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Maradona vive en las paredes | elperiodico.com

Maradona vive en las paredes

La ciudad de Buenos Aires habla, gruñe, festeja y despotrica a través de sus paredes. Años atrás, la alcaldía de la capital argentina había detectado 151.677 frentes con grafitis y sintieron la compulsión de borrar esas huellas a diario. Se redoblaron los esfuerzos por dejar inmaculadas esas superficies. Una de las leyendas que irrumpió en distintos barrios traía un mensaje incógnito: «No me baño«. Como si la propia Buenos Aires reivindicara cierta suciedad al expresarse. El mensaje enervó a las autoridades, que se dieron a la búsqueda siempre infructuosa de sus autores. Solo una imagen, con sus mensajes alusivos, sale indemne de cualquier intento de supresión o vandalismo: la de Diego Maradona. A casi tres años de su muerte prolifera su figura en distintos barrios. Dios no solo observa la vida desde el cielo sino también, desde los muros.

Una suerte de muralismo maradoniano le ha dado a la ciudad una nueva lengua. En este caso, las autoridades son tolerantes e, incluso, lo promueven. «Maradona fue el símbolo cultural más importante de la historia argentina del último medio siglo. Para el mundo popular, él era el genio», dice a EL PERIÓDICO el sociólogo Pablo Alabarces, profundo conocedor de esas expresiones e idolatrías. El autor de ‘Fútbol y patria’ le añade a su vez un elemento que define esa sentimentalidad: el carácter plebeyo del excapitán de la selección campeona del mundo 1986.

«A pesar de que la figura de Diego genera controversia y antagonismos, es muy respetada. Sus murales permanecen en el tiempo. Algo muy poco frecuente porque la mayoría de las intervenciones urbanas, a la corta o la larga, terminan deterioradas», le dijo al diario ‘La Nación’ Nora Basilio, autora de algunas de esas representaciones.

La capital argentina tiene 203 kilómetros cuadrados marcados por una asimetría social y urbana. Una avenida, Rivadavia, la corta en dos. De un lado, en dirección al río de La Plata, se levantan los barrios más acomodados. En sentido inverso se detecta una mayor precariedad. Pero una y otra mitad pueden conectarse por un emblema y un código común, el rostro de Maradona. La ciudad hizo propia esa adoración iconográfica que no tiene curiosamente un origen argentino: comenzó en Nápoles, la segunda tierra de Diego, y se expandió con el impulso devocional que generaba el mito, por India, Líbano, Kenia, Francia, Rumanía, Bosnia y Herzegovina, Inglaterra, Armenia, Serbia, España, Irán, Bangladés.

Nicolás Reyes y Máximo Randrup retrataron esa relación afectiva global en Los murales de Dios, un libro con 300 de las imágenes callejeras más distintivas en el mundo. «En vez de ser como el resto de los mortales, Maradona sigue viviendo entre todos nosotros. Nos sucede de ir por una calle y cruzarse con un paredón de Maradona. Siempre algo te genera«, ha explicado Randrup. Cada vez que descubren una nueva «aparición» la suben a la cuenta de Instagram @maradonamurales.

Todos los ‘Maradonas’ posibles

Una biografía con tantos pliegues contradictorios no podría nunca condensarse en una sola imagen oficial. Hay, por lo tanto, tantos Maradonas estampados en las paredes como las vidas que tuvo: se lo puede ver en estado de esplendor, gritar gol con la boca bien abierta, pero también triste o cuando había perdido su peso natural; es posible encontrarlo también con la barba rala, abrazado a sus hijas o sus padres. Diego puede fumar un habano o ser otra vez niño prodigio, mostrar sobre su espalda alas de ángel, vestir la casaca de Argentinos Juniors o Boca Juniors, sonreír con un balón en la cabeza, llevar una aureola y un cetro o legarle su reinado a Leo Messi al entregarle la pelota.

Quizá una de las representaciones más extraordinarias, por su mezcla de religiosidad profana y su conexión con las más grandes expresiones pictóricas, es la que homenajea ‘La creación de Adán’, pintada por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Allí donde el gran artista del renacimiento había escenificado el momento en que Dios, con el toque de uno de sus dedos, origina al primer hombre, se ha ubicado a Maradona y exjugador del Barcelona. La escena ocupa todo el cielo raso de la cancha de fútbol cinco de Sportivo Pereyra, en otro barrio popular del sur, Barracas.

Solo en el barrio de Mataderos, ubicado en la zona oeste de la ciudad, históricamente el lugar que se había consagrado a la faena vacuna, se han contabilizado 35 murales. Parte de ellos han sido financiados por los habitantes de esa barriada popular. No faltan en algunos casos las ofrendas y velas, como si se tratara de un santo popular.

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Así como Diego siempre ha invitado a la desmesura, también tiene lo que se considera el mural maradoniano más grande del mundo: 45 metros de una de las estampas de mayor impacto en la memoria: la final perdida en el Mundial 1990 frente a Alemania, aquella que el heroico capitán disputó con el tobillo destruido. El artista plástico Martín Ron la materializó sobre un edificio de 13 pisos, en la avenida San Juan, en el barrio Virreyes, y con el auspicio de la petrolera YPF. Cuando lo convocaron, Ron se dijo para sí: «tiene que ser algo monumental, en una pared grande, en donde haya mucho tránsito porque Maradona es de la gente«.

El pasado martes 30, Diego habría cumplido 63 años. Se lo festejó evocando sus momentos luminosos.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com

Publicado el: 2023-11-04 02:00:26
En la sección: El Periódico – internacional

Publicado en Internacionales