En la historia de la física, Maria Goeppert Mayer fue la segunda mujer en recibir el Premio Nobel de Física, después de Marie Curie, y su revolucionario modelo de capas nucleares transformó nuestra comprensión de la estructura atómica. Su vida y obra son un testimonio del talento, la perseverancia y la lucha contra la discriminación de género en la ciencia del siglo XX.
Los primeros pasos de una mente brillante
Nacida el 28 de junio de 1906 en Kattowitz, en aquel entonces parte del Imperio Alemán (hoy Katowice, Polonia), Maria creció en un entorno familiar académico. Su padre, un médico universitario, alentó su curiosidad intelectual desde temprana edad. En 1924, ingresó a la Universidad de Göttingen, uno de los centros neurálgicos de la física teórica de la época, donde estudió con figuras como Max Born y Werner Heisenberg.
Obtuvo su doctorado en física teórica en 1930, especializándose en espectroscopía molecular. Ese mismo año se casó con el químico estadounidense Joseph Mayer y se trasladó a Estados Unidos.
El exilio científico: talento en la sombra
A pesar de su extraordinaria formación y capacidades, Maria Goeppert Mayer enfrentó años de discriminación de género. Durante décadas, trabajó sin sueldo o en puestos auxiliares en universidades como Johns Hopkins, Columbia y la Universidad de Chicago. Su talento era innegable, pero su condición de mujer casada impedía que muchas instituciones la contrataran oficialmente.
Esto no detuvo su avance intelectual. Mientras colaboraba en proyectos científicos sin un cargo formal, Maria comenzó a interesarse por la estructura del núcleo atómico, un tema de vanguardia en la física nuclear.
(Foto: Wikimedia Commons)
El modelo de capas nucleares: un hito en la física moderna
En la década de 1940, Maria trabajó en el proyecto Manhattan, y poco después comenzó a desarrollar lo que sería su modelo de capas nucleares. Publicado en 1949 de forma independiente —y simultáneamente con el físico alemán J. Hans D. Jensen—, el modelo proponía que los protones y neutrones en el núcleo atómico se organizan en capas discretas, similar a los electrones en los niveles de energía de un átomo.
Este modelo explicaba de manera precisa por qué ciertos números de nucleones (protones y neutrones) producían núcleos especialmente estables: los llamados «números mágicos» (2, 8, 20, 28, 50, 82, 126).
En 1963, Maria Goeppert Mayer fue galardonada con el Premio Nobel de Física, compartido con J. Hans D. Jensen y Eugene Wigner. Fue un reconocimiento tardío, pero fundamental, a su contribución histórica.
Maria Goeppert Mayer no solo dejó una marca profunda en la física nuclear; su historia también se convirtió en un símbolo de la lucha por la equidad de género en la ciencia. Su perseverancia, incluso frente a barreras institucionales y culturales, ha inspirado a generaciones de científicas.
Murió en 1972, pero su nombre permanece inscrito en la historia de la física, tanto en las ecuaciones que describen los núcleos atómicos como en los programas que promueven la igualdad en las ciencias exactas.
¿Por qué sigue siendo relevante hoy?
En un mundo donde el avance científico depende cada vez más de la colaboración y la inclusión, la figura de Maria Goeppert Mayer es más relevante que nunca. Su historia nos recuerda que el genio no tiene género, y que la ciencia avanza mejor cuando derriba barreras en lugar de erigirlas.
Además, su modelo de capas sigue siendo fundamental en la física nuclear moderna, con aplicaciones que van desde la medicina hasta la energía y la astrofísica.
Fuente de TenemosNoticias.com: noticiasdelaciencia.com
Publicado el: 2025-06-02 04:00:00
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