Algo debió romperse en la cabeza de Paul Doyle a las seis de la tarde del pasado lunes, porque nada en su biografía parece poder explicar por qué se lanzó con su Ford Galaxy contra la multitud que llenaba las calles de Liverpool, celebrando el título de la Premier League.
Un incidente espeluznante que dejó en el suelo a 79 personas heridas, entre ellas cuatro niños (uno de ellos gravemente herido). Las edades de las víctimas van desde los 9 hasta los 78 años, todos transeúntes atropellados al azar.
Doyle, de 53 años, compareció este viernes ante el tribunal, vestido con un traje oscuro, con la cabeza baja y al borde del llanto. La audiencia duró siete minutos. El acusado, padre de tres adolescentes, se enfrenta a siete cargos, entre los que se incluyen conducción peligrosa y lesiones graves intencionadas.
El ciudadano británico fue detenido el lunes, poco después del atropello, sospechoso de «intento de asesinato» y «conducción bajo los efectos de las drogas», pero la policía no mencionó esos cargos tras anunciarse el jueves las acusaciones en su contra, informa Afp.
Doyle trabaja en el sector informático y es un ex marine que, según sus redes sociales, participó en triatlones, escaló el Kilimanjaro y viajó a Japón, India y Fiyi, indicó el diario The Times.
Los primeros elementos de la investigación indicaron que Doyle siguió una ambulancia que se abría paso entre la multitud.
Su vehículo fue rodeado de gente enfurecida, tras lo cual dio marcha atrás y aceleró, atropellando a gente a ambos lados de la carretera.
Corazón de oro
Un padre de familia normal, sensato y equilibrado, con un corazón de oro: así describen a Doyle sus conocidos. Tiene 53 años y fue miembro de los comandos de los Royal Marines (fuerza británica de operaciones anfibias). Tras haber servido en las Fuerzas Armadas en los años noventa, se matriculó en la universidad para graduarse en psicología y matemáticas.
A partir de ahí, desarrolló una carrera exitosa en ciberseguridad, que luego abandonó para lanzar un negocio de venta por correspondencia de artículos deportivos. Apasionado del fitness, Paul participaba en triatlones y llegó a escalar el Kilimanjaro. Pero sobre todo era un padre orgulloso de sus tres hijos adolescentes y un esposo ejemplar desde hace veinte años. No bebía, no fumaba y, junto a su esposa -una maestra-, se lo veía a menudo en la iglesia, además de colaborar con los scouts.
Es un caso que recuerda a «Un día de furia», la película protagonizada por Michael Douglas en la que un empleado frustrado estalla de repente en una rabia incontrolable sembrando el pánico en Los Ángeles. Y algo debió estar latente en el alma de Paul Doyle que lo llevó a pisar el acelerador y lanzar por los aires como bolos a los aficionados del Liverpool.
Quizás esa casa burguesa de cuatro habitaciones, valorada en 350 mil euros, ubicada en un suburbio de Liverpool, no era el idilio suburbano que aparentaba ser: ahora le corresponderá al juicio intentar sacar a la luz el motivo de un acto que escapa a toda comprensión.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elmundo.es
Publicado el: 2025-05-30 11:26:00
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