Donald Trump ya es presidente de Estados Unidos. El presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, ha tomado el juramento en la Rotonda del Capitolio del cargo al hombre que ya dirigió la primera potencia mundial entre 2017 y 2021. Trump ha iniciado su discurso diciendo que su Administración siempre pondrá a «EEUU primero» y que hará al país «grande otra vez».
«La decadencia de Estados Unidos se ha acabado», ha asegurado el nuevo presidente, que ha prometido una «era dorada». Mientras, ha criticado las políticas de su predecesor, Joe Biden. Trump ha recordado además su intento de asesinato y ha dicho que «fue salvado por Dios para hacer que EEUU vuelva a ser grande de nuevo».
«El futuro es nuestro y la Edad de Oro acaba de empezar. Dios bendiga América», ha concluido Trump tras unos 35 minutos de discurso. La ceremonia de toma de posesión se ha trasladado al interior del edificio a petición de Trump, debido a las bajas temperaturas en la capital estadounidense, donde el termómetro marca los cinco grados bajo cero en este momento.
El acto no ha dejado de tener cierta ironía histórica: el Capitolio, que es el enorme edificio que alberga al Senado y a la Cámara de Representantes de Estados Unidos, fue asaltado por los seguidores de Donald Trump hace cuatro años, en un intento de golpe de Estado instigado por el entonces presidente para impedir la ratificación de la victoria electoral de Joe Biden.
La vuelta de Trump a la Casa Blanca culmina el renacer político más espectacular de Estados Unidos desde que hace 224 años George Washington se convirtió en el primer presidente de ese país. Hace cuatro años, Trump dejó Washington sumido en un abismo político. El ex presidente afrontaba su segundo ‘impeachment’ – un voto de censura que, al igual que el primero, un año antes, tuvo éxito – por su intento de robar las elecciones de 2020. Su relación con el Partido Republicano estaba severamente dañada, aunque la ‘mala sangre’ personal con los líderes de esa formación no iba a impedir que Trump siguiera utilizando los recursos del partido para seguir comunicándose con su base.
Para saber más
Donald Trump es el único presidente de la historia de Estados Unidos que se ha negado a reconocer los resultados de unas elecciones. Hace cuatro años, abandonó la Casa Blanca por la mañana, para no asistir a la ceremonia de traspaso de poderes. Y se llevó con él una serie de secretos de Estado que acabarían causando su procesamiento por la Justicia, que ha sido interrumpido, precisamente, debido a su victoria electoral en estas elecciones.
La crisis de hace cuatro años era el culmen de cuatro años de presidencia convulsa, culminados en la peor oleada de violencia racial en más de cinco décadas, tras el asesinato del afroamericano George Floyd por un policía en la ciudad de Minneapolis y por la llegada del Covid-19. El día en el que Donald Trump dejó la presidencia, 4.409 estadounidenses murieron por la acción de ese virus, según datos de la Universidad Johns Hopkins.
Pero ahora, todo eso pertenece al pasado. Trump es presidente. Su victoria electoral ha sido exigua. Aunque ganó en todos los estados decisivos, solo consiguió el 49,8% de los votos, y sobrepasó a su rival demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, por solo un punto y medio. Pero su control del Partido Republicano es absoluto y esa formación, además, controla todos los resortes del poder: el Tribunal Supremo, el Senado y la Cámara de Representantes.
Cuenta, además, con el apoyo -o la sumisión- de la élite económica del país, que se ha doblegado ante Trump de una forma desconocida en la historia reciente de Estados Unidos. En una esquina de la Rotonda del Capitolio estaban tres personas que ‘valían’ 912.000 millones de dólares (877.000 millones de euros): Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg. Con ellos estaba el presidente y consejero delegado de Alphabet, Sundai Pichar. Si se suma todo lo que valen sus empresas, más Apple, que también estaba representada por su presidente, Tim Cook, salen casi diez billones de euros de valor.
Sus intenciones políticas han quedado claras incluso con la lista de invitados a la ceremonia de la jura del cargo, entre los que están el autoritario presidente de Hungría, Viktor Orban, el de China, Xi Jinping – que no ha asistido, pero ha enviado a su número dos, Han Zheng -. La batería de Órdenes Ejecutivas que el nuevo presidente va a emitir esta tarde son simbólicas y, también, un signo de los tiempos que se acercan. Se espera que Trump cambie el nombre del Parque Nacional de Denali, en Alaska, que es una palabra indígena que lleva siendo la oficial desde hace 44 años, por el McKinely, en referencia al presidente republicano asesinado por un anarquista en 1901.
Trump también podría decretar que el Golfo de México pase a llamarse Gofo de América (en español, «de Estados Unidos») y, en un terreno más cercano a sus seguidores, permitir la liberación de algunos de los asaltantes al Capitolio el 6 de enero de 2021. A nivel político, Trump dictará medidas, posiblemente arrogándose poderes excepcionales, para luchar contra la inmigración ilegal, aunque todo indica que limitará esas policías a las grandes ciudades controladas por la oposición demócrata, y para expandir la extracción de petróleo a áreas protegidas, una fuente de energía de la que EEUU es el primer productor mundial.
Si muchos republicanos, por temor a las represalias de Trump o por adhesión al ex presidente, no asistieron a la jura del cargo de Biden en 2021, al igual que hicieron una parte de los demócratas con Trump en 2017, hoy apenas ha habido boicot. La ausencia más destacada fue la de la ex primera dama Michelle Obama, que tampoco estuvo presente en el reciente funeral del presidente Jimmy Carter. La desaparición de Michelle Obama de esos eventos, de la máxima relevancia social y mediática, ha desatado todo tipo de rumores acerca de su vida privada.
Pero, en general, Trump tiene el apoyo de Washington. Aunque la senadora demócrata Amy Klobuchar arrancó la ceremonia celebrando «la transferencia pacífica de poderes de nuestra democracia», en una clara indirecta a los republicanos por lo que pasó en 2021, la sensación generalizada es que agua pasada no mueve molino. Los más de 100 representantes demócratas que boicotearon la toma de posesión por Trump en 2017 han quedado reducidos a dos docenas. Trump es el presente. Y el futuro. Al menos, hasta 2028.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elmundo.es
Publicado el: 2025-01-20 15:11:00
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