Una extraña sensación se está apoderando de los mercados. El BCE y la Fed preparan un sprint final de los recortes antes de entrar en la niebla de los aranceles, en particular en el caso de la institución europea. En ese sentido, los principales analistas están coincidiendo en una idea: la realidad es que una inflación que parece algo más controlada por ahora y una preocupación económica mucho mayor por los aranceles y otras medidas de Trump, están imponiéndose en el radar de los bancos centrales y favoreciendo una ‘traca final’ de flexibilización.
El último en sumarse a estas previsiones ha sido Goldman Sachs. La firma norteamericana ha publicado un reciente informe en el que ha apostado porque antes de que empiece el verano habrá un recorte extra de 25 puntos básicos en la eurozona, que deja una hoja de ruta por delante para el BCE con 3 recortes de tipos proyectados antes de que empiece 2026. Esto se ha debido a los datos de inflación más favorables en España, Francia y posteriormente, Alemania. Estos menores temores en los precios en las principales economías del Viejo Continente se suman con una perspectiva algo más sombría para la economía que será más «moderada» dado el golpe que supondrán los aranceles de Trump.
Los últimos datos del IPC de la zona euro han dado más combustible a la teoría de que los precios están prácticamente en una zona controlada justo en los albores de una nueva ola arancelaria. El índice de precios al consumo (IPC) bajó el mes pasado una décima hasta el 2,2% interanual, tal y como se esperaba. El IPC subyacente, que excluye en este caso la energía, los alimentos, el alcohol y el tabaco, desaceleró dos décimas hasta el 2,4% (se esperaba un 2,5%).
Un veredicto casi idéntico ha ofrecido Goldman Sachs para la Reserva Federal, aunque, en este caso, con un impacto en la economía más marcado. La firma, que ha sido históricamente muy optimista con la fortaleza económica de EEUU, ahora ha incrementado las probabilidades de recesión al 35% desde el 20% anterior y reducido sus previsiones para el PIB al 1,5% desde el 2% previo. En ese sentido anticipa que, siguiendo la misma lógica, cabe esperar tres recortes de la Reserva Federal. En el caso de EEUU el golpe en la economía viene de la incertidumbre y las agresivas medidas de Trump (aranceles, despidos públicos, inmigración… etc) y cómo están ensombreciendo las perspectivas para el consumo, el gran motor que sostenía la fortaleza de la primera economía mundial todo este tiempo.
El aumento en las perspectivas de ver recortes de tipos de interés, tanto en la zona euro, como en Estados Unidos, encaja con la visión que manejan los inversores en este momento. No sólo es Goldman Sachs: en los últimos días los mercados han recalibrado la hoja de ruta que esperan para los bancos centrales, y han añadido una bajada de tipos más para la Reserva Federal este año, y también para el BCE, aunque en este último caso, el tercer recorte se ha vuelto a borrar en las últimas horas, y los inversores se debaten entre 2 o 3 bajadas más de tipos en 2025. Lo que está claro es que este giro deja la perspectiva de que los bancos centrales tendrán que ser más agresivos de lo que se estaba descontando en el proceso de bajadas del precio del dinero.
Detrás de este giro en las perspectivas de los mercados, y de algunos analistas, se encuentra el impacto negativo de las políticas arancelarias de Trump. El informe de Goldman incluye una estimación de los aranceles que va a imponer el presidente estadounidense a sus socios comerciales, y ahora el banco americano lo incrementa hasta 15 puntos porcentuales en 2025, algo que les ha forzado a revisar sus perspectivas de tipos de interés en esta ocasión. «Los riesgos a la baja de la economía por los aranceles han aumentado la probabilidad de que haya un paquete de recortes de tipos de estilo ‘asegurador’, como en 2019», indica el banco.
Hay otro argumento que muchos economistas destacan, y es que el BCE tendría que controlar la enorme ola de gasto europeo en defensa (800.000 millones de euros propuestos por la Comisión Europea) y la nueva era de déficit alemán. Desde Berlín han quitado el límite constitucional al freno de deuda para crear un mega fondo de 800.000 millones a 12 años en infraestructura y para financiar todo el gasto en defensa por encima del 1% del PIB, además de cubrir buena parte del déficit de los Landers (sus autonomías). Esto, pese a que tiene un impacto notable, es algo que se descarta en el corto plazo como un factor que cambie el escenario del BCE.
Cyrus de la Rubia, economista jefe de Hamburg Commercial Bank, comentaba que «existe cierta esperanza de que el gasto fiscal en Alemania no sólo aumente significativamente, sino que también se extienda a otros países, impulsando también sus tasas de crecimiento. Esta especulación no es infundada, pero lo más probable es que se note sólo a partir de 2026».
La gran pregunta: dos o tres recortes
Rubén Segura-Cayuela, economista jefe de Bank of America para Europa,hablaba abiertamente que los aranceles que arrancarán el día 2 de abril pondrán en riesgo 0,25 puntos del PIB de la eurozona. Eso en caso que no hubiera represalias. En consecuencia y ante un contexto económico más débil, esperan un recorte del BCE en abril seguido de otro en septiembre, pero dejan fuera de la mesa un escenario de 3 recortes de tipos antes de 2026.
