La lucha por el control de minerales, las hostilidades entre grupos étnicos y la presencia de guerrillas en todo el territorio definen un conflicto enquistado desde hace más de treinta años en la región oriental de la República Democrática del Congo (RDC). En los últimos días, el grupo rebelde M23 ha anunciado la toma de la estratégica ciudad de Goma, al noreste de RDC, lo que supone una rápida escalada del conflicto y un varapalo para las autoridades centrales.
La inestabilidad en el país de África Central salpica también a países vecinos como Ruanda, a quien el gobierno central de RDC acusa de dar apoyo a las milicias.
Sin embargo, los más afectados por los enfrentamientos son los cerca de 7.3 millones de desplazados internos que desde hace años huyen de la violencia, según los datos de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
Este lunes, los rebeldes del grupo M23 avanzaron hacia la ciudad de Goma y la declararon bajo su control tras fuertes enfrentamientos con el Ejército congoleño. Al menos 17 personas han muerto y más de 367 han resultado heridas, según fuentes hospitalarias consultadas por AFP. Las autoridades centrales aseguran que todavía controlan lugares estratégicos de la ciudad, pero la guerrilla ya se ha hecho con una de las ubicaciones más importantes: el aeropuerto internacional.
La ONU y otras agencias humanitarias han advertido de la cruda situación que se vive en Goma, con los hospitales desbordados, cadáveres en medio de las calles, escasez de comida y cortes de agua y luz.
El interés por esta localidad no es casual. Goma, ubicada en la frontera con Ruanda y a orillas del lago Kivu, es un punto clave para el comercio y el transporte. Su proximidad a las ciudades mineras la convierte en un importante eje en la provisión de metales y minerales de alta demanda, como el oro, el estaño y el coltán, esencial para la fabricación de teléfonos móviles.
El ciclo de violencia en la República Democrática del Congo se remonta al Genocidio de Ruanda en los años 90, cuando alrededor de 800.000 personas de la minoría tutsi fueron asesinadas por extremistas hutus. Esto provocó una huida masiva, con millones de desplazados, incluidos los responsables del genocidio, que se reagruparon como guerrillas en campos de refugiados en la RDC. Las milicias tutsis también se unieron para combatir a los hutus extremistas en el este del país, mientras las tensiones entre congoleños y emigrantes ruandeses aumentaban.
A pesar de múltiples acuerdos de paz, los combates y las divisiones étnicas han persistido hasta el día de hoy. Los esfuerzos por poner fin a la violencia han sido en vano, ya que existen más de 100 grupos armados activos en el país.
Además, el conflicto ha sido agravado por la competencia por el control de los recursos minerales y la intervención de fuerzas extranjeras.
El Movimiento 23 de Marzo (M23) es un grupo insurgente formado en 2012, que afirma defender los intereses de la minoría tutsi frente a las milicias hutus. Su nombre hace referencia al acuerdo de alto el fuego firmado en 2009 entre el gobierno de la República Democrática del Congo (RDC) y el Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), un grupo rebelde tutsi.
El pacto estipulaba que la unidad ideológica de la milicia se convertiría en un partido político, mientras que sus combatientes se integrarían al Ejército congoleño. Sin embargo, una facción del CNDP se separó y formó el M23. A finales de 2012, el grupo lanzó una ofensiva contra Goma y otras ciudades cercanas a la frontera con Ruanda, siendo acusado de crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos por la comunidad internacional.
A pesar de su derrota y la firma de un acuerdo de paz, el grupo resurgió en 2021 y retomó las armas, argumentando que los compromisos del pacto no se habían cumplido.
La escalada del conflicto ha avivado las tensiones entre la República Democrática del Congo y Ruanda. El gobierno congoleño acusa a Ruanda de proporcionar armas, tropas y financiación a los rebeldes del M23. Por su parte, Ruanda ha negado en repetidas ocasiones su participación, a pesar de un informe de las Naciones Unidas que respalda las acusaciones de la RDC y asegura que unos 4.000 soldados del M23 eran efectivos del Ejército ruandés.
En un comunicado emitido el pasado domingo, el gobierno de Ruanda no abordó directamente su posible implicación en el conflicto, limitándose a señalar que los enfrentamientos cerca de su frontera constituyen una grave amenaza para la seguridad territorial.
En los últimos días, varios países han condenado la ofensiva del M23 y han instado a un alto el fuego. El secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, ha mantenido una conversación este martes con el presidente de Ruanda, Paul Kagame, para comunicarle que Washington estaba «profundamente preocupado» por la escalada del conflicto en la República Democrática del Congo, especialmente por la caída de la ciudad de Goma.
La Alta Representante de la Unión Europea para Política Exterior, Kaja Kallas, también ha asegurado que la crisis preocupa a la Unión, quiere el fin del apoyo de Ruanda a los rebeldes del M23 y demanda la retirada de sus tropas de suelo congoleño.
Asimismo, la Unión Africana ha condenado los «atroces ataques» y ha exigido al M23 su retirada «inmediata e incondicional» de las ciudades congoleñas de Minova, Sake y Goma, y de otras zonas ocupadas.
Suscríbete para seguir leyendo
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com
Publicado el: 2025-01-29 08:29:00
En la sección: El Periódico – internacional