- El siguiente relato es sobre cómo me tocó sortear la burocracia del Estado para tratar de obtener el documento
Ya estoy a punto de entrar. Mientras aguardo mi turno repaso si tengo lo que supongo que necesito para completar el trámite: cédula de identidad y una carpeta para no arrugar el certificado de antecedentes penales que espero recibir. Solo es cuestión de minutos, o eso creo yo. En la cola, ubicada en las afueras del Ministerio de Interior Justicia y Paz, en la avenida Urdaneta (Caracas) hay personas que llegan de muchas partes de Venezuela.
Yo vine la semana pasada, pero la cola dentro del ministerio era eterna y tenía otras diligencias que hacer ese día, espero que hoy sí pueda retirarlo”, cuenta una señora que está justo detrás de mí en aquella fila de unas 20 personas. Según oigo, la cola suele ser más extensa en las primeras horas de la mañana, así que hoy me puedo considerar “afortunada”.
Son alrededor de las 9:30 am de un lunes del mes de octubre y el sol que irradia con fuerza acentúa el calor y el cansancio entre los que hacen fila para retirar el certificado de antecedentes penales, un documento que hasta hace unos meses se emitía de forma rápida y sencilla vía online, pero desde principios del mes de agosto, con la caída de la página, se volvió imposible de tramitar.
Hasta hace poco la única solución era hacer la solicitud de forma presencial en Caracas, lo que obligó a muchas personas del interior del país a viajar a la capital, mientras que a los venezolanos en el exterior les tocó recurrir a un familiar o pagar a un gestor para que hicieran ese trámite en su nombre.
Hasta ahí no parece ser un proceso tan engorroso, pero en Venezuela cualquier trámite, por simple que sea, termina siendo una odisea que llena de angustia y frustración al que solo aguarda por soluciones. No en vano, es uno de los países más burocráticos de Latinoamérica, de acuerdo con Atlas Network y su Índice de Burocracia para América Latina 2023.
Paso 1: la cola frente al edificio París
La travesía para solicitar los antecedentes penales no inició aquel lunes caluroso en el Ministerio de Interior, Justicia y Paz. Los recaudos para que te aprueben el documento (fotocopia de cédula de identidad, carta de exposición de motivos y carta de autorización, si hace el trámite a un tercero) se entregan en las afueras del edificio París, ubicado en la plaza La Candelaria, o así era hasta mediados de octubre, pues con la supuesta habilitación de la página ya no se ofrece el trámite presencial.
Allí un grupo de trabajadores reciben los recaudos de las personas que hacen fila desde temprano y les indican el día que deben retirar sus antecedentes.

Yo hice este procedimiento un miércoles. Ese día la cola para entregar los recaudos llegaba casi a la iglesia de La Candelaria (a unos pocos metros) y corría rápido. Fue un proceso sencillo y eso me pareció extraño, aún más cuando los trabajadores me indicaron que el viernes podría ir a retirar el certificado en el Ministerio de Interior, Justicia y Paz, a dos cuadras de la plaza.
“¿Así de fácil?”, me pregunté incrédula. Y es que siendo sinceros, en Venezuela todo lo que implique a un organismo del Estado incluye colas, horas de espera y frustración.
Paso 2: El ministerio
El día que tenía pautado asistir al Ministerio de Interior Justicia y Paz (un viernes), no pude hacerlo, así que decidí ir el lunes siguiente alrededor de las 9:00 am. Después de todo, era solo retirar un documento. ¿Qué podría salir mal?
Cuando llegué al ministerio alrededor de 20 personas hacían fila, mientras yo aguardaba mi turno presenciaba cómo los vigilantes le explicaban a algunas personas que no podían ingresar con jeans rotos, tampoco con escotes pronunciados, lineamientos que son típicos en los organismos gubernamentales, pero que siempre generan descontento en quien solo quiere culminar su trámite con éxito y en el menor tiempo posible.
Unos 40 minutos después de hacer fila ingresé al edificio donde entregan el documento. En la entrada verifican lo que llevas en la cartera, luego te pasan por un detector de metales y te dan instrucciones sobre hacia dónde debes dirigirte.
Yo entré en un lote de 10 personas. Esperamos el ascensor para llegar al piso 5, donde se realiza la entrega de los antecedentes penales, cuando se abrieron las puertas, una mujer en la recepción anotaba los datos del solicitante del certificado. No había más instrucciones, solo esperar, y eso hicimos.

Pasamos unos minutos en aquella sala hasta que una chica nos pidió ingresar, sin orden establecido y sin respetar el orden de llegada. Las personas entraron a empujones esperando recibir su documento.
