Francia interviene para garantizar el suministro de gasolina, en mínimos por la huelga en el sector | elperiodico.com

«Estación cerrada. No hay más combustible». Con este mensaje escrito sobre un trozo de cartón, la gasolinera de Total cercana a la Porte des Lilas, al lado del periférico (en el distrito XX de París), invitaba este martes a sus potenciales clientes a dar media vuelta. Como casi la mitad de las estaciones de servicio de la región parisina, se ha quedado sin gasolina. El 30% de las gasolineras en Francia sufrían este martes escasez de combustible. Este problema de suministro, provocado por una multitudinaria huelga desde finales de septiembre en tres de la seis principales refinerías del país, se ha convertido en todo un dolor de cabeza para centenares de miles de franceses y para el Gobierno de Emmanuel Macron. 

La primera ministra, Élisabeth Borne, ha anunciado este martes por la tarde que reclutarán a trabajadores a través de dispositivos legales para romper la huelga. Su objetivo: restablecer el funcionamiento de los depósitos de combustible de la multinacional estadounidense Esso-Exxon mobil. Seis días después de haber dicho que no había «problemas de escasez», el Ejecutivo centrista se entromete en este conflicto social y se impone con mano de hierro. Una decisión tomada tras las largas colas, de más de una hora, y los momentos de caos y tensión de los últimos días. Lo que le ha valido críticas de poca capacidad de anticipación y de estar desconectados de la realidad.

Beneficios récord de Total y Exxon

Estos problemas de falta de gasolina, sobre todo en el norte de Francia y la región metropolitana de París, se debieron a la multitudinaria huelga de los trabajadores de las refinerías y depósitos de combustible de Total y Esso-Exxon mobil. Hasta un 90% de los operadores de estas plantas participan en esta movilización, la más importante en las últimas décadas en Francia en un sector con una importante presencia sindical. Exigen a sus respectivas direcciones unos notables aumentos salariales —del 10% en el caso de Total y del 7,5% en el de Exxon— que tengan en cuenta el alza de la inflación (del 5,6% en septiembre) y los beneficios espectaculares registrados por estos grupos energéticos. 

Con un beneficio neto de más de 10.000 millones de euros durante el primer semestre, Total simboliza aquellas empresas que lograron unas ganancias récord, consideradas indecentes por una parte de la opinión pública gala, gracias a la crisis energética. «Exon ha ganado más dinero que Dios», reprochó el presidente estadounidense, Joe Biden, al gigante energético.

A pesar de ello, los dirigentes de estas empresas no quisieron aceptar las exigencias de los trabajadores de sus refinerías y depósitos, que cobran unos salarios de entre 1.600 (al principio de carrera) y 3.500 (al final). «Son nuestros patronos los que toman a los usuarios como rehenes, no nosotros», asegura Adrien Cornet, trabajador de la refinería de Grandpuits y afiliado a la CGT, en declaraciones al diario de izquierdas L’Humanité. 

Buses escolares anulados

Tras haberse mantenido inflexibles durante las dos primeras semanas de huelga, Total y Exon aceptaron negociar el domingo y ya han alcanzado acuerdos con los sindicalistas moderados (CFDT), a los que se oponen los más combativos (CGT y Force Ouvrière). Flexibilizaron su posición una vez un creciente sentimiento de caos impregnó en la opinión. «Hace unos días tuvimos que llamar a la policía por una disputa que hubo entre clientes en la gasolinera», explica a EL PERIÓDICO Nguyen, empleado en la estación de Total cerca de la Porte des Lilas, pocos minutos después de haber atendido a un automovilista desesperado porque su coche se quedó sin gasolina el lunes por la noche y no encuentra donde llenar el depósito.

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La semana pasada, un hombre sufrió seis cuchilladas, delante de sus hijos, tras una discusión en una gasolinera. Un grupo de jóvenes de una localidad del norte de la región parisina se hicieron con el control de una estación el lunes por la noche y solo servían combustible a un precio normal a los habitantes del barrio. Hay ciudades en el norte de Francia donde la policía solo dejaba abastecerse a los automovilistas que tenían el depósito medio vacío, mientras que en la región de París dejaron de circular algunos autobuses escolares. Y organizaciones de médicos y enfermeras a domicilio alertaron de que sus servicios podrían verse interrumpidos en los próximos días.

Ante esta situación, el Ejecutivo macronista ha decidido requisar los depósitos de combustible y amenaza con hacer lo mismo en las refinerías. Una decisión, impopular entre los sindicatos, anunciada en el Parlamento después de que la derecha republicana le acusara de haber dejado que Francia caiga en el «desgobierno«.