“No hay camino sencillo hacia la libertad en ninguna parte y muchos de nosotros tendremos que pasar a través del valle de la muerte una y otra vez antes de alcanzar la cima de la montaña de nuestros deseos”. Nelson Mandela
Escribir hoy en día se ha convertido en un acto torturante, atormentador, que ya de por sí, escribir, es estresante y agobiante. Hay que hacerlo con un cuidado excesivamente escrupuloso, igual al cuidado que debe tener quien camina por una cristalería de piezas de Murano.
Es tan grande el deseo del ser humano por ser dueño de sus actos que considera a la libertad como uno de sus máximos ideales de vida. Referente a los venezolanos, podemos usar como patrón el origen de nuestros ADN que provienen de quienes lucharon por la libertad junto con el héroe suramericano, Simón Bolívar. En el caso de Venezuela lideró la lucha por la emancipación no solo de ella sino también de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, a un costo muy elevado de muertos y heridos. Siglos después nos encontramos en esta reyerta que es un derecho congénito al ser humano, la libertad.
En resumen, para Simón Bolívar, la libertad era un ideal multifacético que abarcaba la independencia nacional, la soberanía popular, la justicia social, la igualdad de derechos y la conformación de gobiernos republicanos; todo ello enmarcado en el respeto a la ley y un fuerte sentido de la moral y el sacrificio personal.
Ahora bien, para conectarme con el título de esta nota de hoy, la vida en el insilio se refiere a la experiencia de un individuo que, aunque físicamente se encuentre en su propio país, vive una especie de exilio interno. ¿Y esto qué significa? Esto, pues, encarna una condición de aislamiento, de marginación o extrañamiento dentro de su propio entorno; como si no pertenecieramos o no fuéramos reconocidos en nuestra propia tierra; ni más ni menos.
En el insilio, la persona permanece en su lugar de origen, pero experimenta una profunda desconexión con su sociedad, su cultura o sistema político. Puede sentirse alienado, silenciado, a menudo debido a diferencias ideológicas, políticas, establecidas por la mayoría dominante. Por otra parte, aunque el futuro sea incierto, puedes hacer planes a corto y mediano plazo que te den un sentido de dirección.
Muy importante, mantenerse flexible y dispuesto a adaptarte si las circunstancias cambiaran. Al mismo tiempo, el insilio político es una prueba de la fortaleza humana. Estas luchas son un proceso complejo y a menudo peligroso que generalmente implica resistencia no violenta como estrategia principal; entiéndase bien, como estrategia principal, no única. Si bien cada situación es disímil y requiere un examen cuidadoso, existen métodos probados que han demostrado ser efectivos en la historia.
Ahora bien, como unas simples sugerencias, la virtud más evidente de la perseverancia está en que nos permite lograr lo que nos proponemos. La mayoría de los objetivos importantes no se consiguen de la noche a la mañana, ni tampoco sin esfuerzos. La constancia nos da la tenacidad necesaria para seguir adelante —a pesar de los obstáculos, los fracasos temporales y las dificultades— hasta ver completada la tarea.
En definitiva, al enfrentar y superar los desafíos desarrollamos una mayor resistencia mental y emocional que nos enseña a no desanimarnos fácilmente y a levantarnos después de cada caída y a aprender de los procesos. Esto nos lleva a ser más fuertes, más capaces de adaptarnos y recuperarnos rápidamente de las adversidades; sí, aquí, en este lugar que es nuestro nido magnífico…
Fuente de TenemosNoticias.com: www.el-carabobeno.com
Publicado el: 2025-06-25 23:06:00
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