El hielo se convirtió en uno de los objetos más preciados. En poblados cercanos, en donde la red eléctrica llega, los almacenes lo venden en botellas de plástico recicladas de dos o tres litros. Cuesta más o menos mil pesos cada una de ellas, algo que equivale a un dólar.
Cada semana, una familia de cuatro personas puede llegar a comprar más de 15. No solo es crucial para tener agua fresca, sino para complementar la refrigeración de carne, leche y otros alimentos que puedan pudrirse rápido.
Dentro de las casas, no hay ventiladores y mucho menos aire acondicionado. Y aunque lo tuvieran no habría electricidad suficiente para hacerlos arrancar. Corriente hay, pero alcanza para unos tres focos como mucho.
Hasta hace 10 años, la comunidad solo conocía la electricidad por los pueblos cercanos que tenían. Para iluminarse, usaban un candil de kerosene o nafta que improvisaban con una ánfora y un grueso cordón de algodón.
El Proyecto de Energías Renovables en Mercados Rurales (Permer) comenzó en 1999, durante el gobierno de Carlos Saúl Menem, para ampliar el acceso a la energía y fomentar la transición energética en zonas rurales aisladas.
Instaló energías renovables en hogares, escuelas, redes comunitarias y proyectos productivos hasta diciembre de 2023, cuando el gobierno libertario dejó de ejecutar su presupuesto, financiado principalmente por un préstamo del Banco Mundial que se venía renovando desde el inicio de este proyecto gubernamental.
En junio de 2023, el proyecto contaba con 229 000 beneficiarios en 19 provincias de Argentina. Se implementó en 13 minirredes comunitarias, más de 34 000 hogares, 671 escuelas, 836 instituciones públicas y 6860 usos productivos.
En Chaco, específicamente en el Impenetrable, llegó a comunidades criollas e indígenas casi 20 años después del inicio del Permer.
Existen cuatro tipos de acceso a la electricidad en esa zona. El más constante y potente es el de las personas que tienen conexión a algún tipo de red eléctrica.
La energía de red puede provenir de generadores a gas que vienen de Nueva Pompeya, o de la gigantesca represa binacional Yacyretá, en el río Paraná, entre Argentina y Paraguay. Después están los que tienen el Permer, que poseen un panel solar de 50 vatios. Unos pocos tienen generadores de diésel. Y por último, están los que no tienen ningún tipo de energía.
La electricidad en la zona es una necesidad y, a la vez, una herramienta política utilizada como promesa de campaña o medio de presión. Mientras tanto, al menos 600 familias tienen un acceso precario o nulo al servicio, formando parte de 5 % de la población argentina en pobreza energética.
Fuente de TenemosNoticias.com: ipsnoticias.net
Publicado el: 2025-05-28 05:31:00
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