Nos llevaron a una sala donde el aire acondicionado no funciona, no hay ventilación y apenas un par de bombillos alumbran. Allí estuvimos más de 20 minutos hasta que a un lote de ocho personas nos pasaron a otra sala con características similares. En aquel lugar un empleado del ministerio comenzó a dictar nombres y a entregar antecedentes.
Respiré aliviada cuando inició el proceso. Aguardé tranquila, a la espera de que llegara mi turno, pero nada. Cuando el hombre terminó de nombrar aquella lista, salió de la sala sin decir más.
Paso 3: la espera
Yo no fui la única que se quedó sin documento, de hecho en la sala había personas que esperaban por sus antecedentes desde las 7:30 am. Ya eran las 11:00 am y aún no recibían respuestas. Entendí entonces que el trámite se comenzaba a complicar.
Allí, sentada en medio de la sala, comprendí cómo el proceso para la solicitud de antecedentes penales te hace ser mucho más consciente sobre la crisis venezolana y en especial de la diáspora, que sí, es enorme (7,7 millones de venezolanos emigraron durante la última década, según Acnur). En todo el procedimiento te encuentras en su mayoría con personas mayores, pasados los 60 años de edad, en muchos casos se tratan de padres, tíos u otros familiares, visiblemente perdidos ante tanta burocracia, pero con el objetivo de tramitar el documento para el familiar que está en el exterior.
Allí la gran mayoría cumplía con este perfil. Una de ellas era Rita (vamos a llamarla así), quien por temor no quiso que mostraran su nombre real. Ella fue a realizar el proceso para sus dos hijos, quienes viven en España desde hace cinco años y a quienes no ve desde hace dos.
Cuando Rita habla de sus hijos sus ojos se iluminan, pero también se llenan de lágrimas. Dice que quisiera tenerlos cerca, aunque inmediatamente se retracta y asegura que en España están mejor.
Yo no quiero irme. Qué broma que por culpa de un par de personas nuestro país esté así. Venezuela lo tiene todo, da mucho dolor ver cómo estamos”.
El comentario de Rita lo responde Luisa, quien viajó desde Cagua (Aragua) para retirar los antecedentes de su hijo que vive en Argentina.
Luisa nos dice que tampoco quiere irse, pero confiesa que las fallas en los servicios, las distorsiones en la economía y las trabas en procesos tan sencillos como la solicitud de antecedentes penales, la hacen sentir mucha impotencia.
Paso 4: la crisis presente
Así, de repente, el espacio donde inicialmente todos esperan por su trámite se convierte en un conversatorio sobre los problemas del país, algo bastante común entre los venezolanos que vivimos una crisis que se ha prolongado por años. Hablamos de la migración, de la situación política, del dólar paralelo y el oficial.
“¿Qué va a pasar el 10 de enero (de 2025)?”, se pregunta otro de los que espera completar el trámite.
También conversamos sobre las manifestaciones y los presos políticos. Una de las personas que aguarda cuenta que el hijo de 16 años de edad de una amiga está detenido en la cárcel de Tocorón (Aragua) por protestar por los resultados electorales del 28 de julio.
“Ella lo fue a visitar y lo tuve que ver detrás de un cristal, no lo pudo tocar y le advirtieron que si lloraba, lo iban a torturar”.
Todos nos quedamos callados, indignados por lo que escuchamos, pero conscientes de que saberlo no hará que esa realidad cambie, y eso es lo que genera más impotencia. Nos resignamos.
Y no, ese día no recibí el certificado de antecedentes penales. Esperé durante varias horas y varios lotes para que dictaran mi nombre, pero nunca pasó, así que decidí retirarme. Soy consciente de que debo volver luego y pasar por el mismo proceso, o quizás peor, con la esperanza de que me den el documento. La misma esperanza que tienen los otros que tampoco recibieron el certificado.
¿Qué más podemos hacer? Así es Venezuela, te empuja a insistir ante las adversidades y los bloqueos que te impone el Estado. Es irónico.
Una mañana de diligencias que solo consistía en retirar un documento te vuelve a nutrir de la crisis venezolana y de cómo la padecemos todos. Desde cualquier espacio y en diferentes medidas, pero en definitiva a todos nos afecta.
A la mujer que espera horas por un documento, a los padres que añoran tener a sus hijos que emigraron de regreso, al emprendedor que comenta con preocupación cómo la distorsión con el dólar afecta su pequeño negocio. No hay burbuja que soporte la dimensión de la realidad.
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Fuente de TenemosNoticias.com: eldiario.com
Publicado el: 2024-10-26 12:43:00
En la sección: Venezuela archivos – El Diario