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así fue el final de la Segunda Guerra Mundial

así fue el final de la Segunda Guerra Mundial

Aunque la campaña más decisiva de la II Guerra Mundial tuvo lugar en el Este, donde los soviéticos sufrieron la pérdida de veinte millones de compatriotas, los aliados occidentales también contribuyeron a la derrota del Tercer Reich.

En 1943, los bombarderos estadounidenses y británicos lanzaron 200.000 toneladas de bombas sobre Alemania, mientras que los alemanes sólo pudieron lanzar 2.000 toneladas sobre Gran Bretaña. El ataque más duro se produjo en febrero de 1943 en Dresde.

El atentado fallido de Von Stauffenberg (aquí, en 1934; foto coloreada) contra Hitler formaba parte de la Operación Valquiria.Getty Images

Cerca de 800 aparatos aliados bombardearon la ciudad alemana durante dos días, causando la muerte a unos 35.000 civiles. El 6 de junio de 1944, el Día D, los angloestadounidenses iniciaron el Desembarco de Normandía, lo que supuso la apertura del segundo frente en Europa occidental que Stalin había pedido insistentemente a los aliados, para que los alemanes se vieran obligados a luchar a la vez en dos frentes bélicos muy activos.

En torno a 150.000 soldados desembarcaron en las playas de Juno, Gold, Sword, Omaha y Utah (nombres en clave). Una vez consolidadas sus posiciones, las tropas angloamericanas avanzaron hacia el interior de Francia.

Alemania resiste, Japón se inmola

El 20 de julio de 1944, Hitler sufrió un atentado que apenas le provocó ligeras lesiones. Lo organizó el coronel Claus von Stauffenberg para eliminar al dictador nazi y dar un golpe de Estado que facilitara la firma de un armisticio con los aliados.

Él mismo colocó la bomba en una sala de mapas dentro de la Guarida del Lobo, el cuartel general de Hitler. Al mediodía, la bomba estalló destruyendo la sala de mando, matando a cuatro oficiales e hiriendo gravemente a otros cinco.

Stauffenberg abandonó el cuartel y se dirigió a Berlín, donde le informaron de que el Führer sólo había sufrido leves heridas. Inmediatamente comenzaron las investigaciones para esclarecer quién estaba detrás del atentado.

Himmler ordenó a la Gestapo que arrestase a todo aquel que tuviera relación con los conspiradores. Se calcula que hubo en total unos 5.000 arrestos y unas 200 ejecuciones.

Poco después llegó la orden de Hitler de eliminar a Stauffenberg y a otros militares que habían urdido el golpe de Estado. El Alto Mando estadounidense y el británico pensaban que Alemania ya no podía resistir mucho más, pero se equivocaron.

En diciembre de 1944, Hitler lanzó un contraataque final en las Ardenas, que fracasó. Arriba, soldados alemanes capturados en enero de 1945ASC

A mediados de diciembre de 1944, el dictador nazi ordenó un contraataque en las Ardenas, cuyo objetivo era dividir a las fuerzas aliadas, romper su coordinación y recuperar Amberes, un puerto que era vital para el avituallamiento de las tropas que habían invadido Francia.

Los estadounidenses tardaron en rechazar la ofensiva alemana, que finalmente concluyó el 25 de enero de 1945. El Tercer Reich se había quedado sin cartuchos. Ya nada iba a frenar el avance de los aliados en el Frente Occidental. Berlín se enfrentaba al inexorable avance de los soviéticos por el este y de los angloamericanos y franceses por el oeste.

A miles de kilómetros de la capital alemana, en el frente del Pacífico, los estadounidenses invadieron Saipán en junio de 1944. En esta isla, gran parte de los civiles y soldados japoneses que quedaron cercados optaron por suicidarse.

Se calcula que cerca de 25.000 civiles se quitaron la vida para no caer prisioneros. Tras la toma de Saipán, la maquinaria aeronaval estadounidense se dirigió a Iwo Jima, una pequeña isla volcánica cuyo único valor residía en las pistas de aterrizaje y en ser el último muro defensivo de los japoneses, ya que estaba situada a mil kilómetros de Tokio.

El 19 de febrero de 1945, los marines desembarcaron en la isla. Durante la batalla murieron 30.000 estadounidenses y 260.000 japoneses entre militares y civiles. Iwo Jima quedó totalmente devastada.

Kamikazes en todos los frentes

Dada la superioridad naval de Estados Unidos, el 19 de octubre de 1944 el vicealmirante Takijirō Onishi organizó el primer grupo de kamikazes, que fue denominado Shinpu.

Su objetivo era que los pilotos se lanzaran con sus aparatos, con bombas de 250 kilogramos, sobre los buques de guerra enemigos, lo que frenaría el avance de la flota estadounidense. 

La primera misión suicida se llevó a cabo el 25 de octubre de ese año y su resultado fue letal para la flota estadounidense, que perdió un portaaviones y un crucero ligero (un segundo portaaviones también fue dañado).

