‘Creí tanto en mi sueño que se hizo realidad’

Cada ‘no’ lo convirtió en un ‘quizá’ y creyó tanto en la posibilidad que terminó convirtiéndolo en un ‘sí’. Esta es la historia de Paola Alonso, una colombiana graduada como publicista, quien tras pasar más de diez años trabajando en su profesión se vio atrapada en una cotidianidad que amenazaba su bienestar emocional y la arrojaba al fango de la frustración cada lunes en la mañana.

Finalmente, aceptó una verdad que había estado evitando: su felicidad no estaba en su profesión, sino en el arte. Así, poco a poco, con lentejuelas y más brillos, empezó a darle luz a sus obras y también a su vida.

Para la bogotana no fue un camino fácil, sin embargo, pasó de vender dos de sus trabajos al mes a trabajar con grandes compañías como lo son Absolut vodka, Disney y Google. Para muchos, Paola fue arriesgada; para ella, creer en si misma fue la única llave que le abrió la puerta a su propia felicidad.

El amor por el arte siempre estuvo con ella

Paola nació el 28 de abril de 1984, recuerda admirar los accesorios brillantes de su mamá con una curiosidad interminable y así, a diferencia de muchos niños, se tomaba muy enserio su clase de arte en el colegio. “Recuerdo una tarea en especial. Consistía en decorar una letra del abecedario con lentejas, me gocé mucho esa actividad y para mí fue como el principio de lo que se empezaba a crear en mí y era el disfrute por el arte, aunque en ese entonces claramente no lo viera como tal”, explicó Paola.

Cuando terminó su colegio, llegó la preocupación de elegir una carrera profesional, la cual definiría su futuro. Pasaron noches en los que el insomnio se apoderaba de su mente, en su elección llegaban todas esas voces ajenas a la suya que le aconsejaban escoger una carrera que le gustara y que fuera una buena opción a la hora de buscar empleo.

Como un faro que iluminó su cabeza, después de investigar varias opciones, llegó la idea de estudiar publicidad como la respuesta a una carrera que estudian los creativos. “Yo escogí publicidad porque para mí, en ese momento, era lo más cercano al arte”.

Con la decisión tomada, Paola empezó sus estudios en la Universidad Central en Bogotá. Se graduó como publicista en el año 2006 y con la ilusión, la esperanza y la felicidad empezó a caminar rumbo a sus sueños. Aunque a diferencia de lo que algún día soñó y, conforme el tiempo avanzaba, la felicidad dejó de caminar a su lado.

Un nuevo despertar

Para los demás, Paola tenía su vida hecha, tenía un trabajo en lo suyo, trabajaba en una buena agencia de publicidad y le pagaban bien. “¿Qué más le pedía a la vida?”, le decían sus familiares y amigos al entablar conversaciones sobre sus carreras. Aunque estuviera agradecida con su empleo había algo en su corazón que no le permitía sentirse plena.

Por varios años ignoró ese malestar y se encaminó a dar lo mejor de sí en su trabajo. Poco a poco, sin que Paola se diera cuenta de cuándo se originó exactamente, empezó a tener cuadros depresivos y de ansiedad.

“Durante ese momento de mi vida, yo atravesaba emocionalmente un proceso muy difícil, no me sentía bien conmigo misma, dejé de disfrutar las pequeñas cosas e incluso llegué a sentir que si algo me pasaba a nadie le iba a importar”, comentó Paola con voz tenue.

Hubo otro sentimiento que para ella fue una alarma de que no podía dejar que se instalara de forma permanente en su vida: cada domingo se convertía en una carga nostálgica que le hacían detestar el lunes.

Un faro que seguir: un marranito de alcancía

A su oficina llegaron, para todos los empleados, marranitos para ahorrar, todos guardaron aquel objeto simple sin mayor reparo; Paola quiso decorarlo; compró lentejuelas de colores y lo volvió un nuevo objeto con más luz. Se sintió feliz, entretenida y con ganas de más.

Lo devolvió a su escritorio y sus compañeros admiraron el nuevo enfoque que le había dado: “Esta genial, ¿en cuánto me vendes uno?”, le preguntó una colega. Sin buscarlo, se había agarrado de la primera liana artística. Aceptó la encomienda y empezó en sus tiempos libres a decorar marranos con lentejuelas. Después, pensó la posibilidad de que las personas ahorraran en otras figuras.

“Me puse a pensar: ¿por qué la gente siempre ahorra en marranos?, ¿por qué no pueden ahorrar en frutas? o ¿Por qué simplemente diseñar estas frutas con lentejuelas?”, comentó Paola con un brillo en sus ojos.

Hizo bananos, manzanas, marranos con alas, cerezas, ponqués… todos y cada uno repletos de lentejuelas. “Inicialmente en estos trabajos me demoraba eternidades, incluso meses. Aunque yo estaba emocionada, era más un hobby y vendía uno al mes”.

