El llamado juicio Pélicot, que juzga a Dominique Pélicot, el hombre que, durante 10 años, drogó a su mujer, Gisèle Pélicot, para que otros 50 hombres, además de él mismo, la violaran, ha vivido este jueves un momento inédito. Él es el principal acusado pero hay otros 50, de los que ya han declarado 35, y hoy ha sido la primera vez que dos de ellos se han reconocido culpables de violación. Dos meses de poceso y 36 jornadas de audiencia después.
– ¿Se reonoce usted como autor de una violación? «Sí». Abdelali D., actualmente en libertad condicional, ha sido el primero en admitirlo ante el tribunal que juzga a todos estos individuos. «Estuve informado de que Gisèle Pélicot estaría inconsciente y que no iba a despertarse», ha declarado. El segundo ha sido Jean Luc L., que en su caso comparece como detenido. ¿Reconoce los hechos de violación? «Sí».
En este caso, el mayor de violencia sexual que ha habido en Francia, todo es insólito, como el hecho de que, hasta ahora, ninguno de los implicados haya reconocido el delito. Y ello a pesar de que Dominique Pélicot filmó los actos sexuales, que tuvieron lugar en su casa, la mayoría de madrugada, cuando su mujer estaba inconsciente.
Unos 3.000 vídeos y fotografías que son pruebas del proceso. Algunos se están visionando en el juicio, precisamente para confrontar las versiones torpes de los acusados. A pesar de estas evidencias, la mayoría insiste en que no hubo intención de violar a la víctima. En los cortes, se ve claramente que Gisèle Pélicot está completamente dormida, incluso se la oye roncar.
Durante estas ocho semanas de juicio, los acusados se han escudado en argumentos que se repiten. No la oyeron roncar porque la tele estaba puesta. No se acuerdan o estaban fumados. El alcohol es otro de los culpables recurrentes: que habían bebido ellos, o que pensaban que la que había bebido era ella, y por eso no les llamó la atención que estuviera dormida profundamente.
La mayoría dice que pensaban que todo era un juego perverso del matrimonio: que ella había consentido que su marido la drogara para tener actos sexuales con desconocidos de los que ella no iba a enterarse. La respuesta más frecuente, ante las preguntas obvias (¿no se dio cuenta de que ella no reaccionaba? ¿no le pareció raro que no se despertara?), es: «Debería haberme hecho esa pregunta, pero no pensé».
Todos culpan a Dominique Pélicot de los actos sexuales que ellos cometieron, y que fueron filmados. Uno, Redouane F., que declaró hace unas semanas, llegó a compararle con Anthony Hopkins en El silencio de los corderos. Su declaración delirante hizo que hasta la propia víctima se riera. «Era un ser terrorífico, yo estaba muerto de miedo», declaró, antes de visionar los vídeos en los que se ve cómo procede a tener actos sexuales sobre la víctima sin que se aprecie un ápice de temor.
«No pensé», «En aquel momento no me hice esa pregunta», «Nunca pensé que un hombre le pudiera hacer eso a su mujer. Es algo inimaginable», son algunas de las respuestas recurrentes en unos y otros, aliñadas con coletillas (que se repiten también) como «honestamente…» o «sinceramente…».
Se eximen de cualquier responsabilidad, delegándola en Dominique Pélicot. Tras horas de interrogatorio, se van enredando ellos solos: «Como era su mujer y él estaba delante, sentí seguridad» (Patrice N.), «a ver, señor letrado, no fui a esa casa a enfilar collares» (Cyril B.), o «si fuera un violador habría elegido a otra más joven» (Ahmed T.).
La mayoría tiene bastante difusa la noción de consentimiento (o no había oído hablar de ello) y han tenido que pasar dos años de prisión preventiva, tratándose con psicólogos y psiquiatras, para empezar a familiarizarse con ello. Ninguno se reconoce como violador, a pesar de los intentos de los abogados de Gisèle Pélicot para arrancarles una declaración de responsabilidad sobre sus actos. Las escenas son de violación pero ellos son víctimas de Dominique Pélicot, es el argumento que se repite.
Delegan en otros, en las sustancias tóxicas que consumieron. Uno llegó a acusar al marido de la víctima de haberle drogado a él también. Según su versión, entró por la puerta de la casa del matrimonio, cometió los actos sexuales y luego recuperó milagrosamente la consciencia cuando ya estaba en su coche. Pudo conducir 40 kilómetros de madrugada para volver a su casa.
Los dos que lo han admitido, por primera vez hoy, tampoco tienen muy claro los motivos que les llevaron a aceptar la propuesta de Pélicot: violar a su esposa inconsciente. Abdelali D. ha dicho: «Ni siquiera yo sé por qué fui, hoy todavía tengo este dilema. No es algo que acostumbre a hacer. No tengo respuestas». Jean Luc: «Me cuesta expresarme, no encuentro las palabras». El único, además de estos dos, que ha admitido todo es Pélicot. «Yo soy un violador, como los otros 50 hombres que hay en esta sala», declaró.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elmundo.es
Publicado el: 2024-10-24 14:04:00
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