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de olas de calor a inundaciones en tres meses. ¿Qué está pasando? | elperiodico.com

de olas de calor a inundaciones en tres meses. ¿Qué está pasando?

Un tercio de Pakistán está bajo el agua, sumergido tras una de las peores temporadas de monzones de la historia. Sin embargo, hace tres meses, el país estaba inmerso en una ola de calor asesina, con temperaturas que superaban regularmente los 50ºC. Ambas crisis fueron y son sin precedentes y superlativas, acompañadas de lamentos por parte de los líderes mundiales y de llamamientos para que se preste mayor atención a la emergencia climática mundial. 

Pero, para la nación del sur de Asia, los llamamientos para evitar la emergencia llegan demasiado tarde. El país es víctima -y se convertirá en superviviente- de una catástrofe climática que, si sigue recibiendo la escasa atención que le prestan los países más contaminantes, acabará por perjudicarnos a todos. 

El gobierno de Pakistán está esforzándose para ayudar a los 33 millones de personas, incluidos 16 millones de niños, afectados por las inundaciones. Sin embargo, ni él ni ningún otro país del mundo está debidamente preparado para hacer frente a una crisis como esta. La devastación es la peor de la historia del país, en un país que no es ajeno a las catástrofes, y, sin embargo, se prepara para más muerte y destrucción en las próximas semanas.  

IMPACTO DESIGUAL

La trágica realidad es que los niños y niñas que están sufriendo lo peor de estas inundaciones, son los más pobres. Save the Children estima que, de los aproximadamente 16 millones de niños y niñas directamente afectados por las inundaciones, casi dos tercios de ellos (64%) ya eran pobres antes de las inundaciones, más que la media nacional (54%). Estos niños y niñas ya vivían en casas desvencijadas, con suelos de barro, o en asentamientos informales, y podían estar o no en la escuela. Sabemos, por las inundaciones de 2010, que este tipo de catástrofes no hacen más que fomentar una pobreza y una desigualdad aún más profundas, ya que deja a las familias desamparadas ante la desalentadora perspectiva de reconstruir sus hogares y sus medios de subsistencia. 

Por supuesto Pakistán no es el único país que se enfrenta a estos fenómenos climáticos extremos. En otros lugares de Asia y de todo el mundo son cada vez más frecuentes, y los efectos se sienten de manera desigual, ya que las comunidades de menores ingresos son las más afectadas y las que menos pueden hacer frente a la situación. Esta desigualdad se da tanto a escala personal como nacional, sobre todo porque los países con menos ingresos son los menos responsables de las emisiones globales y, sin embargo, se enfrentan al mayor coste de los desastres climáticos que son cada vez más frecuentes. Pakistán está clasificado como uno de los países más vulnerables al cambio climático, mientras que contribuye con menos del 1% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. 

LA INFANCIA ESTÁ EN RIESGO

El año pasado Save the Children se asoció con un equipo internacional de investigadores del clima dirigidos por la “Vrije Universiteit Brussel” para publicar un informe pionero sobre cómo los niños y las niñas que ya sufren la desigualdad y discriminación son especialmente vulnerables a los impactos del cambio climático. El informe “Nacidos en la crisis climática” muestra que, a lo largo de su vida, la infancia nacida en 2020 se verá expuesta a una media de inundaciones y sequías casi tres veces superior que la de sus abuelos nacidos en 1960. El informe reconocía muchas diferencias regionales, e incluso las estimaciones más conservadoras mostraban que varios países y regiones corrían un riesgo mucho mayor. Por ejemplo, los niños y niñas de Pakistán, podrían sufrir 6 veces más inundaciones que sus abuelos, el doble de la media mundial.

¿QUÉ SIGUE?

Además de la evidente necesidad de seguir intensificando los esfuerzos de ayuda humanitaria -en Pakistán, en los países que sufren sequía y hambre extrema en el Cuerno de África, como Somalia, Kenia y Etiopía, y en una lista devastadora de otros países, desde Afganistán hasta Yemen-, los países más contaminantes tienen que centrarse en las causas subyacentes de estas crisis. 

Los compromisos actuales para frenar esta crisis climática son claramente insuficientes. Por el bien de nuestros hijos e hijas, que a lo largo de su vida soportarán los costes de la inacción, no debemos dejar de tomar las decisiones adecuadas para limitar las emisiones lo más rápido posible.

Debemos invertir en métodos sensibles con la infancia y adaptados a cada territorio. Esperar a que ocurra el desastre y responder, es demasiado poco y demasiado tarde para las víctimas, pero también es un riesgo económico. Estimaciones recientes sugieren que menos del 10% de la financiación climática se dedica a la acción local, menos del 2% de la ayuda humanitaria va directamente a los socios locales, y menos del 5% va a los pueblos indígenas y las comunidades locales. 

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Además, no podemos seguir esperando una compensación por los efectos nocivos de la crisis climática que las naciones más pobres no pueden evitar. Según estimaciones, la crisis climática ya ha costado a los países de ingresos bajos y medios bajos, más de medio billón de dólares, y Pakistán ha sufrido daños por valor de 77.000 millones de dólares entre 1998 y 2017. La COP26 no abordó este tema, pero como las inundaciones, las sequías y las olas de calor extremas están dejando claro, estos costes no hacen más que aumentar a medida que no llegamos a acuerdos. La COP27, que se celebrará en Egipto, debe contribuir sin duda a avanzar en esta cuestión.   

Es hora de que la comunidad mundial aproveche toda su humanidad y solidaridad compartidas para abordar el problema que tenemos entre manos: abordar la crisis climática de manera que proporcione un futuro esperanzador no solo para Pakistán, sino para todos nuestros hijos e hijas.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com

Publicado el: 2022-09-02 09:03:47
En la sección: El Periódico – internacional

Publicado en Internacionales