Apenas unos minutos después de las nueve de la noche (hora local), con el traje azul y la corbata roja de las grandes ocasiones, semblante muy serio, puño en alto y una venda en la oreja derecha, el ex presidente Donald Trump apareció anoche por primera vez en público tras el atentado que casi le cuesta la vida el sábado.
Lo hizo, rompiendo la tradición, en la última sesión del día, para clausurar la primera jornada de la Convención Nacional que el Partido Republicano celebra en la ciudad de Milwaukee, en Wisconsin, uno de los ‘battleground states’, los estados que están en liza y decidirán las elecciones. Apareció, apenas 51 horas después de ser evacuado con sangre del mitin de Pensilvania, rodeado por más de una decena de escoltas del Servicio Secreto, con el God Bless America de Lee Greenwood sonando de fondo y sus hijos aplaudiendo desde la tribuna.
Aguantó algo más de 50 minutos, dos o tres intervenciones, especialmente muy larga del líder de uno de los grandes sindicatos del país, invitado por primera vez en la historia al gran evento del partido que tradicionalmente empatiza más con la patronal, y que lo definió como un «hijo de puta duro» en el sentido más coloquial, cariñoso y elogioso de la expresión. Y con eso se retiró algo más animado, saludando e incluso acercándose al público, para desesperación de su equipo de seguridad.
Fue sin duda el momento más esperado y especial del día, muy por encima del anuncio de que el senador J. D. Vance será su vicepresidente si gobierna. Aunque no estuvo confirmado hasta la tarde, decenas de miles de delegados y simpatizantes esperaron pacientemente abarrotando el recinto principal del estadio en el que juegan los Bucks de la NBA con la esperanza de poder ver, animar y aplaudir al candidato, al ídolo, al ex presidente víctima de un atentado. Normalmente, el aspirante a presidente sólo aparece junto al aspirante a vicepresidente la tercera noche de la semana.
Donald Trump durante la Convención Nacional del Partido Republicano.EFE
Trump entró serio, con un gesto duro, saludó y subió a la zona donde le esperaban los vips, empezando por Tucker Carlson, el ex presentador de la cadena Fox y la primera persona que le estrechó la mano. Allí estaban también algunos senadores, gobernadores, el propio Vance y algunos miembros de su familia, visiblemente emocionados.
Trump, sin embargo, no era el de siempre, el de los grandes eventos y mítines. Parecía abstraído, muy pensativo, sonriendo con esfuerzo ante los constantes elogios de público y oradores. No había entusiasmo, euforia, sino más bien cansancio, físico y probablemente emocional. Muy pocas palabras, unos pocos intercambios con su círculo cercano y saludos a los fans a distancia, que gritaban «USA, USA» y «pelea, pelea, pelea».
Elon Musk, en el mayor donante de la campaña de Trump
Las encuestas le favorecen, el entusiasmo está de su lado, una juez de Florida desestimó uno de los casos legales más peligrosos para él y el dinero empieza a llegar a un ritmo superior al de los rivales. Elon Musk, por ejemplo, aportará hasta 45 millones de dólares de su bolsillo, cada mes, para costear lo que se conoce como una Super PAC, un vehículo que permite evitar los límites individuales para la financiación de campañas. Lo hará, según adelantó anoche The Wall Street Journal, junto a algunos millonarios amigos suyos, como Joe Lonsdale, uno de los fundadores de Palantir Technologies (una de las empresas del gurú Peter Thiel, una de las grandes figuras que están pagando la revolución conservadora) o los hermanos Winklevoss, que después de perder una batalla muy célebre con Mark Zuckerberg por Facebook, hicieron fortuna con las criptomonedas.
Según el periódico Musk, que siempre presume de independencia, asegura no ser Republicano, pero sistemáticamente aplaude sus decisiones y celebra nombramientos como el de Vance, pondrá su dinero a trabajar para «persuadir a los electores para que voten anticipadamente y soliciten papeletas por correo en estados indecisos», intentando contrarrestar los esfuerzos en el mismo sentido de la campaña de Biden. En marzo había dicho específicamente que no daría dinero a ninguna de las dos partes.
Aunque sea el hombre más rico del planeta, con más de 250.000 millones de dólares, el monto de la donación es astronómico. Las cifras de aportaciones políticas no siempre son conocidas, pero la mayor que se conocía hasta ahora para las elecciones de noviembre era de unos 50 millones, de uno de los herederos del banquero Thomas Mellon.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elmundo.es
Publicado el: 2024-07-16 01:11:04
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