“La idea de empezar a vender objetos brillantes hechos por mi cada vez se instauraba en mi cabeza. Había gente que me decía que no lo hiciera, que estaba loca, qué cómo iba a dejar mi trabajo por eso”, recuerda.

Aunque Paola entendía sus preocupaciones, en el año 2016 con 30 años y teniendo un poco de ahorros, pasó su renuncia en aquella agencia de publicidad en la cual llevaba más de 10 años. Y así empezó, con pocos pronósticos de éxito, a labrarse un camino que con solo su intuición se animó a seguir.

Emprender en Colombia: un reto difícil pero no imposible

Con sus ahorros gastó en materiales y dejó que su cabeza tomara cada idea y la plasmará por más “tonta” que pareciera. “Me pregunté por qué el brillo y por qué este siempre se asociaba con lo elegante o sofisticado. Quise irrumpir esa idea y trasladé ese brillo a artículos de cualquier tienda en Colombia”.

Paola les dio un nuevo enfoque a paquetes de papas, gaseosas, maicena, bombombunes. “Me di cuenta de que, así como había gente que le parecía bonito y diferente, había muchos otros que les molestaba de sobremanera que productos tan básicos fueran transformados así, me dejaban muchos comentarios desaprobando la idea”.

Además, la desanimaba que no hubiera tantas convocatorias en Colombia: “Hoy en día lo sigo pensando, aquí necesitamos más oportunidades para que los artistas tengamos más visibilidad, las convocatorias son contadas con las manos y muchas veces, después de cierta edad, ya no hay oportunidad para nadie”.

Paola cambió las salidas a tomar y las interminables series de las plataformas de streaming por tiempo en crear, innovar y salir a mostrarle al mundo lo que había hecho. Todos sus proyectos los subía a sus redes sociales y empezó a tener más audiencia y así a ser contactada por marcas u otros artistas con los que compartió galerías.

Como emprendedora pasaba por altas y bajas, vendía, pero no lo suficiente, llegó a no tener ni para el bus. Pero su suerte empezó a cambiar, un día la contactó ‘Revista Nueva’ y le pidió la elaboración de cientos de flores brillantes, un producto que nunca había hecho. Paola aceptó y así tomó una segunda liana que la impulsó hacia un nuevo emprendimiento.

Nace ‘Novias inmarchitables’: un proyectó que encapsula un recuerdo preciado

Tras la colaboración con la revista le sobraron algunas flores y quiso venderlas: “Inicialmente vendía una que otra flor, pero sabía que la persona que me compraba no volvería a comprarme porque es una flor que siempre le va a durar, así que seguí pensando qué más podía hacer”.

A través de redes sociales la contacto una amiga y le pidió que le hiciera un arreglo floral para su matrimonio. A Paola esa idea le iluminó la cabeza: “Miles de novias se casan al año y todas queremos preservar un recuerdo, que mejor que el arreglo floral que nunca se marchite”.

Así, en el año 2017, fundó ‘Novias inmarchitables’, una empresa que fue un éxito para la audiencia que la seguía y empezó a tener clientes de Colombia y otros países. Asimismo, como una gran bola de nieve, empezó a ser contactada por otras empresas, como lo fue Absolut Vodka.

“No existen ideas tontas ni proyectos que no valgan la pena empezar. Hay que empezar a creer en uno mismo, mientras que eso suceda es suficiente para luchar por nuestros propios sueños por difíciles o insignificantes que parezcan en un principio”.

En el año 2018 trabajó para Selfridges, una reconocida cadena de almacenes en Reino Unido y en 2019 pasó a trabajar con Yanbal. Poco a poco, cuando creía que la vida no podía sonreírle más, fue contactada por Google para crear, a su estilo, la letra ‘G’ con el objetivo de representar a las mujeres.

“Yo sentía que el universo me estaba contestando de manera positiva a mi decisión de ser artista, por fortuna, sin esperarlo me empezaban a contactar y eso me hacía muy feliz, era un sueño cumplido”.

En el año 2020 fue contactada por Disney Pixar, en esta colaboración elaboró dos reconocidos personajes de películas: Tristeza (Intensamente) y Forky (Toy Story). En los siguientes años, hasta la actualidad, ha trabajado con Nescafé Dolce Gusto, Toho Beads (Japón), Felisa Beauty (Brasil) y Jessica Butrich (Diseñadora peruana).

Hoy en día, Paola continúa con su marca para novias, también conoció otros dos amores: su pareja y su perrito. Le da las gracias a su disciplina por lograr los sueños que creyó inalcanzables y de vez en cuando comparte su historia de vida en conferencias para jóvenes y adultos.

“Algunas veces pienso qué sería de mi si nunca hubiese tomado la decisión de arriesgarme con el arte y, aunque eso nunca lo sabré, de seguro estaría bien. Pero ahora, en este punto de mi vida, creo con firmeza que esta es la versión de mi vida que posiblemente más me hizo feliz y con esa certeza me quedo”, concluye.

VANESSA PÉREZ CASTELLANOS

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