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Roberto José, mi hermano el erudito

Roberto José, mi hermano el erudito

Investigador, bibliógrafo, historiador, articulista, compilador, crítico literario y editor, Roberto José Lovera De Sola (1946-2025) fue Individuo de Número de la Academia de la Lengua

Por ALBERTO LOVERA

Quiso el destino que el 4 de enero de 2025 falleciera Roberto José Lovera De-Sola, cuando se conmemoraba la muerte de Rafael María Baralt, personaje de nuestra historia patria siempre muy presente en sus escritos, también nombre de la avenida de la urbanización San Bernardino de Caracas, donde pasamos la más larga estadía de nuestro hogar paterno y materno, y donde muy cerca residía Roberto José tras la muerte de nuestros progenitores en un apartamento tan repleto de libros que parecía una biblioteca donde vivía un escritor.

Aquí están unos trazos sobre mi hermano erudito, cuya obra y legado son inmensamente grandes y valiosos. No puedo intentar competir con quienes han leído, estudiado y analizado su producción intelectual con mayor propiedad de lo que puedo hacer yo. Apenas consigno unas líneas que me salen del alma para rendirle tributo a un ser generoso que a lo largo de su vida nos ilustró y nos proporcionó su visión crítica de la palabra escrita sobre el mundo cultural venezolano con una pasión y persistencia sin límites.

Guardo como un tesoro nuestras largas conversaciones a lo largo de nuestras vidas en la que compartíamos libros e ideas, como los de los pensadores católicos progresistas, Jacques Maritain o Emmanuel Mounier; o en otras ocasiones autores que en mis investigaciones del fenómeno urbano siempre fueron emblemáticas, como Henri Lefebvre, que él valoraba en sus reflexiones sobre la vida cotidiana. O cuando en la defensa de mi tesis doctoral de Arquitectura intervino para mostrar tantos vasos comunicantes que había entre sus preocupaciones intelectuales y las mías. Ni qué decir cuando Betty, mi esposa, y yo nos lo llevamos un tiempo a nuestro apartamento, tras un ACV que sufrió. Aquellas conversaciones son inolvidables para nosotros cuando diariamente teníamos un huésped que ampliaba nuestro conocimiento y horizonte cultural. Seguramente Beatriz Eugenia, su hija o mi hermana Irma Isabel podrían contar experiencias similares de sus enriquecedoras tertulias.

Roberto José se nos fue antes de lo que cabría esperar. La vida de la mayoría del escritor e intelectual venezolano no ha sido fácil, como en más de un texto él reseñó. En los tiempos actuales esa condición se ha hecho mucho más difícil tras la larga depresión venezolana económica y política, que ha sumido en la indigencia a tantos como muchos de nosotros que nos dedicamos al cultivo del conocimiento. Esas circunstancias ayudaron a que perdiéramos una mente que nos ha podido seguir regalando sus acuciosas contribuciones a la mirada crítica de devenir de la producción intelectual de nuestro país.

Nacido en un hogar donde los libros eran parte de nuestra vida cotidiana, desde temprano desarrolló el amor y la necesidad de entender sus claves, algo que nuestra madre, Irma De Sola Ricardo, intuyó como su vocación. Tan temprano como a los 18 años publicó su primer texto y desde entonces no cesó en ese empeño analítico a lo largo de 60 años de labor indagatoria y crítica en sus miles de columnas periodísticas y sus muy numerosos artículos y libros.

Nació el 30 de marzo de 1946 en Caracas. Sus estudios, hasta culminar el bachillerato, los realizó en el Colegio La Salle (Tienda Honda), en el Colegio San José de Mérida, en el Seminario Interdiocesano de Caracas, y en Colegio La Salle (La Colina). Tras una breve pasantía por la UCAB en el Instituto de Estudios Teológicos, tomó otro camino para su formación, aunque previamente fue parte de un equipo que elaboró un documento en 1968 del Movimiento Universitario Católico (MUC), con la asesoría de Luis María Olaso, S.J., que es un antecedente importante de los cambios que requería la UCAB, que vendrían a partir de 1972, y que me tocaría a mí ser parte de ese movimiento.

Se dotó una amplia formación de manera autodidacta, apoyándose en las orientaciones de quienes fueron sus grandes maestros con quienes estableció un vínculo de amistad y supo convertirlos en sus tutores. Son muchos los nombres de ellos: Pedro Grases, Luis Beltrán Guerrero, Juan Liscano, Manuel Pérez Vila, Augusto Mijares, José Antonio Rial, Arturo Uslar Pietri. Rafael Caldera, Miguel Otero Silva, Ramón J. Velázquez, Fernando Paz Castillo, Francisco Herrera Luque, y muchos otros que se me escapan a la memoria, para quienes siempre tuvo una palabra de reconocimiento y gratitud en sus escritos. Pareciera que asumió el famoso aforismo atribuido a Isaac Newton: “Si he llegado a ver más lejos, fue encarnándome en hombros de gigantes”. Tuvo el tino de saberse orientar por grandes maestros y labrar su propio camino apoyado en sus enseñanzas.

