Algunas voces de la antigüedad afirmaron que los fenicios sacrificaban niños durante rituales de extrema ferocidad. El mito, popularizado por autores clásicos como Diodoro Sículo y Plutarco, ha pervivido a lo largo de los siglos y aún hoy se resiste a desaparecer. ¿Fueron los tofets lugares de sacrificio humano? Esto es lo que nos cuenta la arqueología.
El tofet: ¿cementerio, lugar sacro o centro de sacrificios humanos?
Los tofets, y las interpretaciones asociadas a ellos, han sido objeto de intenso debate académico y cultural. Estas áreas ceremoniales del mundo fenicio-púnico, además de azuzar las controversias relacionadas con la práctica del sacrificio infantil, han suscitado preguntas sobre su función y significado.
El término tofet alude a un espacio ceremonial característico de las culturas fenicia y púnica que se utilizó principalmente entre los siglos VIII y II a.C. Estos espacios se posicionaban, por lo general, en las áreas periféricas de las colonias. Se han localizado ejemplos en asentamientos fenicios y púnicos del Mediterráneo occidental, como Tharros, Motia y Sulcis.
El tofet consistía en un área delimitada donde se depositaban urnas que contenían las cenizas de niños y, en algunos casos, también de animales. El tofet de Cartago, en la moderna Túnez, es uno de los ejemplos más significativos de estos espacios rituales fenicio-púnicos. Se extiende a lo largo de una superficie de unos 6000 metros cuadrados. Alberga miles de urnas funerarias distribuidas en niveles arqueológicos superpuestos, lo que demuestra un uso continuado desde el siglo VIII al II a.C. Además de las urnas, destacan las estelas decoradas con inscripciones y símbolos religiosos.
En las fuentes, el ritual de sacrificio recibe el nombre de molk. Según estos textos, el molk se celebraba en honor de deidades fenicias como Baal Hammon y Tanit. La historiografía tradicional los ha interpretado como sacrificios humanos. La función exacta del tofet, sin embargo, todavía es motivo de debate. Los datos arqueológicos poco claros y la contaminación de narrativas externas no facilitan la tarea.
El mito del infanticidio: orígenes, desarrollo y popularización
Orígenes de la narrativa del sacrificio humano
El mito de que el infanticidio se practicaba entre los fenicios tiene sus raíces en fuentes literarias grecorromanas. Diodoro Sículo y Plutarco, por ejemplo, escribieron sobre ello, como consecuencia de su actitud hostil hacia Cartago. Incluso en la Biblia se citan los sacrificios por fuego de niños en honor de la divinidad Moloch.
Diodoro de Sicilia afirma, por ejemplo, que en Cartago existía una estatua de bronce del dios Cronos con las manos alzadas y ligeramente inclinadas hacia el suelo. Sobre sus palmas, se colocaba el niño que debía ser sacrificado. Dada la inclinación, el infante rodaba hasta el suelo donde le esperaba una hoguera cuyas llamas lo consumían por completo.
En sus textos, describen sacrificios humanos masivos que sirven a su propósito propagandístico: proporcionar una imagen de los fenicios como un pueblo dominado por la barbarie y crueldad. La destrucción de Cartago en 146 a.C. por los romanos contribuyó a consolidar esta visión, que se usó como justificación moral para la conquista.
Desarrollo y aceptación de la hipótesis del infanticidio
Durante la Edad Media y el Renacimiento, las referencias clásicas al infanticidio fenicio se incorporaron a las narrativas cristianas. Presentar a los fenicios como practicantes de rituales abominables favorecía la causa cristiana. En la modernidad, esta percepción se revitalizó con el hallazgo arqueológico de los tofets, especialmente en Cartago, donde, en 1921, se encontraron miles de urnas con restos incinerados de infantes. ¿Había algo de verdad en el discurso clásico, entonces?
