Origen del Día de Muertos: La Profunda Relación de México con la Muerte

Día de Muertos: Celebración, Misticismo y Orgullo Mexicano

«El culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte. Ambas son inseparables. Una civilización que niega a la muerte acaba por negar a la vida», decía Octavio Paz. Esta frase encapsula cómo los mexicanos ven a la muerte, una visión que celebran cada año en el Día de Muertos con orgullo y color.

A diferencia de muchas partes del mundo, donde esta fecha está teñida de tristeza, en México se vive como una fiesta vibrante de luces, aromas y música. Las familias montan altares llenos de ofrendas, papel picado y fotos de seres queridos que ya no están, esperando su regreso para compartir juntos una vez más.

Gabriela Luna, una joven artista en Ciudad de México, heredó esta tradición de su abuela. «Ella ponía un altar gigante», comenta. «Para mí, es una forma de sentir cerca a los que ya no están y no perder una costumbre que nos da identidad como mexicanos, y que pone a la familia en el centro de esta celebración».

Un Origen Milenario y Místico

Para entender el Día de Muertos, hay que remontarse a los tiempos de los pueblos originarios de Mesoamérica. Estos rituales buscaban guiar a las almas al Mictlán, el inframundo mexica, y recordaban a los muertos con altares y símbolos como cráneos. En la cosmovisión indígena, la muerte era solo una parte del ciclo, un renacer.

Con la llegada de los españoles, esta tradición ancestral se fusionó con las festividades católicas de Todos los Santos y los Fieles Difuntos. Aunque los rituales fueron adaptados, la esencia y el misticismo originales permanecieron, convirtiendo el Día de Muertos en un símbolo de la identidad mexicana.

Más que Una Fiesta: Un Símbolo de Identidad

En México, la muerte se vive desde el humor y el afecto, pero también con solemnidad y respeto. Como dice el antropólogo Claudio Lomnitz, la celebración no significa una burla a la muerte, sino una forma de mantener vivo el recuerdo y el vínculo con los seres queridos que partieron. Así lo describe Georgina Larruz, quien desde Moscú sigue poniendo su