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«Lo que no está destrozado está lleno de gente» | elperiodico.com

"Lo que no está destrozado está lleno de gente"

A aquellos afortunados que conocieron la Gaza de antes del 7 de octubre aún les cuesta asumir el cambio en el paisaje. Su desaparición, en definitiva. Eso fue una de las cosas que más impactó a Enrico Vallaperta, responsable de Médicos sin Fronteras (MSF), recién llegado del enclave. «Estuve allí hace dos años y era un lugar pequeño, pero aún podías tener una vida normal», rememora en una rueda de prensa desde El Cairo el día después de llegar de Gaza. «Lo que he visto ahora es un lugar que está destrozado y lo que no está destrozado está lleno de gente«, explica el responsable médico de MSF en Gaza, que pasó un mes en el enclave. Su vivencia incluye hospitales saturados, bombardeos israelíes en sus alrededores, y una sobrepoblación enorme allí donde había una ápice sensación de menos inseguridad. «Aunque no hay ningún lugar seguro en el enclave», recuerda. 

Desde las primeras semanas del conflicto, parte de la población gazatí escogió los hospitales como lugar donde refugiarse. Más allá de los centenares de heridos que triplicaban el número de camas disponibles en el hospital Al Aqsa, situado en el centro del enclave y dónde ha trabajado Vallaperta, hay «miles y miles» de refugiados tratando de sobrevivir entre sus pasillos y en las cercanías. El pasado 6 de enero, los bombardeos a 200 metros del centro hospitalario les obligaron a tomar una drástica decisión: había que evacuar. «Es una situación muy dura: cuando decides evacuar, significa que tienes que dejar a tus pacientes atrás porque no pueden ir a ningún lado, ya que no hay ningún sitio al que puedan llegar de forma segura», constata el sanitario frente a los medios.

Necesidades inabarcables

Más de 100 días después del inicio de la ofensiva contra Gaza, que ya se ha cobrado al menos 24.762 vidas, ha herido a 62.108 personas y ha enterrado a otras 7.000 bajo los escombros, las necesidades son inabarcables. No hay agua, no hay comida, no hay electricidad, no hay comunicaciones, no hay medicinas, no hay suministros médicos. En un contexto de guerra, ya es especialmente complicado hacer llegar todos estos recursos a las víctimas. Pero, en esta guerra, la población que la sufre lleva desde el primer día con las fronteras selladas, sin posibilidad de que entren más que algunos camiones con ayuda humanitaria. «La situación no tiene ningún precedente«, denuncia Helen Ottens-Patterson, coordinadora de emergencias de MSF en El Cairo. «La combinación de un asedio a toda la población, los ataques sistemáticos a la población civil y a los centros de salud, la falta de atención médica y de acceso humanitario nos dificultan mucho actuar de forma adecuada a las necesidades», señala.

Esta trágica situación ha obligado al personal médico y logístico de los hospitales de la Franja de Gaza a erigirse en héroes. «La gente trabaja con sus propias manos y bajo un riesgo increíble«, dice Ottens-Patterson. «La mayoría no han dejado de trabajar desde el principio de la guerra», añade. Para Vallaperta, verlos llegar cada día al hospital «con una sonrisa» le impactó aún más que la desaparición del paisaje. «Es absolutamente impresionante cómo son capaces de reaccionar», dice de un colectivo profesional que ha perdido a 301 miembros en los últimos tres meses. «Algunos compañeros han cambiado hasta nueve veces el lugar donde se refugiaban para intentar sobrevivir», reconoce. Mientras los trabajadores de MSF atendían a los medios, sus colegas en el hospital Nasser de Jan Yunis han anunciado que las condiciones se han vuelto «insoportables», a la vez que Israel continúa atacando las proximidades de las instalaciones, provocando la enésima huida de miles de personas.

Malnutrición

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Durante las últimas 24 horas, los ataques israelíes en diferentes partes de la Franja de Gaza han seguido matando a decenas de personas en medio de un apagón casi total de las telecomunicaciones. «Comparado con otras guerras, es muy distinto lo que está ocurriendo en Gaza», aclara Vallaperta, que trabajó en Ucrania durante los primeros meses de la invasión rusa. «Allí, al principio había muchas mujeres y niños, pero, después de poco tiempo, la gente era evacuada y se iba a un lugar seguro; el problema es que aquí no hay lugar donde ir», añade. Tras la evacuación de Al Aqsa, se dirigieron al sur del enclave, donde se hacina la mayoría de la población desplazada. En la frontera con Egipto, en la localidad de Rafah, que anteriormente acomodaba a sus 280.000 ciudadanos, ahora alberga a más de un millón de personas desplazadas.

Las necesidades son enormes, casi tanto como las dificultades para saciarlas. «Necesitamos un acceso humanitario amplio«, reivindica Ottens-Patterson, a la vez que denuncia que, desde el mes de noviembre, no han podido enviar ayuda ni apoyos a sus equipos médicos del norte de Gaza. «Por eso, pedimos un alto el fuego inmediato«, reclama. Con casi la totalidad de la población sufriendo hambre, la llegada de alimentos es de una urgencia vital. «Nunca pensamos que la malnutrición sería un problema, porque nadie se esperaba a lo que nos enfrentamos ahora», señala Vallaperta, reconociendo que «es muy difícil paliarla si no hay comida en Gaza». Además, la ausencia de medicamentos para enfermedades crónicas pone en grave riesgo a la población anciana del enclave. «Nuestro impacto es muy, muy bajo porque hay casi dos millones de personas que necesitan atención médica, y, en el contexto en el que nos encontramos ahora, si lo comparas con las necesidades que hay, lo que hacemos no es una gota en el mar, es realmente una gota en el océano», lamenta el responsable de MSF.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com

Publicado el: 2024-01-19 13:22:59
En la sección: El Periódico – internacional

Publicado en Internacionales

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