Durante la batalla de Iwo Jima, varias oleadas de kamikazes atacaron a los navíos enemigos. En Europa se estaba produciendo el drama de los refugiados alemanes que huían de Polonia y otras regiones del este ante el empuje de las divisiones soviéticas.

En torno a un millón de civiles y soldados alemanes murieron durante el imparable avance del Ejército Rojo, cuyas tropas estaban a punto de cruzar la frontera con Alemania. Stalin presionó a sus generales para que aceleraran la toma de Berlín y asestaran la puntilla a Hitler.

La Conferencia de Yalta se celebró en el Palacio de Livadia, en Yalta (Crimea), del 4 al 11 de febrero de 1945. En ella los líderes de las potencias aliadas –de izquierda a derecha, Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt y Iósif Stalin– acordaron el reparto del control de Alemania tras la guerra.ASC

El fracaso en Moscú, Stalingrado y Leningrado, así como la derrota de la Wehrmacht en la batalla de Kursk, echaron por la borda el plan nazi de colonización de los territorios del este. Aquel desastre militar también anunció al mundo la inminente caída del Tercer Reich.

G.ring comparó el sacrificio de la Wehrmacht durante el largo invierno ruso con el de Leónidas y los trescientos troyanos en el paso de las Termópilas. En el momento en que el poderío militar alemán se vino abajo, las SS y la Luftwaffe colaboraron en la Creación del Escuadrón Leónidas-Staffel de pilotos de caza voluntarios para misiones suicidas.

Lo dirigieron Otto Skorzeny (que intervino en el rescate de Mussolini en el verano de 1943), la piloto de pruebas Hanna Reitsch y el oficial de la Luftwaffe Heinrich Lange. Pero poco pudieron hacer esos kamikazes alemanes ante el arrollador avance del Ejército Rojo. El invencible ejército alemán enfrentaba a una derrota sin paliativos que dejaba el país en ruinas.

El 16 de abril de 1945, los generales Zh.kov y Konev ordenaron a sus tropas que cruzaran el río Oder. El Alto Mando soviético había reunido a 2,5 millones de soldados, 6.250 vehículos blindados y 7.500 aviones. Tres días después, los rusos tomaron las colinas entre Seelow y Wriezen, situadas a 60 kilómetros de Berlín.

Los combates causaron unas 70.000 bajas en el bando asaltante frente y unas 2.000 en el bando alemán. Días antes, las tropas estadounidenses habían alcanzado el río Elba, pero se detuvieron allí.

La caída de Berlín

El comandante en jefe americano, el general Eisenhower, acató de esa manera el acuerdo al que habían llegado previamente los líderes de las potencias aliadas en la Conferencia de Yalta para repartirse el control de Alemania una vez concluyera la guerra.

Entre otras medidas, los firmantes de Yalta acordaron que Berlín iba a quedar bajo el control de las tropas rusas, razón por la que los americanos frenaron su avance a la espera de acontecimientos.

Mientras las tropas rusas se encontraban a las puertas de la capital alemana, más de 300.000 soldados de la Wehrmacht fueron hechos prisioneros en el norte, donde la guerra prácticamente había finalizado.

El 20 de abril de 1945, la artillería soviética comenzó a bombardear el centro de Berlín. Con los carros de combate soviéticos disparando en las calles ruinosas de la capital alemana, Hitler comprendió que había llegado el último capítulo de su vida. No quería terminar como Mussolini, cuyo ensangrentado cuerpo había sido colgado por los partisanos italianos para mostrarlo a las masas.

Ordenó a sus subalternos que, una vez se hubiera pegado un tiro, quemaran su cuerpo con gasolina. Las tropas del mariscal Zh.kov encontraron los cuerpos semicalcinados de Hitler y de su mujer, Eva Braun, en los jardines de la Cancillería.

El plan nazi de colonizar los territorios de Europa oriental se vino abajo con sus derrotas en Moscú, Stalingrado, Leningrado y en la batalla de Kursk (aquí, soldados soviéticos junto a
un tanque capturado a los alemanes en perfecto estado)
AGE

Tras la caída final del Tercer Reich, la Conferencia de Potsdam de 1945 dividió Berlín en cuatro zonas, ocupadas respectivamente por tropas soviéticas, estadounidenses, francesas y británicas.

El británico Churchill (y posteriormente Clement Attlee), el americano Harry Truman y el soviético Stalin ratificaron los acuerdos de Yalta, cuya finalidad era desmantelar el Partido Nazi, repartirse zonas de influencia en Europa y desmilitarizar Alemania.

La guerra en Europa finalizó el 8 de mayo de 1945. Veinticuatro horas después, el mariscal alemán Wilhelm Keitel firmó la rendición ante los soviéticos.

Proyecto Manhattan

Pero la II Guerra Mundial no había acabado todavía: Japón seguía desafiando al gigante americano en el Pacífico. Al igual que ocurrió en Europa, el dominio del aire fue crucial para los aliados. Los bombardeos masivos en Japón comenzaron a finales de 1944.

