Por siglos, el patrimonio de la Iglesia Católica ha sido un secreto bien guardado, alimentando especulaciones e incluso leyendas. Desde la famosa frase “vende el Vaticano y acaba con el hambre” hasta cifras que se pierden entre palacios, arte sacro y vastas propiedades, la riqueza e influencia del Vaticano se ha mantenido en la sombra. Pero con el pontificado de Francisco, algo empezó a cambiar.
En 2021, por primera vez desde su creación en 1967, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) publicó un balance financiero público. Esta nueva política de transparencia reveló que solo en 2023, el Vaticano obtuvo más de 52 millones de dólares en beneficios y administra activos por más de 1.000 millones —sin contar terrenos, inmuebles o arte.
Inversiones, tierras y un banco propio
Una parte clave de los ingresos proviene de la gestión de más de 5.000 propiedades, muchas de ellas alquiladas, que generan ingresos netos de hasta 40 millones de dólares anuales. A esto se suma el Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el “Banco del Vaticano”, que administra miles de millones en activos.
Sin embargo, los números oficiales apenas cubren la economía del pequeño Estado del Vaticano. Cada diócesis del mundo gestiona sus propios recursos, haciendo imposible calcular el valor total de la Iglesia. Se estima que posee entre 71 y 81 millones de hectáreas en el planeta, lo que la convertiría en uno de los mayores terratenientes del mundo.
Una fortuna que empezó con Constantino

La acumulación de bienes comenzó en el siglo IV, cuando el emperador Constantino convirtió al cristianismo en la religión oficial del Imperio Romano. Desde entonces, la Iglesia pasó de ser perseguida a ser una institución privilegiada, con donaciones de oro, tierras y palacios que sentaron las bases de su riqueza actual.
Durante siglos, este poder se afianzó mediante alianzas políticas y territoriales, hasta el establecimiento del Estado Vaticano moderno en 1929, gracias a un acuerdo con Benito Mussolini, quien inyectó una fortuna a la Santa Sede como reparación por tierras arrebatadas durante la unificación italiana.
Alemania, EE. UU. y Brasil: los pilares financieros
Hoy, países como Alemania y Estados Unidos sostienen gran parte de la economía vaticana. En Alemania, el impuesto eclesiástico “kirchensteuer” recauda más de 7.000 millones de dólares anuales. En EE. UU., donaciones privadas y vastas redes de universidades, hospitales y escuelas garantizan ingresos millonarios.
Brasil, por su parte, alberga el santuario mariano más visitado del mundo: Nuestra Señora de Aparecida, que genera alrededor de 240 millones de dólares al año gracias al turismo religioso.
El problema no es el dinero, sino el silencio
Aunque la Iglesia defiende que ninguna propiedad está a nombre de personas físicas, los lujos y excesos de ciertos obispos y cardenales han generado escándalos en países como Alemania, donde se descubrió que parte del dinero de los fieles financiaba palacios, autos de lujo y residencias millonarias.
“El problema no es la fortuna, sino la opacidad”, dijo el Papa Francisco. Y remató: “El dinero siempre es un traidor”. Su insistencia en la transparencia busca que la Iglesia se mantenga fiel a los valores que predica, y no a las riquezas que posee.
[Fuente: BBC]
Fuente de TenemosNoticias.com: es.gizmodo.com
Publicado el: 2025-05-11 10:02:00
En la sección: Gizmodo en Español