega a la Tierra procedente del Sol.
Otra forma de conocer el comportamiento a largo plazo de nuestro Sol es recurrir a las estrellas. Los telescopios espaciales modernos observan miles y miles de estrellas y registran sus fluctuaciones de brillo en luz visible. Las supererupciones, que liberan cantidades de energía colosales en un breve periodo de tiempo, aparecen en los datos de observación como picos de brillo cortos y pronunciados. No contamos con miles de años de observaciones sofisticadas del Sol, pero sí disponemos de observaciones del comportamiento de miles de estrellas muy similares al Sol durante cortos periodos de tiempo. Esto puede ayudar a estimar la frecuencia con la que se producen las supererupciones.
Y esto es lo que ha hecho recientemente un equipo internacional integrado, entre otros, por Sami Solanki y Valeriy Vasilyev, ambos del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar (MPS), en Alemania.
En su estudio, este equipo analizó los datos de 56.450 estrellas similares al Sol observadas por el telescopio espacial Kepler de la NASA entre 2009 y 2013. En su conjunto, los datos aportados por el Kepler equivalen a los de observar el Sol durante 220.000 años.
Todas las estrellas observadas que fueron seleccionadas para el estudio tienen un brillo y una temperatura en su superficie similares a los del Sol.
Recreación artística de una estrella como el Sol sufriendo una supererupción solar, tal como podría verse en luz visible. (Imagen: MPS / Alexey Chizhik. CC BY-NC-SA)
Los investigadores identificaron 2889 supererupciones en 2527 de las 56450 estrellas observadas.
Esto significa que, por término medio, una estrella de tipo solar produce una supererupción aproximadamente una vez por siglo.
“Nos ha sorprendido mucho que las estrellas de tipo solar sean propensas a producir supererupciones con tanta frecuencia”, confiesa Vasilyev. Estudios anteriores realizados por otros grupos de investigación habían hallado intervalos medios de mil o incluso diez mil años. Sin embargo, los estudios anteriores no pudieron determinar la fuente exacta de la supererupción observada y, por tanto, tuvieron que limitarse a estrellas que no tuvieran vecinas demasiado cercanas en las imágenes captadas con telescopios. En cambio, el estudio actual es el más preciso y sensible hasta la fecha.
También se han venido sugiriendo intervalos de tiempo medios más largos que los de la nueva investigación en estudios basados en huellas dejadas en la Tierra por tormentas solares asociadas a supererupciones solares.
Cuando un flujo especialmente elevado de partículas energéticas procedentes del Sol alcanza la atmósfera terrestre, produce una cantidad detectable de átomos radiactivos, como el carbono-14, un isótopo radiactivo del carbono. Estos átomos quedan depositados en archivos naturales como los anillos de crecimiento anual de los árboles y el hielo de los glaciares.
Incluso miles de años después, una repentina llegada de muchas partículas solares de alta energía puede deducirse midiendo la cantidad de carbono-14 con técnicas modernas.
De este modo, los autores de esos estudios previos pudieron identificar cinco eventos extremos de partículas solares y tres candidatos dentro de los últimos doce mil años del Holoceno, lo que lleva a una tasa media de generación de una supererupción que es aproximadamente de una vez cada 1500 años. Se cree que la llegada más violenta de partículas solares ocurrió en el año 775 de nuestra era.
Sin embargo, es muy posible que en los últimos miles de años se hayan producido en el Sol más eventos ultraviolentos de expulsión de partículas y también más supererupciones. No está claro si las supererupciones solares siempre van acompañadas de eyecciones de masa coronal (expulsión de partículas). Por tanto, si solo tenemos en cuenta las huellas terrestres de fenómenos solares extremos pasados, es probable que subestimemos la frecuencia de las supererupciones.
El nuevo estudio no revela cuándo se desencadenará en el Sol su próxima supererupción, pero indica claramente que, ante esa frecuencia mucho mayor que la creída hasta ahora, deberíamos prepararnos. Durante el evento Carrington de 1859, una de las tormentas solares más violentas de los últimos 200 años, la red telegráfica se colapsó en amplias zonas del norte de Europa y Norteamérica. Según las estimaciones, la erupción solar asociada liberó solo una centésima parte de la energía de una supererupción. Hoy, además de las infraestructuras de comunicaciones y eléctricas en la superficie terrestre, estarían en peligro los satélites.
Es vital, por tanto, vigilar el Sol lo más minuciosamente posible para detectar a tiempo los indicios de que está gestándose una supererupción solar.
El estudio se titula “Sun-like stars produce superflares roughly one per century”. Y se ha publicado en la revista académica Science. (Fuente: NCYT de Amazings)
Fuente de TenemosNoticias.com: noticiasdelaciencia.com
Publicado el: 2025-01-03 05:45:00
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