Las excavaciones en el sitio Rašaška, en el este de Croacia, sacaron a la luz una tumba medieval con características inquietantes. En su interior, los expertos encontraron un esqueleto masculino con el torso orientado hacia abajo y otras partes del cuerpo en posiciones inusuales.
La cabeza, separada del resto, y la presencia de dos grandes piedras en los extremos de la tumba sugieren un ritual diseñado para evitar que el difunto regresara de la muerte.
Estas prácticas funerarias han sido vinculadas con antiguas creencias en vampiros y espíritus malignos, frecuentes en muchas regiones de Europa oriental. De hecho, este tipo de entierros, diseñados para “inmovilizar” a los muertos, reflejan el temor a que pudieran levantarse de sus tumbas.
Una vida marcada por la violencia
El análisis de los restos óseos reveló que el individuo tenía entre 40 y 50 años al momento de su muerte. Su cuerpo mostraba señales de una vida dura, con marcas en las vértebras y extremidades que indicaban que estuvo expuesto a trabajos físicos intensos.
Además, el esqueleto presentaba múltiples heridas cicatrizadas, prueba de que el hombre estuvo involucrado en episodios violentos. Sin embargo, su fallecimiento se debió a dos fuertes golpes en el cráneo, lo que sugiere que su muerte no fue accidental, sino resultado de un ataque.
Un contexto histórico fascinante
El lugar donde se halló la tumba 157 tiene una historia rica y compleja. Originalmente, la propiedad perteneció a los Templarios, posteriormente fue tomada por la Orden de los Caballeros del Hospital de San Juan de Jerusalén y, más tarde, quedó en manos de la nobleza local.
La arqueóloga Nataša Šarki explicó que este tipo de entierros inusuales reflejan la persistencia de creencias precristianas en la región. Según Šarki, incluso después de la adopción del cristianismo, muchas comunidades en los países eslavos seguían temiendo a los espíritus malignos y recurrían a prácticas ancestrales para protegerse de ellos.
Un sitio con secretos aún por revelar
Las excavaciones en Rašaška, iniciadas en 2011, revelaron un amplio complejo arquitectónico con 181 entierros, además de numerosos restos óseos desordenados. Las pruebas de datación por carbono 14 ubicaron la mayoría de las tumbas entre los siglos XV y XVI.
Aunque la mayoría de los entierros seguían un patrón tradicional —cuerpos orientados de este a oeste y con los brazos cruzados o extendidos a los lados— la tumba 157 es una anomalía que ha despertado un gran interés en la comunidad científica. Los investigadores creen que la disposición inusual del cadáver podría ser una señal de que el difunto era considerado una “persona socialmente desviada” en vida.
La disposición del terreno sugiere que el sitio pudo haber sido una fortaleza, aunque la presencia de una estructura religiosa se confirmó tras años de investigación. Entre los hallazgos más notables figuran fragmentos de joyas, aunque en menor cantidad de lo esperado, lo que indica que la comunidad pudo haber tenido normas estrictas sobre la ostentación de riqueza en los entierros.
¿Un mito convertido en realidad?
El descubrimiento de la tumba 157 plantea más preguntas que respuestas. ¿Era este hombre un marginado, víctima de un castigo social? ¿O su entierro fue producto de una superstición profundamente arraigada? Lo cierto es que este hallazgo demuestra que, incluso siglos después, el temor a los muertos y a lo desconocido seguía influyendo en las costumbres funerarias de la época.
A medida que los arqueólogos continúan investigando, nuevos datos podrían arrojar más luz sobre esta historia inquietante que desafía nuestra comprensión de las creencias medievales. Mientras tanto, la tumba 157 sigue siendo un enigma que nos invita a cuestionar cuánto de nuestro pasado sigue vivo en el presente.
Fuente de TenemosNoticias.com: es.gizmodo.com
Publicado el: 2025-02-02 06:53:00
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