El peligro que representa ser mujer

En las calles de la capital boyacense y en todo el mundo la incertidumbre y miedo aumentan para el género femenino. 

Carolina Coronado

Esta manifestación no se trata de minimizar los problemas actuales que no distinguen de género, la intención es, verdaderamente, concientizar y advertir sobre la realidad del día a día de la vida de una mujer. 

Nueve de cada diez mujeres, o mejor dicho, prácticamente todas las mujeres se sienten inseguras al salir a la calle, permanecer en una parada de bus, caminar por un sendero a altas horas de la noche, salir de fiesta e incluso estar en su casa, lugar de trabajo o estudio. La mirada despreciable y las palabras disfrazadas de cumplidos no distinguen de estratos ni locación. Mientras unos acosan agrediendo, otros lo hacen ejerciendo violencia psicológica, económica y hasta mediática.

En general, la ciudadanía sufre constantemente las consecuencias del acoso, sin embargo, al ser mujer se corren otros peligros adicionales de los cuales no se habla a menudo. Por el contrario, se minimiza y culpa a quienes son víctimas directas de la persecución, el secuestro, violación, intentos de abuso, violencia física y, desafortunadamente, feminicidios, lo que representa una grave problemática y retroceso en la sociedad.

Los recientes casos nos quiebran la voz y destrozan el alma, todas las pérdidas injustas en manos de personas despreciables que carecen de toda sensibilidad y humanidad. La pérdida de otra mujer para nosotras representa un duelo y vacío incurable, mientras para los políticos representa la oportunidad de llenarse la boca de condolencias efímeras y bombardear las redes sociales con palabras vacías. No sirve de nada, sus palabras son inútiles si desde su posición y usando corbata también ejercen la violencia de género.

Las mujeres nos encontramos consternadas, somos hijas, madres, abuelas, tías, sobrinas, amigas; ninguna se escapa del miedo y la incertidumbre, pues la mirada morbosa y el acoso no distingue de raza, edad, estrato… Nos dicen que el peor enemigo de una mujer es otra mujer, pero no se dan cuenta de quienes encarnan el miedo real que nos tiene recorriendo calles en busca de justicia.