Costa Careyes fue fundado por el empresario italiano Gian Franco Brignone en 1968 como un enclave de lujo en armonía con la naturaleza. Su visión era clara: lujo sin destrucción. Solo el 2% del terreno está urbanizado con arquitectura orgánica, materiales locales, ventilación natural cruzada y una fuerte integración con el paisaje.
Aquí se vive una fusión entre el modernismo mexicano y el diseño orgánico mediterráneo. Casas pintadas en colores vibrantes, muros de adobe, techos de palapa, formas curvas y estructuras abiertas que enmarcan el paisaje. Muchas construcciones fueron diseñadas por el arquitecto Diego Villaseñor con influencias de Luis Barragán: énfasis en la luz, el silencio y la integración con el entorno.
“Este no es un lugar como otros resorts”, diría más tarde su hijo Giorgio Brignone. “Aquí se vive la naturaleza. No se le impone nada”. Esa filosofía atrajo no solo a viajeros, sino a científicos atraídos por la extraordinaria riqueza ecológica de la adyacente Reserva de la Biósfera Chamela-Cuixmala, una de las pocas zonas de selva tropical caducifolia bien conservadas del mundo.
Reconocido por el gobierno mexicano como Reserva de la Biósfera desde 1994, este santuario de 14 160 kilómetros (35 000 acres) de selva tropical, al que Careyes aportó más de 1000 hectáreas (2500 acres), y en 2019 sumó 200 hectáreas del Rancho Don Andrés, donde se encuentran Playa Teopa y los campos de polo de Careyes, como Área Destinada Voluntariamente a la Conservación (ADVC), reconocida por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), es el hogar de más de 1200 especies de plantas, 270 de aves y 70 de mamíferos, incluidos jaguares, pumas y ocelotes.
Sus ecosistemas costeros y marinos, con estuarios, manglares y playas prístinas, brindan un hábitat ideal para la anidación de varias especies de reptiles como el cocodrilo americano, y tortugas marinas, entre ellas, la carey. Esta biodiversidad, junto con las condiciones únicas del clima y la geografía, lo han convertido en un laboratorio natural y un refugio vital para la conservación.
Con el tiempo, las acciones de protección que comenzaron de forma espontánea se fueron institucionalizando. Así nació Fundación Careyes, presidida hoy por otro hijo de Gian Franco: Filippo Brignone. “Creamos la fundación para agradecer a las comunidades que siempre nos han apoyado. Y entendimos que la mejor forma de hacerlo era a través de la educación y el cuidado del entorno”, explica.
Desde entonces, la fundación ha establecido colaboraciones clave con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a través de su Estación de Biología Chamela, y con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), para respaldar investigaciones científicas, monitoreos de biodiversidad y proyectos de conservación en el Santuario de Playa Teopa y sus alrededores.
Hoy, la fundación realiza monitoreo de temperatura en los nidos para entender cómo el cambio climático influye en la proporción de sexos, capacita guías locales junto con la Secretaría de Turismo de Jalisco, gestiona una clínica comunitaria que brinda atención médica gratuita a más de 30 comunidades, y crea protocolos para playas de anidación y evaluación de amenazas como saqueo y depredación natural, usando sensores térmicos y transmisores satelitales. Todo este conocimiento se comparte con las comunidades para reforzar la conservación a largo plazo.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.nationalgeographicla.com
Publicado el: 2025-06-13 08:13:00
En la sección: National Geographic