Popularización entre el público general
La imagen del sacrificio infantil en los tofets se ha visto amplificada por la literatura, el cine y los medios de comunicación: la película «Cabiria», de Giovanni Pastrone, es buen ejemplo de ello. Esta narrativa simplificada ha contribuido a una visión estereotipada de los fenicios como una civilización cruel que opacó otros aspectos de su cultura y legado. La popularización del mito infanticida ha acabado por distorsionar la comprensión de los tofets al mezclar indiscriminadamente hechos arqueológicos con interpretaciones sensacionalistas.
Lo que la arqueología sostiene sobre el tofet y el sacrificio de niños
A través de los análisis arqueológicos del tofet, se han podido reevaluar las interpretaciones tradicionales. Las excavaciones en Cartago, Motia y otros yacimientos han sacado a la luz miles de urnas funerarias que contienen restos incinerados. Interpretar estas cenizas como la prueba irrefutable de sacrificios masivos, sin embargo, implica pasar por alto importantes factores culturales y religiosos.
La evidencia arqueológica prueba que en los tofets se enterraron niños
Los análisis osteológicos de los restos hallados en los tofets confirman que una parte significativa de los restos corresponde a neonatos y fetos. Sin embargo, también se han identificado restos animales. Esto sugiere que los tofets podrían haber operado como espacios para la celebración de rituales de consagración o purificación. Quizás se depositaron cortes de carne animal como ofrendas a los difuntos más jóvenes del grupo social.
La interpretación tradicional del infanticidio
La interpretación predominante ha sido que los tofets funcionaron como espacios exclusivos para el sacrificio humano, a partir de las fuentes literarias antiguas y de la presencia de restos infantiles. Se sostiene que, quizás, se habrían realizado sacrificios humanos en momentos críticos para la supervivencia de la comunidad, durante guerras, pestes o hambrunas. No obstante, esta visión se ha cuestionado por depender en exceso de las capciosas narrativas grecorromanas.
Nuevas interpretaciones de los tofets
En las últimas décadas, nuevas perspectivas han puesto en duda la interpretación tradicional del tofet como un lugar exclusivamente asociado al sacrificio infantil. Se ha argumentado que los tofets podrían haber servido como espacios funerarios para niños que fallecieron por causas naturales, en un contexto social donde la mortalidad infantil era alta. En este sentido, el tofet habría funcionado como un lugar de ofrenda y memoria, donde se habrían consagrado las urnas con los restos mortales de los infantes a las deidades protectoras fenicias.
Otros estudios sugieren que los tofets reflejan una concepción religiosa particular de la infancia y la muerte. Según estos enfoques, los rituales asociados a los tofets podrían haber tenido como objetivo garantizar la protección espiritual de la comunidad o favorecer la fertilidad y la prosperidad. Esta interpretación, por tanto, también se aleja de la idea del infanticidio sacrificio.
Un misterio aún sin resolver
Mientras que el mito del infanticidio ha dominado durante siglos las interpretaciones populares y académicas, las nuevas investigaciones están desafiando esta narrativa a través de visiones más matizadas que tienen en cuenta el contexto arqueológico. La bioarqueología ha abierto nuevas posibilidades para entender la función social y religiosa de los tofets. Los análisis de ADN y las pruebas isotópicas quizás logren proporcionar información sobre la relación genética entre los individuos enterrados en los tofets, así como sobre su dieta y estado de salud con relación al tratamiento funerario dispensado.
Referencias
- D’Andrea, Bruno. 2018. Bambini nel «limbo». Dati e proposte interpretative sui tofet fenici e punici. Roma: École Française de Rome
- Sánchez Montesinos, Víctor Manuel. 2016. “El sacrificio molk y el tofet en el mundo fenicio-púnico”. Entremons. UPF Journal of World History, 8: 47-71. URL: https://raco.cat/index.php/Entremons/article/view/313386
Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com
Publicado el: 2024-12-03 08:30:00
En la sección: Muy Interesante