‘A mí no me gusta cuando le ponemos apellido a la paz, la paz es la paz’: obispo de Tumaco, Nariño

El obispo de la Diócesis de Tumaco, monseñor Orlando Olave Villanoba, afirmó que los cambios de gobierno en Colombia y en los territorios han causado dificultades para consolidar la anhelada paz en el país, al tiempo que hizo serios reparos al gobierno del presidente Iván Duque.

El obispo de la Diócesis de Tumaco, monseñor Orlando Olave Villanoba, afirmó que los cambios de gobierno en Colombia y en los territorios han causado dificultades para consolidar la anhelada paz en el país, al tiempo que hizo serios reparos al gobierno del presidente Iván Duque.

Su declaración la hizo, tras su designación como nuevo obispo de la Diócesis de Ocaña por parte del papa Francisco, y tras siete años de apostolado en el puerto sobre el Pacífico nariñense.

“A veces los cambios de gobierno que ha habido tanto locales, como regionales y nacionales eso ha sido muy difícil”, anunció y luego añadió “sobre todo, del gobierno nacional que entiendan las dinámicas que vivimos en los territorios, lo digo con mucho respeto”.

El prelado fue aún más contundente cuando confesó:  “A mí no me gusta cuando le ponemos apellido a la paz, la paz es la paz”.

Tampoco le gusto hacer creer que lo que hizo el anterior gobierno no sirvió. “Yo estoy aquí desde el gobierno del presidente Santos, llegue ya con la firma del acuerdo de paz, y muchas de las cosas que nosotros decíamos en ese momento no se atendieron en el gobierno del presidente Duque”.

Inclusive, también recalcó que muchos de los planteamientos acerca del tema de la paz que hizo al actual gobierno del presidente Gustavo Petro, tampoco se tuvieron en cuenta en un municipio tan golpeado por la violencia, la presencia de los grupos armados y de cultivos de uso ilícito.

“Yo creo que eso es un problema para el territorio porque no se valora, podemos tener diferencias ideológicas, pero a veces los celos o creer que nosotros somos los únicos que tenemos la razón, eso daña procesos”, advirtió ante los medios de comunicación.

“Estamos casi siempre empezando”, indicó acerca de los altibajos que ha tenido Colombia en la aplicación y ejecución de una paz estable y duradera.

Sobre los diálogos de paz que actualmente impulsa el Gobierno Nacional con algunos grupos armados ilegales, dijo que “en este momento estamos viviendo momentos muy importantes para la construcción de la paz, como comunidad tenemos que empoderarnos de esos procesos, dentro de unos días vamos a tener aquí los diálogos con la Nueva Marquetalia, además nos han invitado a nosotros como Iglesia”.

“Aquí la paz no es lo que haga el Gobierno Nacional que tiene su tarea, o lo que haga el gobierno con la guerrilla, yo creo que todos nosotros como comunidad tenemos que ser constructores de paz”, insistió el religioso.

Desde su visión como jerarca de la iglesia en Tumaco consideró que “se puede desmovilizar la Nueva Marquetalia, se puede desmovilizar el Eln, pero si no hay una transformación territorial como dice el gobernador de Nariño, van a venir otros a copar nuestros territorios”.

‘Yo creo en la paz’

Después insistió en decir: «Yo creo en la paz, creo en los diálogos, no se pierde nada con apostarle a la paz”.

También hizo referencia en su intervención a la falta de religiosos en el territorio para que difundan el mensaje de Cristo, recalcando que durante el tiempo que ha permanecido como obispo de Tumaco ya se han ordenado 10 sacerdotes, al tiempo que lamentó la muerte de 3 religiosos durante la época de la pandemia.

Sobre el particular reconoció el esfuerzo que hacen los sacerdotes, los laicos y las religiosas en la región, al igual que invitó a las comunidades a trabajar juntas para alcanzar los propósitos deseados.

Se mostró muy confiado en que en el futuro se pueden saldar las grandes deudas que se tiene con las comunidades indígenas y afros, que en el caso del municipio de Tumaco al estar tan dispersas no reciben el apoyo esperado de los gobiernos de turno.

Finalmente aseguró que representa un gran desafío para él llegar a una región como Norte de Santander y Ocaña, que también sufren difíciles realidades por causa de la violencia.

MAURICIO DE LA ROSA

Especial para EL TIEMPO

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