Sin embargo, otros analistas avisan del daño que pueden generar los aranceles en la economía, y destacan que esto puede terminar convenciendo al BCE para recortar los tipos de interés de una forma más agresiva. Desde ING manifiestan que esperan que los aranceles que se activan el miércoles supondrán un lastre solo en el corto plazo del 0,33% del PIB de la eurozona. Esto, aunque no parezca un gran cambio a priori, «supone un duro golpe para las economías más expuestas (como Alemania) que están desesperadas por revertir una situación de estancamiento económico. En ese sentido, ven una mayor presión para impulsar la economía con la inflación ya más atada. Además, ese golpe al PIB es solo en el corto plazo, los efectos indirectos son claros. «La pérdida de confianza y las consecuencias negativas para los mercados financieros, pueden exacerbar aún más el impacto negativo».
La misma Christine Lagarde sorprendió hace no tanto a propios y extraños con un dato muy concreto de sus expectativas sobre el impacto de los aranceles. Según la misma un gravamen del 25% de EEUU reduciría en 0,5 puntos porcentuales la economía de Europa y encendería la inflación en esa misma cifra. En ese sentido, con una inflación en retroceso y una economía estancada, muchos creen que se está poniendo en exceso el foco en los precios y no tanto en el estancamiento europeo. En ese sentido, el BCE tiene argumentos para seguir con los recortes dado ese escenario.
Cabe recordar que EEUU es el socio clave a nivel exterior de la UE con cerca de 504.000 millones de euros de comercio y representando el 20% de todas las ventas al exterior de la UE. La fuerte exposición de Alemania, la locomotora de Europa, para la que EEUU supone un 31% de sus ventas al extranjero, la hace especialmente sensible a cualquier cambio en los aranceles. Coinciden desde Nomura, donde hablan de un impacto de 0,3 puntos al PIB de la Eurozona. Pero ¿y si los aranceles incendian la inflación? El banco nipón cree que esto es un escenario más probable para EEUU, donde sí puede ocurrir mientras que en Europa, «solo sería muy levemente superior y, dadas las perspectivas de crecimiento precarias del viejo continente, puede pesar más la debilidad económica, provocando que el BCE se distancie de la Fed con más recortes».
Desde Danske Bank también apuntan en este sentido y creen que en el crédito hay una gran pista de los próximos pasos del BCE. Los niveles actuales estarían dando cancha a un poco más de recortes ahora. «Con un nivel del 1,17% del PIB, el impulso de crédito se mantiene bastante bajo en una perspectiva histórica, considerando los recortes de 150 puntos básicos que el BCE ha aplicado hasta la fecha. Por lo tanto, consideramos esto como un indicio de que la política monetaria sigue siendo restrictiva, considerando que el impulso se ha mantenido estable durante el último año».
Y si la política monetaria es restrictiva, eso quiere decir que los tipos tienen que seguir bajando hasta que deje de serlo. Si el BCE quiere que esto ocurra, porque considere necesario volver a dar un impulso a la inflación, o al crecimiento económico, tendrá que bajar los tipos por debajo del 2%, el nivel en el que se encuentra el tipo de interés neutral en la zona euro, según las propias previsiones del banco central. Esto encaja con la estrategia de 3 recortes de tipos en los próximos meses que está proyectando Goldman Sachs, y que ahora están comprando los mercados.
El banco nórdico explicaba que hasta ahora ha dominado el sentimiento de que los aranceles puedan prender la inflación pero «apenas se han tenido en cuenta el efecto moderador que tienen sobre el crecimiento». En ese sentido, si bien «queda claro que hay un cambio gradual en el balance de riesgos del BCE (hasta un tono hawkish), la realidad es que esto deja un leve margen para tocar tipos para luego mantenerlos en un entorno de alta incertidumbre. Esto mismo lleva a Michele Morganti, estratega sénior de renta variable de Generali AM, esperar solos dos recortes de tipos más por parte del BCE.
No más recortes por debajo del 1,75%
Los expertos de ING comentan que es poco probable que las cifras de inflación provoquen una ruptura por debajo del rango de la zona de aterrizaje del BCE del 1,75-2 % «Ante el deterioro del sentimiento de riesgo durante la última semana, los mercados han estado interesados ??en descontar un nuevo punto de aterrizaje del Banco Central Europeo en el 1,75%, tras mantenerse cerca del 2% durante la mayor parte de este mes». Sin embargo, «romper de forma sostenible por debajo del 1,75% parece más difícil y aún no se ha logrado este año. El BCE también ha rechazado una mayor flexibilización monetaria, dejando claro que no pretende recortar en territorio expansivo».
Además, con el aumento del gasto de la UE en preparación, «no creemos que una inflación inferior a la esperada sea suficiente para superar el rango del 1,75-2% establecido por el BCE». El consenso prevé un IPC subyacente interanual del 2,5% y muchos economistas consideran posible un 2,4%. Sin embargo, tras las cifras de inflación, los mercados ya deberían estar preparados para una lectura más baja. El potencial alcista para el extremo corto de la curva de una lectura superior a la esperada también es limitado, ya que la inminente imposición de aranceles seguirá lastrando la confianza. A escasas horas de que empiece esta nueva era arancelaria, ya solo queda por ver si, tal y como esperan estos analistas, la ansiedad por el estancamiento se impone al peligro inflacionario.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.eleconomista.es
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