De las 20 permutaciones de estados que permitirían a Kamala Harris, ganar las elecciones, 19 requieren una victoria de la vicepresidenta en Pensilvania. De las 21 que darían a Donald Trump las llaves de la Casa Blanca, también 19 pasan por ganar Pensilvania. Ese estado se ha convertido, así, en la clave para decidir quién va a ser la persona más poderosa del mundo en los cuatro próximos años.
Por esa razón, los dos candidatos han tirado la casa por la ventana en Pensilvania. Los 90.000 kilómetros cuadrados de ese estado se han convertido, así, en una especie de gigantesco polideportivo, en el que han proliferado los mítines de Trump (que ayer dio dos en Pensilvania) y Harris (que le ganó con tres). Pero, si se analiza toda la campaña, queda claro que, quien más esfuerzo ha puesto ha sido, con diferencia, Harris. La candidata demócrata se ha gastado 123 millones de dólares en anuncios en el estado, frente a 42 del aspirante republicano. Y la vicepresidenta terminó ayer su campaña en la mayor ciudad de Pensilvania, Filadelfia, en un multitudinario evento similar al de Donald Trump en el Madison Square Garden hace diez días.
Fueron cinco horas de discursos y música que resistieron estoicamente más de 70.000 fieles demócratas, en su mayor parte jóvenes, y con una presencia de mujeres y afroamericanos, que sin duda complació al equipo de la presidenta, que necesita a esos tres segmentos del electorado para quitar el «vice» a su cargo el día 20 de enero.
El voto femenino está siendo muy numeroso, lo que es una excelente noticia para los demócratas. Pero las informaciones disponibles apuntan a una movilización menor, que en 2020, de jóvenes, hispanos y afroamericanos. De ahí viene la importancia del mitin de anoche en Filadelfia. Ésa es una ciudad en la que Harris va a arrasar, al igual que en todos los centros urbanos del país. Pero lo que la vicepresidenta necesita es que vote la mayor cantidad posible de gente para así compensar a los partidarios de Trump en las zonas rurales del estado.
Cuando Harris terminó, faltaban apenas cinco minutos para la medianoche y hacía un frío considerable. La gente aguantó impávida los diez grados de temperatura, y un programa que, aunque estaba plagado de grandes nombres, no tuvo el ritmo trepidante de la convención demócrata, en la que la candidata fue «coronada» como aspirante a la Casa Blanca, ni tampoco el del mitin de Trump en el Madison Square Garden, que, aunque acabó siendo noticia por los insultos a Puerto Rico, Kamala Harris, Hillary Clinton, y el Partido Demócrata, fue un ejemplo de organización.
Los asistentes, de hecho, demostraron un entusiasmo a prueba de bomba atómica. Primero, tuvieron que hacer cola durante más de dos horas para entrar, y de hecho, varios miles se quedaron a la puerta de la explanada del Museo de Arte de Filadelfia. Después, les tocó sufrir un arranque de la noche lento y deshilvanado. Las tres primeras horas de la celebración estuvieron marcadas por políticos locales y figuras de segunda fila, cuyos discursos no estaban enlazados por música, lo que daba una sensación verdaderamente anti climática a la noche.
Lady Gaga durante su actuación.EFE
Solo a partir de las ocho, las cosas empezaron a animarse mínimamente cuando un DJ local se dirigió a la audiencia con un «¿somos americanos?» y empezó a pinchar versiones de ‘Public Service Anouncement (Interlude)», de Jay-Z y ‘What We Do’, de Beanie, en la que también canta el marido de Beyoncé. Muchos soñaban con que la cantante apareciera, pero ése no fue el caso. En su lugar estuvo Lady Gaga, que cantó el himno de Estados Unidos al piano para introducir a Harris y que despidió a la audiencia con una interpretación, también al piano, de, finalmente, una canción de Beyoncé: ‘Freedom’.
Otros famosos que actuaron y hablaron fueron Katy Perry y Oprah Winfrey. Todas ellas forman parte de la corte habitual de celebrities, que rodean a los candidatos demócratas. La mayor sorpresa en esta ocasión fue Ricky Martin con su ‘Livin’ la vida loca’, quien posiblemente ha entrado en campaña después de que hace diez días viera cómo su lugar de nacimiento, Puerto Rico, era calificado de «isla de basura» en el mitin de Trump en el Madison Square Garden neoyorkino.
Con tanta sucesión de famosos, el mensaje político quedó bastante diluido. Harris, como correspondía a la ocasión, lanzó un mensaje optimista, en línea del que marcó sus primeras semanas como candidata y que le sitúa por delante de Donald Trump. «Desde el principio, la nuestra ha sido una lucha, no contra algo, sino a favor de algo. Una lucha por un futuro con libertad, con oportunidad, y con dignidad para todos los estadounidenses», dijo.
Oprah Winfrey interviene en el mitin.EFE
Es una frase que podría haber firmado el santo patrón de la derecha, trumpista estadounidense, Ronald Reagan, y que contrasta marcadamente con el tono apocalíptico -cuando no directamente, vengativo y amenazador- de Donald Trump y, también, con los lúgubres mensajes que la propia Harris ha lanzado en las últimas semanas cuando veía como su ventaja, se desvanecía y llegaba a situarse detrás en las encuestas.
No era ésa la situación anoche en Filadelfia. Era un cierre de campaña marcado por el optimismo. Un optimismo que procedía tanto de los artistas como de la propia campaña de la vicepresidenta, que en la última semana ha recibido una inyección de optimismo con los datos del voto por adelantado. Sea como sea, la elección va a ser muy justa.
Justo cuando Harris acababa, la aldea de Dixville Notch, en el estado de New Hampshire, celebraba su tradición de votar a las doce de la noche del día de las elecciones y de contar inmediatamente los votos. Harris y Trump quedaron empatados con tres sufragios cada uno. Acaso sea una premonición de lo que va a suceder hoy.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elmundo.es
Publicado el: 2024-11-05 06:20:00
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