Por: Padre Narciso Obando
Nada es regalado en la vida, solo el esfuerzo y el trabajo producen frutos. Así es y así debería ser siempre, pero en los últimos tiempos una pequeña parte de nuestra sociedad aboga por lo contrario, alentados por algunas personas que con su ideología hacen creer a las personas que ganarse la vida con esfuerzo día a día es una estupidez, como si las cosas y el dinero para conseguirlas saliera de la nada.
El esforzarnos por hacer realidad nuestros sueños nos llena de fortaleza, paciencia, tolerancia, generosidad, valores primordiales y esenciales en la vida de una persona y se elimina de paso la idea equivocada, de que todo llega sin hacer nada, porque es bien sabido que los grandes éxitos se van cultivando con el tiempo y el esfuerzo.
Los grandes hombres y las grandes mujeres son aquellos que se esfuerzan sin descanso para hacer realidad sus anhelos. Son todas aquellas personas que se levanta cada día y salen a ganarse el pan de cada día con el sudor de su frente: Esos son los grandes hombres y mujeres de ayer, hoy y siempre.
No nos engañemos, el esfuerzo es dignidad, es intentar hacer las cosas lo mejor posible, con una sonrisa, con ganas de seguir luchando día a día, hora a hora y minuto a minuto por alcanzar buenos propósitos; al mismo tiempo nos permite ser conscientes de los errores que cometemos y buscar alternativas, aunque ese día tengamos que trabajar el doble, eso es dignidad y esfuerzo.
Los logros a nivel personal, laboral, familiar, etc. se debe en realidad a muchas noches en vela, al esfuerzo cotidiano, a los sacrificios y a esa batalla constante donde no cabe la rendición.
Es así como los resultados que cosechamos en las diversas áreas de nuestra vida responden a este esfuerzo consciente y enfocado que efectuamos en el día a día de nuestro transitar por la vida.
En muchas circunstancias, cuando nos esforzamos para alcanzar una meta, podemos sentir miedo, pero también nos hace sentir que estamos vivos. En estas situaciones es cuando sacamos a la superficie aquellas capacidades y potencialidades que se mantenían dormidas dentro de nosotros.
Nunca enseñemos a nuestros hijos que las cosas se consiguen fácilmente, porque todo tiene un precio y así ellos aprenderán que todo se consigue con esfuerzo, constancia, paciencia y trabajo. Esa es una de las grandes enseñanzas que debemos dejar a las futuras generaciones.
Esforzarse por llegar a la cima, es mirar el mundo que nos rodea con todas las dificultades que tiene, y decirse a uno mismo: Yo pienso luchar y seguir adelante, y no pararé hasta que lo consiga. No me rendiré nunca.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.diariodelsur.com.co
Publicado el: 2024-08-15 12:00:04
En la sección: Diario del Sur