Seis meses después, los aviones estadounidenses habían lanzado más de 41.000 toneladas de bombas sobre las ciudades niponas. Del 9 al 10 de marzo de 1945, en torno a trescientos bombarderos B-29 destruyeron el 20 % de las industrias bélicas y el 60 % del distrito comercial de Tokio.

El 16 de julio de 1945, los científicos que trabajaban en el Proyecto Manhattan llevaron a cabo el primer ensayo de bomba atómica en el desierto de Alamogordo, Nuevo México (Estados Unidos). Era una bomba de plutonio del tipo Fat Man, la misma que se lanzaría sobre la ciudad japonesa de Nagasaki días después. Este proyecto, dirigido por el físico Julius Robert Oppenheimer, reunió a grandes eminencias científicas como Enrico Fermi, Niels Böhr y Ernest Lawrence en el Laboratorio Nacional de Los Álamos (Nuevo México).

Washington invirtió sumas millonarias para desarrollar la primera bomba atómica antes que los alemanes. Este proyecto ultrasecreto no pasó inadvertido a los servicios de inteligencia soviéticos, que trataron de introducir espías en el laboratorio para recabar la mayor cantidad de información posible.

Jürgen Kuczyski, agente del Departamento Central de Inteligencia soviético (GRU), reclutó a Emil Julius Klaus Fuchs en agosto de 1941. Una vez los alemanes invadieron Rusia, este brillante físico alemán comenzó a transmitir a Moscú secretos militares británicos.

A finales de 1943, fue invitado a trabajar en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y en agosto de 1944 fue reclutado por la División de Física Teórica del Laboratorio Nacional de Los Álamos para trabajar en el Proyecto Manhattan.

Espionaje y bombas atómicas

Por aquel entonces, los soviéticos estaban muy alarmados por los enormes recursos económicos que los estadounidenses estaban aportando a ese proyecto. Stalin entendió con rapidez el tremendo poder y la naturaleza transformadora del arma prodigiosa que con tanto ahínco trataban de fabricar los estadounidenses.

Fuchs sería detenido y sometido a severos interrogatorios hasta que, en enero de 1950, confesó sus labores de espionaje a favor de la Unión Soviética. Fue procesado y condenado a 14 años de prisión, aunque lo excarcelaron nueve años después.

Antes, el 6 de agosto de 1945 a las 8:15 horas, sonó la alarma en la ciudad japonesa de Hiroshima. Un bombardero estadounidenseB-29 lanzó una bomba bautizada con el nombre de Little Boy. Tenía tres metros de longitud y pesaba 3.600 kilogramos. Su carga de uranio tenía una potencia equivalente a 12,5 kilotones de dinamita. La tremenda conflagración borró la ciudad del mapa.

Así fue bautizada –Little Boy (Niño pequeño)– la devastadora bomba atómica lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima en el acto final de la II Guerra Mundial. Sobre estas líneas, la tripulación del bombardero Enola Gay que la lanzó, posando ante el aviónAGE

El mayor desastre provocado por el hombre

No había precedentes de un acto de guerra tan brutal como aquél. La bomba atómica mató a unas 140.000 personas en el acto, una cifra que no recoge a quienes murieron semanas o meses después ni tampoco a los niños que nacieron con malformaciones debido a la radiación.

Sin tiempo para reponerse de Hiroshima, el 9 de agosto otro B-29 lanzó otra bomba atómica sobre Nagasaki, cuya potencia arrasó la ciudad japonesa causando en torno a 74.000 muertes. Japón se rindió incondicionalmente el 14 de agosto de 1945.

Al día siguiente, Hirohito decidió hablar a su pueblo a través de la radio. Era la primera vez que los japoneses escuchaban la voz de su emperador: “Si continuamos la lucha, sólo conseguiríamos la destrucción y el hundimiento de la nación japonesa”.

La guerra había arrasado naciones y provocado una devastación inimaginable. Aunque los historiadores no se ponen de acuerdo, la cifra total de bajas podría rondar los sesenta o setenta millones de muertos. “Lo cierto es que no podemos saber el número exacto, ya que hubo muchísima gente que murió de hambre y enfermedades provocadas por la propia guerra.

Por otro lado, los historiadores chinos hablan de cuarenta millones de muertos en su país, lo que incrementaría todavía más el número de víctimas”, subraya el historiador británico Antony Beevor. Además de los muertos, hubo muchísimos heridos, mutilados y personas que quedaron lisiadas psicológicamente.

En lo que sí coinciden los historiadores es en que fue el mayor desastre de la Historia provocado por el hombre. Mientras los londinenses salían a las calles para festejar la victoria, dos quintas partes de la población alemana estaba en movimiento, tratando de reubicar sus vidas entre las ruinas. En Europa, 50 millones de personas deambulaban por las carreteras en busca de refugio. Todas ellas habían sido expulsadas de sus hogares.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-07-30 10:00:00
En la sección: Muy Interesante

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