Una tregua firmada entre tres bandas en diciembre redujo en 56% los índices de homicidios en Quibdó, capital de la empobrecida región colombiana del Chocó, según informaron las autoridades.
Funcionarios del gobierno, ONG, la Iglesia Católica y líderes comunitarios negociaron el alto el fuego entre las bandas locales Los RPS, Los Mexicanos y Locos Yam, que recientemente se prorrogó hasta finales de marzo.
Pero como el acuerdo expira pronto y el gobierno va a nombrar una nueva delegación, los expertos temen que la tregua sea frágil y que en cualquier momento pueda estallar de nuevo la violencia.

El Malecón en Quibdó. Foto: Alfie Pannell
El empobrecido departamento del Chocó
Quibdó es la ciudad más pobre de Colombia, con 60% de sus 130.000 habitantes viviendo en la pobreza, según el gobierno.
Este subdesarrollo económico ha producido una historia de violencia, según Luis Gregorio Moreno Mosquera, abogado de Quibdó nombrado por la oficina del presidente colombiano para dirigir las negociaciones con las bandas de la ciudad.
“El Estado nunca ha invertido, entonces no se ha atacado a las causas de la violencia, que principalmente es la pobreza”, dijo Moreno a Latin America Reports.
Las bandas de la ciudad reclutan a personas de tan sólo 12 años, y sus filas están compuestas por pobres urbanos que nunca tuvieron otras oportunidades, según el negociador. La mayoría de los grupos dependen del robo y la extorsión para ganar dinero, amenazando con la violencia a cualquiera que se resista.
En los últimos años, las bandas que compiten por el control del territorio en la ciudad han alimentado una oleada de homicidios que ha afectado especialmente a los jóvenes. Sólo en 2024, 148 jóvenes fueron asesinados en Quibdó.

Wiston Mosquera, obispo del Chocó. Foto: Alfie Pannell
Los asesinatos en el Chocó
Wiston Mosquera Moreno, obispo católico de Chocó, describió los asesinatos como «fratricidio», lamentando la magnitud del derramamiento de sangre en su parroquia.
“Todos los días escuchamos que mataron a un muchacho aquí, mataron a otro acá, mataron a otro acá”, dijo Mosquera a Latin America Reports.
Pero tras años de negociaciones que comenzaron en 2022, los delegados de las bandas llegaron finalmente a un acuerdo en diciembre, pactando un alto el fuego.
Moreno atribuyó al acuerdo la reducción de los homicidios en 56% en los últimos tres meses de 2024.
Pero admitió que los asesinatos continúan, con 17 registrados en enero. El abogado culpó al Ejército Gaitanista Colombiano (EGC), el mayor grupo armado de Colombia, que controla la mayor parte de Quibdó.
La presencia del Clan del Golfo
Afirmó que el EGC, también conocido como Clan del Golfo, no participó en las negociaciones del alto el fuego y sigue utilizando la violencia y el terror para aumentar su control.
“El Clan del Golfo hoy quiere ingresar a Quibdó, tomarlo absolutamente todo”, dijo Moreno.
A pesar de las amenazas del CGE, el negociador sostuvo que el cese al fuego ha tenido un impacto significativo.
“Si nosotros no hubiéramos hecho la tregua, hoy las muertes no serían 19. Las muertes posiblemente serían el doble, 40 o mucho más”, dijo Moreno.
Aunque no todas las bandas de Quibdó firmaron la tregua, entre las que sí lo hicieron se encuentran Los Mexicanos, el mayor grupo criminal local, con unos 300 miembros.
La prórroga de dos meses del alto el fuego en enero fue vista como una señal positiva por los líderes locales, pero también dicen a Latin America Reports que la tregua sigue siendo frágil.
“Los diálogos, como ya pasó, se pueden interrumpir en cualquier momento. Y pasó en 2024, se interrumpieron, se levantó la tregua y se disparó el homicidio en 2024, dijo Francisco Vidal, secretario de Gobierno e Interior del Chocó.
Una olla de presión
Aunque la vida continúa en Quibdó, subyace la preocupación de que la situación pueda volver rápidamente a ser como antes de la tregua.
“Quibdó es una olla a presión… la gente sigue viviendo con miedo en muchos barrios, la inmensa mayoría”, afirma el obispo.
Para empeorar las cosas, un cambio en la delegación del gobierno amenaza con hacer descarrilar las negociaciones.
Moreno explicó que, a pesar del éxito de las negociaciones anteriores, el gobierno nacional ha nombrado a un equipo totalmente nuevo para reanudar las conversaciones con las bandas.
Le preocupa que se pierdan los avances logrados y la confianza establecida entre los representantes de las bandas y los anteriores negociadores.
Moreno también dijo que si la nueva delegación intenta cambiar su estrategia, podría correr el riesgo de destruir la frágil tregua.
“Si llegan con otra idea y cambian lo que se venía haciendo, se va a romper la mesa. Y la tregua no se va a firmar. Y Quibdó va a aumentar su violencia”, advirtió el negociador.
Una solución a largo plazo
Dada la imprevisibilidad de la violencia de las bandas en la ciudad, los líderes comunitarios buscan en los programas sociales una solución a largo plazo.
Apartado de la mesa de negociaciones, Moreno ha volcado sus esfuerzos en ofrecer oportunidades a los jóvenes en situación de riesgo, apoyando proyectos de reciclaje y confección de ropa.
“Entonces, lo que hemos intentado es darles alternativas diferentes a la guerra, para que puedan vivir en unas condiciones diferentes”, afirma el abogado.
Mientras tanto, el obispo se centra en proporcionar apoyo espiritual a la comunidad.
“Estoy seguro de que esta noche oscura pasará. Siempre, después de una noche muy oscura, aparece un nuevo día radiante”, dijo Mosquera.
Original en inglés en Latin American Reports. Versión en castellano para El Nacional por Alfie Pannell.
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Fuente de TenemosNoticias.com: www.elnacional.com
Publicado el: 2025-03-14 14:40:00
En la sección: EL NACIONAL