Mi ilusión es que se vea cine venezolano

El Festival del Cine Venezolano regresa a Margarita en su 21° edición. Organizado tradicionalmente en Mérida, fue mudado a la isla el año pasado por razones logísticas. Mientras en el estado andino la deficiencia en las salas, la falta de gasolina o los fallos de luz afectaban el desarrollo del certamen, en la “Perla del Caribe”, si bien se siguen viendo algunos de estos problemas, hay mayor margen de maniobra. Por ejemplo, Cinex ha vuelto a poner a disposición sus acondicionadas salas en el centro comercial Parque Costazul para que se proyecten las películas.

Karina Gómez Franco, presidenta del festival que se realizará del 1 al 5 de junio, habla entusiasmada de lo que se ofrecerá este año. Entre ficción y documental, reveló, habrá 40 largometrajes, incluidas tres óperas primas, y calcula en 70 la cantidad de cortometrajes. La cifra es mayor que la de 2024, cuando se proyectaron 35 largometrajes entre ficción y documental, en un contexto en el que casi 8 millones de venezolanos han migrado —por lo que es habitual ver filmes en el certamen realizados por directores residenciados en el extranjero— y una inflación acumulada que el Observatorio Venezolano de Finanzas situó en 63,1% en abril.

“La gente que se va y es cineasta vuelve al país a contar el país que adoran. Lo hacen con amor. Hay historias de todas partes: vuelven a sus playas, sus médanos, su Canaima, sus ríos o sus llanos. Eso me parece sorprendente. Pensé que este año no habría tantas películas. Y asimismo hay gente que permaneció en el país, consiguió plata y filmó”, expresó la gerente cultural, que suele tener una máxima en su discurso: “Ve al cine y compra venezolano”.

El festival, que en su vigésima edición tuvo entre sus homenajeados a la directora caraqueña Fina Torres, ganadora del Cámara de Oro del Festival de Cannes en 1985 por Oriana, hará lo propio en esta oportunidad con la productora Cinesa, que en sus más de 60 años de existencia ha realizado uno de los registros audiovisuales más importantes de la historia del país. También se proyectará la recuperación del filme Simplicio, dirigido Franco Rubartelli en Margarita en los años 70, así como películas de cineastas como Alejandro Hidalgo, Mariana Rondón, Luis Fernández o los hermanos Rodríguez.

Entre los miembros del jurado se cuentan Luis Guillermo Villegas, Jorge Thielen Armand, Marianela Maldonado, Alexandra Henao, Vicente Peña y Jorge Hernández Aldana, y habrá actividades simultáneas de formación que incluyen inteligencia artificial en el cine, dirección de actores y tecnología en sonido.

“Espero lograr que la gente del país vaya a ver cine venezolano. Que lo aprecien, que les guste y lo prefieran más que ninguna otra cosa. Es la única ilusión que tengo, para eso es este trabajo. Que la gente aprecie lo propio, sus cuentos, sus historias, las de sus abuelos, sus familias, hijos, sus dramas o sus comedias. Eso es del país”, dijo la presidenta del Festival del Cine Venezolano.

«La gente que se va y es cineasta vuelve al país a contar el país que adoran. Lo hacen con amor» | Ezequiel Carías

—¿En qué benefició al festival mudarse a Margarita?

—En todo. Tenemos salas de cine, que en Mérida ya no existían, hay infraestructura. La isla está hermosa. La Alcaldía de Maneiro y la Gobernación han hecho de la isla una cosa interesante: se recuperaron después de pandemia y se han recuperado de todos los problemas que tenemos en el país normalmente. Hay gente emprendedora y trabajadora que tiene la isla linda. Todo el mundo piensa que es carísimo, y no, es baratísimo. El Ferry te cuesta 15 dólares. Ir en bus hasta Mérida cuesta 40 o 50 dólares. Y consigues comida a todos los precios y para todos los gustos. Consigues posada de todas las formas y tamaños. Una de las cosas que más se aprecia en la isla es el encanto y la buena voluntad para llevar proyectos como estos. Te apoyan, te consiguen cosas, te acompañan en toda la historia. Es genial.

