La deserción estudiantil continúa siendo un Talón de Aquiles para la educación en Colombia. Su costo no solo se basa en la frustración para las familias y los estudiantes, sino que también tiene un alto impacto en materia económica para el sector productivo del país.
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Esta situación no solo se sigue evidenciando en el sistema de educación superior, sino también en el nivel de educación básica. De acuerdo con los expertos, la deserción estudiantil en el país necesita de políticas y soluciones, para que todos los alumnos tengan acceso a este derecho fundamental.
A pesar del rezago en datos que tiene el país en materia de deserción, si se analiza el caso de la educación superior, según el Sistema para la prevención de la Deserción de la Educación Superior (SPADIES), la tasa más reciente que corresponde al 2022, para ese año la deserción en este nivel de la educación se ubicaba en el 9,03%.
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Si bien el dato es menor al registrado en el 2021, el cual se ubicó en el 10,08%, lo cierto es que la cifra continúa generando preocupación, no solo en los familiares y las instituciones, sino también en materia económica.
Según un análisis del Laboratorio de Economía para la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, el país ha perdido en un solo año al menos $2,8 billones por los estudiantes desertores del sistema. Además, si se analiza por el caso familiar, un estudiante que repruebe un año pierde cerca de $3 millones.
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Ahora bien, teniendo en cuenta los datos del SPADIES, la tasa de ausencia intersemestral (TAI), la cual calcula la proporción de estudiantes que se encuentran en riesgo de desertar al no matricularse en un programa académico durante un semestre, para el año 2022 presentó una ligera disminución respecto al año 2021, pasando de 12,84% a 12,54%.
Educación superior
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Sin embargo, los datos de deserción no son únicos de la educación superior, de acuerdo con el Sistema Nacional de Información de Educación Básica (Sineb), muestran que al menos 3,7% de los niños, niñas y adolescentes en Colombia abandonaron el colegio en el último año. Esto se traduce en que 335.364 estudiantes dejaron sus escuelas, de los 9,8 millones registrados por el Ministerio de Educación.
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Teniendo en cuenta que estos datos también tienen un rezago y corresponden al 2023, con base en el Sineb, ese 3,7% corresponde a la segunda cifra más alta de los últimos tres años. Si se analiza por sectores, el 2,9% de los desertores eran del sector privado, mientras que el 3,9% correspondía al oficial.
En esa línea, la deserción estudiantil, en general, tiene un impacto económico, pero también de frustración para las familias y los estudiantes. De acuerdo con José Manuel Restrepo, rector de la Universidad EIA, este es un indicador que sugiere una mejora desde cualquiera de los niveles educativos.
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“Colombia ha hecho el esfuerzo de mejorar. Hay universidades que estamos incluso mucho mejor que el promedio nacional, pero sigue siendo un dato alto para el contexto internacional. La educación tiene que ser una en donde, una vez hecho un proceso de admisión, se hagan absolutamente todos los esfuerzos para minimizar esa deserción”, indicó.
Brechas en la educación.
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Impactos en la productividad
La deserción continúa siendo un desafío estructural para el país, no solo en términos educativos, sino también en su impacto directo sobre la productividad. José Manuel Restrepo advirtió que las razones por las que un estudiante abandona sus estudios son diversas.
“La deserción puede ser por razones económicas, académicas, o incluso por razones familiares”. Este fenómeno, explicó, no solo representa una frustración para el estudiante, sino una pérdida significativa para el sistema.
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Y subrayó la importancia de trabajar con las familias para evitar el abandono académico, teniendo en cuenta que estas son fundamentales para garantizar que haya un apoyo al estudiante en el proceso formativo. Así mismo, destacó que el acompañamiento emocional y la estabilidad en el hogar son componentes que inciden directamente en la permanencia del joven en la universidad, y por ende, en la consolidación de futuros profesionales capacitados que puedan aportar al desarrollo económico.
El rector también hizo énfasis en cómo este problema se traslada al mundo laboral y empresarial. A menudo, explicó, el sector productivo asume parte del costo de la formación a través de becas o programas de apoyo. “Cuando se da la deserción, se pierde el recurso invertido a lo largo del proceso”, alertó. Esto genera una doble pérdida, de capital humano y de inversión, afectando la disponibilidad de talento calificado para enfrentar los retos del mercado laboral.
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Por esto, insistió en que lograr un vínculo más estrecho entre el mundo académico y el mundo real es una herramienta fundamental para reducir la deserción. “Parte de la deserción también se puede estar asociando a la vinculación entre el mundo real y el mundo académico”, dijo.
Educación profesional
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Los planes de acción
Por otra parte, la Organización para el Desarrollo Económico (Ocde) ha propuesto cinco áreas de acción para minimizar el riesgo y en completo la deserción estudiantil. En un principio, el organismo plantea establecer un enfoque para identificar los centros vulnerables y asignar los recursos necesarios para lograr la permanencia.
También destacan que es necesario desarrollar la capacidad de los docentes para prestar apoyo a los estudiantes, fomentando la inclusión y el bienestar y de esta misma forma prevenir el abandono escolar.
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Como tercer punto, la Ocde se refiere a promover intervenciones a nivel escolar y comunitario para apoyar a los alumnos, seguido de incentivar la flexibilidad curricular, haciendo de la formación profesional un hecho atractivo y de calidad. Finalmente, piden fomentar e institucionalizar la colaboración y el intercambio de conocimiento a escala nacional sobre las intervenciones que están dando resultado.
Así mismo, José Manuel Restrepo, rector de la Universidad EIA, aseguró que para disminuir la deserción hay que trabajar en todas las aristas, desde la parte económica, con programas de becas, financiación de largo plazo, financiación de ingreso contingente y con modelos parecidos a los de Fondo Futuro, que se desarrolló en Antioquia, con programas de becas, descuentos, y acompañamiento.
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“Además un acompañamiento en temas de salud mental, para darles a los estudiantes todas las posibilidades y mecanismos que faciliten su tránsito tranquilo en la vida universitaria. Es también fundamental el acompañamiento a las familias, para que ellas se vuelvan protagónicas en el apoyo al estudiante y que sientan el respaldo institucional”, concluyó.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.portafolio.co
Publicado el: 2025-07-03 22:04:00
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