El Partido Republicano ha vuelto a demostrar su absoluto sometimiento a Donald Trump y ha entregado al presidente de Estados Unidos en el Congreso su mayor triunfo legislativo: una mega ley fiscal que hace permanentes las rebajas de impuestos de su primer mandato y eleva el gasto en defensa y para inmigración. La legislación trata de rebajar el impacto en las arcas públicas con un profundo recorte en Medicaid (el programa de sanidad pública para los más pobres), así como en la ayuda para alimentos y los incentivos para las energías verdes.
La aprobación final de esta norma, que va a favorecer a las clases más altas y disparar el déficit, se ha producido este mediodía de jueves en la Cámara de Representantes al final de una sesión maratoniana que empezó la víspera y que se prolongó toda la noche. Pese a que algunos congresistas republicanos habían mostrado una feroz oposición a la ley tal y como había llegado desde el Senado, donde se aprobó el martes con cambios a la versión anterior que había autorizado en mayo la Cámara Baja, prácticamente todos han acabado plegándose a los deseos, las lisonjas y las presiones de Trump.
Primero, en mitad de la noche, el ‘speaker’ Mike Johnson logró aplacar la ‘rebelión’ y hacer avanzar la propuesta de ley con un voto de procedimiento que se resolvió 219-213, con solo un republicano, el centrista de Pensilvania Brian Fitzpatrick, sumándose a los demócratas en oposición. Y esta mañana, después de que Hakeem Jeffries, el líder de la minoría demócrata, ofreciera un discurso histórico de ocho horas y 44 minutos denunciando duramente la ley, llegaba el voto final en la Cámara Baja y la aprobación.
Solo dos republicanos, Fitzpatrick y Thomas Massie, se han sumado en la votación definitiva a los demócratas en oposición a la ley, que Trump bautizó como «una grande hermosa». Y con 218 votos frente a 214, Trump tenía su ley y podrá firmarla en la simbólica fecha que había impuesto como meta: este viernes, 4 de julio, fiesta del Día de la Independencia.
Servilismo
Fue Trump quien forzó al Congreso, que los republicanos controlan con exiguas mayorías en las dos cámaras desde las elecciones de noviembre, a unir en una sola pieza de legislación varias de sus prioridades. Eso dificultó la tramitación de la propuesta de ley y a lo largo de los meses de debate y de procedimiento se han expuesto de nuevo las brechas que existen dentro del Partido Republicano, así como el músculo que exhiben los representantes del ala ultraconservadora. La aprobación reconfirma, no obstante, el servilismo a su líder de los republicanos, de todo pelaje.
Los conservadores fiscales pedían recortes incluso más profundos para controlar el déficit, ya desbocado y que se va a disparar aún más con legislación en la que las rebajas de impuestos restarán 4,5 billones de dólares a los ingresos federales.
Congresistas más centristas y especialmente de distritos y estados más reñidos con los demócratas, mientras, se resistían a los profundos recortes en programas sociales, incluyendo los 900.000 millones de dólares que va a perder Medicaid, y que van a golpear a votantes de clase trabajadora que ahora son parte fundamental de su electorado, lo que les hace temer un castigo en las urnas en sus próximas elecciones.
Los más ultraconservadores, por su parte, clamaban por más tijeretazos en el gasto y denunciaban, por ejemplo, que la versión que ha llegado del Senado eleva el déficit en 3,4 billones en lugar de los 2,8 billones de la propuesta que ellos aprobaron inicialmente, cifras que ha calculado la Oficina de Presupuestos del Congreso. También protestaban que se hayan retirado algunas medidas contra los incentivos a energías limpias que se implementaron durante el mandato de Joe Biden. El castigo al sector de las renovables, en cualquier caso, se mantiene y se anticipa una regresión brutal en ese terreno.
Cualquier cambio que la Cámara Baja hiciera a la redacción que llegó del Senado, donde se aprobó por la mínima gracias al voto de desempate del vicepresidente J.D. Vance, habría obligado a conciliar de nuevo los textos, lo que habría impedido cumplir el calendario artificial marcado por Trump. Pero no ha hecho falta renegociar ni esperar.
Trump, entre la lisonja y la amenaza
El presidente se ha implicado personalmente en los esfuerzos para convencer a los republicanos que mostraban oposición. Ha estado realizando llamadas y también ha mantenido reuniones en la Casa Blanca, donde según diversas informaciones de prensa no solo ha tenido conversaciones políticas, sino que ha mostrado a los reticentes gestos de adulación y cercanía, que han incluido la toma de fotos o la entrega de souvenirs dedicados. Aunque no hay noticias oficiales de qué promesas les ha hecho, algunos de los congresistas ‘reconvertidos’ han dejado claro que el presidente les ha dicho que lidiará con sus preocupaciones a través de acciones ejecutivas o con futura legislación. Chip Roy, uno de los miembros del ultra Freedom Caucus, que ha cambiado el «no» por el «sí», había dicho que esperaría a que concluyera la votación para especificar algunas de las «cosas significativas» que han logrado convencerles, como la promesa de llevar a rajatabla las limitaciones a subsidios a proyectos de renovables.
En su campaña Trump también ha estado usando, como acostumbra, las redes sociales, donde una de sus herramientas ha vuelto a ser la amenaza directa a quienes se resistían. Es lo que sucedió en el Senado con Thom Tillis, un moderado que votó contra la norma y que anunció que ni buscará la reelección incluso antes de que el presidente prometiera hundir su campaña. Y es lo que ha pasado también en la Cámara Baja con Massie, al que Trump lleva semanas insultando y atacando, prometiendo apoyar a quien se presente contra él en primarias.
Pasada la medianoche, cuando estaba paralizado el voto de procedimiento en la Cámara Baja y se intensificaban las negociaciones, Trump escribía en Truth Social: «Para los republicanos esto debería ser un voto afirmativo fácil. ¡Ridículo!». Poco antes había escrito también: «¿A qué esperan los republicanos? ¿Qué intentan probar? MAGA (siglas en inglés del movimiento Hacer EEUU grande de nuevo) no está contento y os está costando votos!».
Ya por la mañana, antes de mantener una conversación telefónica con Vladímir Putin, el tono había cambiado radicalmente y el presidente hablaba en Truth Social de «una gran noche«.
Trump, que se podía anticipar que presumiría de la ley por la noche en un mitin en Iowa con el que va a lanzar America250, un año de celebraciones hasta el 250 aniversario de la fundación del país en 2026, y que tiene previsto un acto de firma para este viernes en la Casa Blanca, tiene ahora que vender a los ciudadanos una ley que, según los sondeos, muchos aún desconocen. Entre quienes sí la conocen hay amplio rechazo y la rechazan dos tercios de los republicanos que no se identifican con MAGA, según un sondeo de la Kaiser Family Foundation.
El golpe que los recortes darán a la clase trabajadora bien puede pasar factura en las urnas a los congresistas que han votado la ley. Y uno de los críticos de la norma, Elon Musk, ha prometido financiar retos en primarias contra quienes la han aprobado. El hombre más rico del mundo ha sido vehemente en su oposición a la ley, que le ha llevado a romper la relación con el presidente y a que se reactive la guerra entre ambos y a volver a sugerir la formación de un tercer partido.
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Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com
Publicado el: 2025-07-03 14:30:00
En la sección: El Periódico – internacional