—¿Qué extraña de Mérida?

—Que era la ciudad del cine. Extraño el hecho de que es una ciudad estudiantil. Igual lo estamos viendo en Margarita, todos los estudiantes se están moviendo a Margarita a disfrutar del festival. Pero Mérida lo que tiene es que es la ciudad del cine. Sin embargo, no era posible, bajo ninguna circunstancia, no volver a hacer el festival. No hay razón suficiente para no reinventarse, porque mientras haya cine hay festival.

—Algo a destacar en Mérida es que es una ciudad de estudiantes que de algún modo le daban vida al festival, junto con los profesores. En Margarita he visto un público diverso, gente de todas las edades, estudiantes que viajaron para ver el festival.

—Increíblemente, cuando se hacía el festival en Mérida había más estudiantes que viajaban desde otras partes del país que lo que disfrutaban los estudiantes de cine de la ciudad. Eso siempre me sorprendió. Lo que sí es que viajan estudiantes de todas partes todavía. En Mérida eran más los estudiantes de fuera que los de dentro. Nada es obligatorio, pero sí me sorprendía mucho eso.

—¿Se mantendrá el festival en el Costazul o habrá más salas?

—Nos quedamos ahí. Cinco salas, varias competencias. Es un monstruo de festival. Vamos a proyectar más o menos de 92 a 98 horas de cine en tres días. Eso es grandilocuente. Tenemos formación, unos jurados maravillosos. Tenemos bellos homenajes. En algún momento me angustié mucho por el festival, pero luego se volvió un rompecabezas en el que todo cae en su justo lugar.

—¿Qué actividades habrá en formación?

—Como siempre, tenemos dirección de actores porque tenemos unos peliculones y muchos actores van con los directores o productores. Ahora tenemos algo genial: inteligencia artificial en el cine, es decir, innovamos. Tenemos la última tecnología en sonido ambiental para cine: cada vez se hacen mejores cosas. Además, la tecnología avanza tan rápido que las universidades ni siquiera tienen cómo comprar o mostrarlo. Nosotros intentamos llevar gente que muestre tecnologías y que los asistentes se familiaricen con ella.

—La formación, como es habitual, será gratis.

—Nadie paga nada. La gente puede pagar una inscripción de 15 dólares por grupo (de 10 personas) o de 20 dólares por persona. Puedes con eso ir a todas las fiestas y películas. Credencial para todo. Hay descuentos en los restaurantes, tienes transporte interno gratis. El año pasado, como era la primera vez, tuve que reorganizar mi cabeza. Este año tenemos muchos restaurantes de muchos lugares que van a hacer fiestas todas las noches. Una de las cosas más importantes del festival es hacerlo entre semana y en temporada baja. Porque movemos cultural, económica y turísticamente la región. Esa es la idea. No tiene sentido hacer un evento así en Semana Santa, por ejemplo. Es ganar – ganar.

—¿En este segundo año, entonces, se siente como pez en el agua porque conoce mejor el espacio?

—Total. Todos los principios son rudos. Es como cuando acabas con un matrimonio. Cómo me paro otra vez. No es fácil, porque tampoco puedes volver a confiar y tienes que hacer las cosas bien. Salir de tu zona de confort es difícil. Yo llevaba 19 años en los que no tenía que hacer mucho porque hacía una llamada y estaba listo. Aquí no es una llamada. Es convencer a una gente que no tiene idea de lo que es este tipo de eventos culturales, de este tamaño. Es convencerlos, y quedaron convencidos. De hecho, el año pasado el alcalde me hizo prometer que el festival sería de nuevo allá, era demasiado compromiso. Pero evidentemente, cuando terminé y entregué los premios, quedé contenta con la isla y todo lo que pasó. No me lo imaginaba. Todo salió bonito, con buenas salas y proyecciones espectaculares.

—El año pasado le dedicaron espacio a la memoria con, por ejemplo, el homenaje al Súper 8. ¿Traen algo similar?