Esa formación autodidacta no hubiera sido posible sin la disciplina con la cual se propuso estudiar pacientemente los escritos fundamentales de la literatura y de historia venezolanas, acompañadas de las obras emblemáticas de la cultura universal y su pasión por las biografías de los personajes destacados del mundo contemporáneo.

Cuando se acercaba a las cátedras universitarias, los profesores no lo querían como alumno porque lo consideraban un maestro en la materia. Lo invitaban para que los ilustrara con su conocimiento. En varias universidades venezolanas dictó conferencias y cursos sobre los tópicos literarios e históricos con el rigor de un académico, lo que fue reconocido cuando ingresó a la Academia Nacional de la Lengua, ocupando el sillón de nuestro tío René De Sola, quien también había sido parte de sus maestros, cuando reunía a los sobrinos adolescentes en su biblioteca los domingos en la mañana para leerle obras literarias y sembrar el amor por la literatura y la cultura.

Trabajó en diferentes instituciones como en el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, la Asociación de Escritores de Venezuela, el INCIBA, el CELARG, la Academia de la Historia, la Fundación Herrera Luque, Fundarte (donde fue director de publicaciones) y el CONAC.

Es de destacar su participación en el equipo del llamado Proyecto Venezuela impulsado por la Fundación para el Rescate del Acervo Documental Venezolano, para realizar el catálogo de referencias bibliográficas de autores venezolanos y venezolanistas en las bibliotecas de los Estados Unidos, teniendo como contraparte la Nortthwester University Library (Evanson, Illinois, EE UU).

Parte de su trabajo estaba relacionado con la elaboración y apoyo bibliográfico para una serie de obras de autores venezolanos. Simultáneamente fue desarrollando sus propias investigaciones bibliográficas e históricas y su labor sistemática en una labor multifacética: crítico e investigador histórico-literario, biógrafo, antólogo, promotor cultural, conferencista, historiador de la literatura, que encontramos plasmadas en publicaciones.

Su obra está recogida en sus miles de columnas en diferentes medios de comunicación nacional y regional, en los últimos años también en publicaciones electrónicas, así como en revistas académicas, junto a una copiosa publicación de libros de su autoría sobre literatura e historia.

Su pasión por la música clásica y la danza lo llevó a formar parte de las directivas del Ballet Clásico de Venezuela, del Ballet Clásico Juvenil de Venezuela y del Ballet de las Américas durante varios años.

Tuvo a su favor para su labor intelectual una memoria prodigiosa, que lo ayudaba a identificar autores, obras, textos y fechas que a cualquiera se le escapaban. Acucioso como pocos en la precisión de estos datos, como lo constatamos en sus escritos y sus exhaustivas notas en las mismas.

Siempre reivindicó su orientación ecléctica para su labor como crítico  literario e histórico, abierto a comprender el texto escrito y a su autor, sin apegarse a una determinada escuela de pensamiento. Descubro ahora que es similar a lo que he propuesto para las claves interpretativas de la investigación urbana latinoamericana, inspiradas en la obra de Federico Álvarez, profesor de historia de literatura latinoamericana de la UNAM (México): utilizar el enfoque del eclecticismo, no como filosofía sino como método, como praxis intelectual en estos tiempos de incertidumbre y escepticismo para dar cuenta de una realidad que requiere de la confluencia de diferentes prismas para entenderla e interpretarla.

Muchos han caracterizado a Roberto como un ser de mucha paciencia y generosidad,  alguien que no hacía culto a su ego porque se ocupaba de resaltar la obra de otros y a mostrar pistas y documentación a variados investigadores. A su labor de escrutinio de la literatura y la historia venezolanas se une su trayectoria en el campo de la promoción cultural, que fue punto de apoyo a muchos nuevos autores venezolanos.

Igual empeño le dedicó a promover círculos de lectura y múltiples conferencias sobre la historia venezolana a jóvenes y políticos a lo largo de la geografía nacional. Tenía la convicción de que el renacimiento democrático y la actividad política no podía encontrar una ruta prometedora si no se basaba en el conocimiento y el análisis de nuestro devenir, identificando sus luces y penumbras.

Se nos fue un sabio y erudito de la cultura y la historia venezolanas. La cultivó y la criticó con peculiar acuciosidad. Esa labor la desarrolló como una vocación religiosa, como el mismo lo confesó. La vida lo premió con la confluencia de vocación y oficio, que es algo excepcional y maravilloso, según Ortega y Gasset, que él solía recordar.

Más de una vez dijo que para él leer y escribir es un acto de amor. Fue su pasión y nos regaló muchos análisis acuciosos, que nos quedan como su legado.

Mi hermano el erudito ya no está, pero nos deja no sólo sus escritos y análisis, sino una orientación de vida ante una realidad que nos convoca a entenderla a la luz de sus raíces históricas y nuestras claves culturales.

Que así sea.


(*) Alberto Lovera. Sociólogo. M.Sc. en Planificación del Desarrollo. Mención: Ciencia y Tecnología, Especialista en Asentamientos Humanos, Doctor en Arquitectura. Profesor Titular e Investigador del IDEC-FAU-UCV.

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Fuente de TenemosNoticias.com: www.elnacional.com

Publicado el: 2025-05-24 03:00:00
En la sección: EL NACIONAL

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