La política de Donald Trump en inmigración ha puesto sobre el tapete las quinielas acerca de quiénes podrían ser los candidatos a los cargos de secretario de Seguridad Interior, fiscal general (que equivale al de secretario de Justicia), y secretario de Estado, que serían los que tendrían que llevar el peso de esas decisiones.
Lo que sí es seguro, porque ya lo anunció el jueves, es la elección de Susie Wiles, la directora en la sombra de su campaña, como su jefa de gabinete en la Casa Blanca. Será la primera mujer jefa de gabinete, uno de los cargos más importantes.
En las quinielas al cargo de secretario de Estado destaca el senador por Florida Marco Rubio, que obtendría el puesto como premio de consolación tras haber perdido el de vicepresidente, cargo al que fue finalista y que perdió ante Vance por la influencia de Don ‘junior’ y su hermano Eric. Rubio es un secretario de Estado por el que toda Europa firmaría, porque es lo más parecido a un miembro del establishment que se puede esperar en el trumpismo. Su actitud sería muy dura con Cuba -de donde procede su familia- y Venezuela, pero es favorable a mantener el sistema de alianzas de EEUU. Otra cosa es, evidentemente, hasta dónde llegue su poder en un Gobierno marcado por los aislacionistas y con un presidente y vicepresidente que son manifiestamente pro-Putin. Detalle interesante de Rubio: aunque no le gusta hablar español, es totalmente bilingüe.
Otros posibles candidatos al cargo serían mucho más duros con Europa. El mayor contendiente de Rubio es Richard Grenell, que en sus tres años de embajador con Trump en Alemania logró irritar a todo el mundo en ese país, dado que aparentemente confundió su misión de representante de EEUU en Berlín con la de encargado de derribar al Gobierno de Angela Merkel. Grenell dijo que su misión en Alemania era «ayudar a los partidos conservadores en Europa», y expresó su admiración por el canciller austriaco, Sebastian Kurz, en contraposición de Merkel. Si hubiera sido representante de cualquier otro país, es probable que Berlín le hubiera echado por todas esas gloriosas declaraciones.
Si Grenell no llega a ser secretario de Estado, será asesor de Trump, acaso en el Consejo de Seguridad Nacional, y se ocupará, muy probablemente, de las negociaciones con Rusia sobre Ucrania, lo que no augura nada bueno para ese último país. El senador Bill Hagerty, que fue embajador en Japón, es otro potencial candidato, aunque dada su propensión al proteccionismo comercial, podría ser secretario de Comercio o representante de Comercio (un puesto similar, con muchas salvedades, al de ministro de Comercio Internacional). También está en la quiniela el ex consejero de Seguridad Nacional de Trump, Robert O’Brien, junto con Rubio el más centrista de la lista.
En el puesto de fiscal general suena el ultranacionalista Stephen Miller, probablemente el halcón más duro en materia de inmigración, que fue el artífice de la política de separación de niños de inmigrantes de sus madres y padres en 2018, y que ha hecho que varios cientos de menores hayan perdido -acaso para siempre- el contacto con sus progenitores. Miller, que apoya públicamente la frase de Trump de que «los inmigrantes están envenenando la sangre del pueblo» es tan controvertido que acaso no sea nombrado para evitar su ratificación por el Senado. Pero no cabe duda de que él será la persona que se ocupe de toda la política inmigratoria.
Otros nombres que circulan para ese puesto son tan o más controvertidos que Miller. Uno es Aileen Cannon, la jueza de Florida que desestimó el caso contra Trump por la sustracción de secretos de Estado cuando se fue de la Casa Blanca. Su nombramiento sería un obvio pago del favor que le hizo al presidente y, además, no está claro que Cannon tenga las cualificaciones para dirigir el Departamento de Justicia. También suenan otros nombres, como Mike Davis, que ha colgado en redes sociales mensajes en los que defendía poner a periodistas en ‘gulags’ – las cárceles para presos políticos de la Unión Soviética – y a los niños inmigrantes «en jaulas». En cuanto al Departamento de Seguridad Interior, todos los nombres que aparecen en las quinielas, como Tom Homan, Chad Wolff, o Mark Green tienen experiencia sobre todo en la lucha contra la inmigración ilegal y son vistos, además, como muy cercanos a las tesis del presidente electo.
En materia sanitaria resuena desde hace tiempo Robert Kennedy. De presentarse como candidato independiente pasó a retirarse y a apoyar a Trump. Es el hijo del fiscal general y candidato a la Presidencia del mismo nombre, asesinado en 1968 en plena campaña, y sobrino del presidente John F. Kennedy. Es activista antivacunas y ha sugerido que compuestos químicos en el agua potable están haciendo homosexuales a los estadounidenses, entre algunas de sus polémicas ideas.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elmundo.es
Publicado el: 2024-11-08 05:48:00
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