El último estudio del equipo, subido al servidor de preimpresión arXiv en mayo de 2025, profundiza en lo fácil que podría ser para cualquiera de los asteroides coorbitales de Venus, incluidos aquellos que los astrónomos aún no han encontrado, acabar en estas órbitas precarias. Para averiguarlo, crearon asteroides virtuales y simularon sus múltiples viajes orbitales potenciales 36 000 años en el futuro.
Muchos factores podrían perturbar las órbitas de estos objetos a lo largo de tantos años, por lo que es imposible realizar predicciones realmente precisas. Sin embargo, las simulaciones llegaron a algunas conclusiones generales. La primera es que un asteroide coorbital de Venus tiene más probabilidades de acercarse a la Tierra si pasa de una órbita circular a una considerablemente alargada, ya que entonces se desplaza por una zona más amplia del sistema solar interior, incluida la vecindad de nuestro propio planeta.
La segunda, más sorprendente, es que algunos asteroides logran llegar al espacio cercano a la Tierra incluso si parten de una órbita solo ligeramente alargada. Parece que sus caóticos viajes por el espacio, llenos de perturbaciones gravitacionales, pueden acabar lanzándolos hacia nosotros.
Pero, para ser claros, estas órbitas potencialmente preocupantes se desarrollan a lo largo de muchos milenios. «No es algo por lo que haya que alarmarse, ya que estos asteroides siguen siendo relativamente estables dinámicamente en escalas de tiempo humanas», sostiene Sheppard.
Para Marco Fenucci, especialista en dinámica de objetos cercanos a la Tierra de la Agencia Espacial Europea, el artículo crea conciencia sobre estos asteroides relativamente misteriosos en la órbita de Venus. Y eso es algo importante, añade: no sabemos mucho sobre ellos, incluyendo su tamaño, sus dimensiones y sus órbitas, porque nos cuesta encontrarlos con los telescopios actuales.
Dos instalaciones que se inaugurarán próximamente facilitarán considerablemente esta tarea. La primera, el Observatorio Vera C. Rubin, propiedad de Estados Unidos, situado en Chile, entrará en funcionamiento oficialmente en las próximas semanas. Con un enorme campo de visión, puede ver grandes extensiones del cielo nocturno de una sola vez, y su gigantesco conjunto de espejos puede recoger tanta luz estelar que incluso los objetos más pequeños y tenues pueden verse.
En solo tres a seis meses, el observatorio podría encontrar hasta un millón de nuevos asteroides, duplicando así el total actual. Meg Schwamb, científica planetaria de la Queen’s University de Belfast que no participó en la nueva investigación, explica que Rubin también llevará a cabo sus propios estudios crepusculares, del mismo tipo que los que se utilizan hoy en día para buscar asteroides cercanos a Venus.
Si estos sondeos se llevan a cabo a lo largo de la próxima década, «Rubin podría encontrar entre el 40 % y el 50 % de todos los objetos mayores de unos 350 metros en la población del interior a la órbita de Venus», afirma Mario Jurić, astrónomo de la Universidad de Washington y que no participó en la nueva investigación. Pero, como ocurre con todos los telescopios ópticos terrestres, Rubin seguirá teniendo que enfrentarse al resplandor del Sol y a la atmósfera de la Tierra.
Siempre que el Gobierno federal decida seguir financiando la misión (algo que no está garantizado), la NASA lanzará también en los próximos años un observatorio espacial dedicado a la caza de asteroides, el Near-Earth Object (NEO) Surveyor. Sin la obstrucción de la atmósfera terrestre, buscará rocas espaciales observándolas a través de un telescopio infrarrojo de alta sensibilidad, lo que significa que podrá ver las ocultas por el sol luminoso.
Ni siquiera los asteroides que se escabullen cerca de Venus podrán esconderse del NEO Surveyor. Y, por último, dice Carruba, «podremos ver si la amenaza de impacto es real o no«.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.nationalgeographicla.com
Publicado el: 2025-06-30 06:58:00
En la sección: National Geographic