—Tenemos la recuperación de Simplicio de Franco Rubartelli, a quien le hicimos un homenaje el año pasado y que vive en Margarita. Vamos a proyectarla recién restaurada. No te imaginas la energía que ese señor agarró después de su homenaje en el festival. Lo vio y se animó tanto que habló con la gente de Bolívar Films.

Este año el festival le hará un homenaje a la productora Cinesa | Ezequiel Carías

—¿Por qué es importante hacer memoria sobre nuestra cultura? ¿Tiene temas pendientes en ese sentido?

—Tengo muchos temas pendientes. En la Cinemateca Nacional hubo la experiencia, con Oscar Garbizu, en la que trajeron a alguien que hacía restauración de cine. Todo el mundo entregó sus copias. Hoy día eso ya no existe. Se perdió. ¿Por qué? Porque no había aire acondicionado. No había luz. Después lo pasaron como a la Biblioteca Nacional y sé que hay esfuerzos de varias instituciones para hacerlo, pero es que eso no debió haberse perdido. Este año nosotros además vamos a hacerle un homenaje a Cinesa. Porque ellos mantienen la historia del país. Te repito: el festival no es solo mostrar el presente y el futuro, sino también aupar el pasado.

—Una forma de educar.

—¡Claro! Es educación: presente, futuro y pasado de una cinematografía. Eso tiene que estar en el ADN de cada uno de los cineastas.

—Y el festival además viene inspirado por aquel festival histórico de Mérida.

—Tal cual, sí, por el profesor Edmundo Aray y Tarik Souki, obviamente. Lo que pasa es que llegó un momento en que no se volvió a hacer cine de manera constante, había un largo o dos cada año o año y medio. Cuando llegué a Mérida una de las cosas que pensaba era que el medio cinematográfico se había esparcido, que los cineastas no se conocían entre ellos. No se integraban. Hacer el festival fue primero pensando en cómo hacer que el medio volviera a ser un medio. Por ahí arrancamos. Al principio queríamos que fuera cada dos años. Cuando vimos cuántas películas era posible tener para dentro de dos años, me di cuenta de que podíamos hacer perfectamente un festival al año siguiente. Desde entonces nunca paramos.

—El año pasado corrió el rumor de que el gobierno iba a hacer un festival nacional simultáneo al Festival del Cine Venezolano. ¿Se sabe qué pasó?

—No tengo idea. Una de las cosas en las que no incurro es en caer en pánico. El festival está consolidado. Sería genial que hubiese otros, que sean simultáneos es un poco grosero. Pero bueno, todo el mundo tiene derecho a hacer lo que quiera, esa es la realidad.

—¿Este año les apoyará el CNAC?

—No sé. Como todos los años, yo mando cartas porque ese es el ente cinematográfico de la nación. Pero eso tiene variantes, incluyendo si tienen plata o no. Recuerda que la inflación que vivimos no es fácil. Pero bueno, yo hago el deber completo y las diligencias completas. De todas formas todos los años tenemos películas de todo el mundo, incluida la Villa del Cine; somos amplios. Es el cien por ciento del cine venezolano. Hecho por quien sea. No tengo nada que ver con que si es pro gobierno o cero gobierno. Ese no es el espíritu del festival: no es sectario.

—¿En qué quedó la declaración del festival como patrimonio cultural de Mérida?

—No puedes declarar patrimonio de nadie un intangible. Yo estaba esperando el año pasado cuando lo anunciaron, que iban a hacer un festival en Mérida, me parece muy bien. ¿Pero cómo va a ser patrimonio cultural una cosa que es un intangible? ¿Y si no lo gerencia alguien que sepa sobre eso cómo lo haces? Además los festivales no son de los gobiernos. No conozco ningún festival que sea de un gobierno per se. Sé que los financian ministerios de cultura, pero pasan los gobiernos y los ministros y los festivales se siguen haciendo. Ningún Estado o gobierno tiene la propiedad de ningún festival. Me asesoré también sobre qué podía pasar y es que no puede pasar nada. No pueden declarar patrimonio del Estado un intangible. Porque además no tengo ni un solo mueble ni tengo una oficina.

