En otoño e invierno apetece tomar bebidas calientes, como un café, una infusión o un chocolate a la taza. Pero, además, nos suele gustar acompañarlas con productos como los churros. En España disponemos de todo tipo de churros. Depende mucho de la región. Por ejemplo, en algunas ciudades son más abundantes los lazos de patata y en otros las porras. Hay puntos de nuestra geografía en los que embadurnan los churros en azúcar. En otros lugares se considera una aberración. Incluso en algunos sitios podemos saborear los churros rellenos. Pero, sea como sea, hay algo curioso que puede pasar cuando alguien consume churros. Puede sentir ansiedad.
No hay estudios sobre cómo el consumo de churros causa ansiedad, pues no es algo intrínseco solamente a este alimento. Sin embargo, sí que es cierto que los churros reúnen tres condiciones cuya relación con la ansiedad sí que está más que estudiada: están fritos y contienen muchas grasas y, en algunos casos, mucho azúcar.
Por ese motivo, su consumo puede causarnos cierto nerviosismo. Es algo puntual, por supuesto. Además, no le ocurre a todo el mundo. Pero sí que es cierto que una persona tendente a la ansiedad por otros motivos puede ver cómo esta se incrementa con el consumo de churros. ¿Quiere decir eso que no deberíamos comerlos? Por supuesto que no. Simplemente, la información es poder y entender lo que nos pasa en algunas ocasiones puede ayudarnos a llevarlo mucho mejor.
No se trata solo de los churros
En realidad, cualquier alimento frito puede aumentar la ansiedad o incluso incrementar la probabilidad de padecer depresión.
Es algo que se comprobó en 2023 en un estudio realizado por científicos chinos. Para su investigación tuvieron en cuenta los datos de 140.728 personas inscritas en el Biobanco de Reino Unido. Esta es una base de datos inmensa en la que se recogen todo tipo de datos de salud de personas voluntarias. Algunos se centran en encuestas sobre hábitos y otros en los resultados de pruebas diagnósticas e historiales médicos.
En este caso, se hizo un seguimiento durante 10 años de todas esas personas, prestando atención a su salud mental y a su dieta. Así, se vio que quienes consumían frecuentemente alimentos fritos, sobre todo patatas, tenían un 12% más de probabilidad de padecer ansiedad y un 7% más de tener depresión.
Esto se debe al efecto de la acrilamida, una sustancia que se forma cuando el almidón se calienta a temperaturas muy altas. Las patatas son muy ricas en almidón y al freírlas se someten a aceite muy caliente. Por eso, se forma mucha acrilamida. Pero también ocurre cuando se fríen masas de harina, como es el caso de los churros. Ya se sabe que la acrilamida puede tener efectos cancerígenos, y neurotóxicos. También puede afectar a la fertilidad. Pero eso no es todo. En estudios anteriores realizados con peces cebra, unos animales muy empleados en investigación, se observó que cuando se les administraba acrilamida mostraban comportamientos similares a la ansiedad humana. Quedaba comprobar si en humanos ocurriría lo mismo y este estudio realizado en China demostró que sí.

Ojo a las grasas
Los churros también tienen un alto contenido en grasas. La calidad de las mismas depende mucho de quién los cocine. Lógicamente, siempre será mejor hacerlos con aceite de oliva. Pero la cuestión es que no solo se trata de los churros. A veces los tomamos junto a otros alimentos que sí son más grasos, como el chocolate o la nata.
En 2020, un equipo de científicos japoneses llevó a cabo un estudio en el que se alimentó a un grupo de ratas durante 8 semanas con dietas ricas en distintos tipos de grasas en combinación con sacarosa. Se vio que las que consumieron grasas saturadas, junto al dulce, mostraron signos de ansiedad al interaccionar con otras ratas.
Pero eso no fue todo. Cuando se tomaron muestras de su sangre, se vio que esas mismas ratas habían experimentado cambios en la expresión de genes asociados al equilibrio de los niveles de glutamato, un neurotransmisor cuyos desequilibrios están relacionados con la ansiedad.
Este no es el único estudio de este tipo que se ha llevado a cabo. La mayoría se realizaron en ratas y ratones, como el de los científicos japoneses. Sin embargo, los estudios observacionales con humanos también señalan a esa misma relación entre grasas y ansiedad.
¿Con qué te tomas los churros?
Como ya hemos visto, el problema no está solo en los churros, sino también en aquello con lo que los acompañamos. Suele ser habitual mojarlos en chocolate caliente, con un alto contenido en grasa y, sobre todo, azúcar. Además, hay personas que directamente los embadurnan en azúcar.
En 2021, un equipo de científicos franceses llevó a cabo un estudio observacional con personas inscritas en el banco de datos NutriNet Santé. Al comparar su salud mental y su dieta, como hicieron los científicos chinos con los fritos, se vio que las personas con niveles más altos de ansiedad solían consumir más azúcares libres y menos fruta.
El chocolate excita
Por otro lado, el chocolate contiene cafeína, que resulta excitante y puede generar nerviosismo y empeorar los casos de ansiedad. Además, hay personas que toman los churros con café, con todavía más cafeína.
En definitiva, la combinación de azúcar, grasas y fritos, sumada a veces a la cafeína, no es una buena mezcla si queremos prevenir la ansiedad. Aunque eso no significa que debamos demonizar los churros. Son un desayuno o una merienda deliciosa, que normalmente se toma de forma puntual, de modo que no tiene por qué ser peligroso si la mayor parte de la alimentación de una persona es saludable. Hay personas a las que les afecta más, pero nadie va a sufrir una depresión o un trastorno de ansiedad generalizado por comerse unos churros. Simplemente, si en un momento de ansiedad tomas unos churros y te sientes un poco peor, piensa que en cuanto pase un rato y vuelvas a la comida saludable ese nerviosismo extra se pasará.
Fuente de TenemosNoticias.com: hipertextual.com
Publicado el: 2024-11-25 10:45:00
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