Los Lancia Delta HF Integrale son coches de culto para los apasionados del motor. La prueba la tenemos en que un 16 válvulas de calle se vende por precios que arrancan cerca de los 100.000 euros, y que en ocasiones llegan a superar los 200.000. Así que imagínate si de lo que te hablamos es de un coche que ha sido pilotado por dos bicampeones mundiales de rallyes, como es el caso de esta unidad que ves en las fotos.
Lancia tiene un pasado glorioso en rallyes, donde consiguió los seis primeros títulos de constructores desde que se instauró el Grupo A. Más allá del Stratos y del 037, la leyenda del Delta se forjó gracias a las 46 victorias que el equipo de fábrica consiguió a los mandos de Juha Kankkunen, Miki Biasion y Markku Alen, siempre con el coche reflejando los colores de Martini.
La unidad a la venta, conducida por Biasion.
Pero aquellos triunfos, que comenzaron con la versión 8 válvulas, se ampliaron cuando en 1989 llegó la variante 16V. Para entonces imperaba la potencia máxima de 300 CV que la FIA había impuesto, pero los ingenieros de Abarth (preparadores de esta versión ultra vitaminada) destinaron sus esfuerzos a ganar más par motor en la zona media de régimen y solo elevaron 15 CV la potencia, que subió de 280 a 295 CV.
Cambios mecánicos
Para ello lo equiparon con un turbocompresor Garrett más pequeño (tenía una respuesta más rápida), introdujeron la inyección electrónica, instalaron un intercooler más grande, dispusieron nuevas entradas de aire y por supuesto añadieron la culata multiválvulas, que debido a su mayor tamaño requirió una ‘joroba’ en el capó.
El coche, ya con los colores de Repsol.
Con esas premisas, Lancia construyó en 1991 la unidad con chasis 500852 y la preparó con especificaciones de asfalto. El coche salió de fábrica con los colores de Martini y se estrenó en el 59 Rallye de Montecarlo, una prueba que la marca de Turín había ganado en las cinco ocasiones anteriores.
Estrenado por Biasion
Miki Biasion, bicampeón del mundo, fue el que estrenó esta unidad matriculada entonces con placa de Turín (TO 92330P) junto a su copiloto de siempre, Tiziano Siviero. El resultado no fue el soñado porque se eligieron mal los neumáticos y el coche comenzó demasiado pronto a sufrir un problema en los frenos, así que no pudo aspirar al ritmo de Didier Auriol y bastante tuvo con luchar por la segunda plaza con su compañero de Lancia, Bruno Saby. Pero una inesperada retirada de Auriol en la última etapa hizo que Biasion ascendiera de forma sorpresiva a la segunda plaza final.
Tras la cita de Montecarlo, el coche regresó a fábrica y durante aquel año no se volvió a utilizar. Pero en 1992 decidieron retomarlo y Abarth lo preparó a la especificación Evo, la última y definitiva con la que contaría el Delta HF Integrale, que a simple vista se reconocía por los pasos de rueda más musculados y el prominente alerón trasero.
En manos de Trelles
Como a finales de 1991 Lancia había decidido dejar los rallyes, el Delta fue a parar en 1992 a manos del equipo Jolly Club, satélite de la marca, que lo puso en manos Gustavo Trelles. El uruguayo lo empleó en los rallyes de Nueva Zelanda y España, en los que consiguió la séptima y sexta plaza, respectivamente.
De nuevo el coche volvió a Turín y permaneció arrinconado a la espera de más momentos de gloria. Y estos le llegaron con los preparativos para la Carrera de Campeones de 1993, que se celebraba en un circuito de tierra de 2,6 km en Gran Canaria. A sus mandos esta vez se pondría el español Carlos Sainz, que aquella temporada conducía por fin un temido Lancia Delta Delta.
Sainz, en la final
Con tandas eliminatorias que disputaban los pilotos de dos en dos, Sainz eliminó con este Delta a Markku Alen y Ari Vatanen. Ya solo le esperaba Didier Auriol en la gran final. Pero entonces el español tuvo un fallo y se fue contra una paca de heno, causando daños en la sección derecha del coche.
Lancia retuvo el coche hasta octubre de 1996, cuando decidió vender el coche tal cual lo había traído de Gran Canaria. Su comprador, un coleccionista griego llamado Gas Volkmar, decidió que aquel golpe formaba parte de la historia y decidió que no lo restauraría. 20 años más tarde el coche obtuvo la certificación Lancia Classiche, que reconoce la autenticidad de chasis, motor y cambio, además de las citadas participaciones del coche en rallyes. Y en 2018 se vendió a su actual propietario, un británico que tampoco ha querido arreglar sus desperfectos ni cambiar los asientos de carbono-kevlar, pese a que rematriculó el coche para poder usarlo por vías públicas.
El coche vuelve a estar ahora en el mercado y lo vende el compra-venta de coches de lujo Girardo&Co, que no anuncia el precio. Pero teniendo en cuenta el precio de venta de algún otro coche de Carlos Sainz, podría acercarse al medio millón de euros.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.marca.com
Publicado el: 2025-07-09 04:22:00
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