—En 2024 el cine nacional tuvo una caída importante en taquilla. Apenas 75.436 personas acudieron a las salas para ver nuestras películas de un total que supera los 7 millones. ¿Es esto algo que le preocupa? ¿Cómo considera podríamos mejorarlo?

—Obviamente me preocupa. Eso tiene muchas aristas y formas de verlo. Una de ellas es la reducción  en el bolsillo del consumidor, eso no se puede negar. Si vas al cine normalmente lo haces con la familia y vas a ver algo familiar, y el cine venezolano no es película familiar. Ahí hay un punto. Toda la vida nosotros  hemos usado el slogan “vaya al cine y compre venezolano”. Pero es que no es fácil y acabamos de salir de la pandemia. La gente cree que eso pasó hace mucho tiempo; en realidad no, la pandemia afectó el bolsillo, el cerebro, todo. Creo que apenas se está recuperando, pero evidentemente es muy triste y más cuando se hace tanto cine. También es falta de apoyo. Yo oigo radio todo el tiempo, la información para mí es prioridad de vida. Los locutores no hablan de cine venezolano si no es una vez a la semana. Debería haber una campaña. En estos días pensaba que deberíamos hacer una gran cena con gente que hace radio para decirles que todos los días pueden invitar a la gente a ver cine venezolano, como una campaña. Así como en algún momento se hizo con la campaña “oiga músicos venezolanos”, que tuvo un éxito increíble porque sabemos de Franco de Vita, Ilan Chester y toda esa gente gracias a esa campaña. Hay que hacer lo mismo con el cine venezolano. La realidad es que el festival se sigue haciendo con las uñas. Tiene que ser todo pasito a pasito.

—Este año comenzó con más inestabilidad económica que el anterior, entre un dólar que fluctúa constantemente y la inflación. ¿De qué modo ha afectado al festival y cómo enfrentan esta situación?

—Eso para nosotros es una locura. Yo tenía un patrocinante gigante, Movistar, que se retiró este año, por ejemplo. Estoy haciendo un festival porque me parece que el festival no puede morir. Busco en cada esquina algo y todo el mundo me ayuda. Para arrancar el festival, todas las productoras venezolanas, dentro y fuera del país, donan 150 y 200 dólares. Lo siguen haciendo porque saben que es con las uñas y que si no estoy cómo muestran su trabajo.

—¿Qué tal es la relación con las autoridades en Margarita a diferencia de las de Mérida?

—Son adorables, y además está Fedecámaras. Se reunieron las cámaras hoteleras, gastronómicas, de transporte y todos para sentarse y hablar conmigo a ver cómo ayudaban. En Mérida era muy difícil porque eran entes separados y después, en la Universidad de Los Andes, la cosa se ponía complicada porque estaban sin un solo centavo. Pero la verdad es que la receptividad de la isla es genial. Los restaurantes el año pasado probaron y vieron que sí funciona. Es importante para la isla y mientras más apoyo me den mejor les vas a ellos.

—Karina Gómez es la mujer que ha sostenido por más de 20 años el festival de cine más importante del país. ¿Cómo quiere que sea el futuro de nuestro cine?

—Espero lograr que la gente del país vaya a ver cine venezolano. Que lo aprecien, que les guste y lo prefieran más que ninguna otra cosa. Es la única ilusión que tengo, para eso es este trabajo. Que la gente aprecie lo propio, sus cuentos, sus historias, las de sus abuelos, sus familias, hijos, sus dramas o sus comedias. Eso es del país. Debería apoyarse eso antes que cualquier cosa. Esa es la ilusión que me lleva a hacer este festival, y además ayudar a que se produzca cine dentro del país. Porque cada vez que esta gente (los cineastas) se reúne siempre produce algo. Siempre. Entre estudiantes empiezan a hacer cosas en las universidades y los mismos directores descubren nuevos técnicos y gente que se mueve. Eso no tiene precio.

Noticias Relacionadas

mayo 13, 2025

mayo 13, 2025

mayo 12, 2025

mayo 12, 2025

mayo 12, 2025

mayo 12, 2025