En contra de lo que habían pronosticado algunos medios, este sábado el primer ministro británico Keir Starmer y el presidente estadounidense Joe Biden se han reunido en Washington y no anunciaron el esperado permiso para que Ucrania utilice misiles de largo alcance. Aun así, el ex presidente ruso Dimitri Medvedev, en su papel de voz agresiva del coro imperialista ruso, ha vuelto a amenazar a Occidente por intentar ayudar al país que desde 2022 las tropas rusas están atacando cada día. Medvedev, que ahora es número dos del consejo de seguridad del país, ha dicho que Occidente está poniendo a prueba la paciencia de Rusia, pero que ésta no es ilimitada. Medvedev ha apuntado que la incursión de Ucrania en la región rusa de Kursk ya le da a Moscú bases formales para usar su arsenal nuclear.
Desde que empezó la invasión Rusia ha trazado 10 líneas rojas distintas para amenazar a Occidente, y cada vez que han sido rebasadas ha argumentado que ese nuevo armamento no cambiaría nada en el campo de batalla. Pero esta vez Washington y Londres muestran densa prudencia. Esta semana Ucrania proporcionó a Estados Unidos y Gran Bretaña una lista de objetivos en territorio ruso que quiere atacar con misiles de largo alcance, informa Reuters citando fuentes diplomáticas europeas.
Putin dijo el jueves que permitir ataques en suelo ruso «significaría que los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos, están en guerra con Rusia«. Entre los objetivos que el ejército ucraniano espera alcanzar si se levanta la prohibición del uso de misiles de largo alcance contra Rusia se encuentran los centros de mando, los depósitos de combustible y de armas, así como los lugares donde se encuentra el personal enemigo en densas concentraciones.
El ejército ucraniano inicialmente quería utilizar misiles ATACMS de largo alcance suministrados por Estados Unidos para atacar aeródromos rusos. El Pentágono enfrió la idea señalando que el 90% de los aviones que Rusia utiliza para lanzar bombas guiadas ya han sido retirados a aeródromos situados a más de 300 kilómetros de la frontera: más allá del alcance de los misiles. Además, el número de ATACMS en Ucrania es limitado y su coste es alto.
Algunos funcionarios han recomendado a Kiev centrarse en frenar la ofensiva rusa en el este de Ucrania, donde se arriesgan a perder el control de Pokrovsk, un punto de importancia estratégica. Pero Zelenski quiere apostar por éxitos espectaculares que apuntalen su narrativa de victoria, en lugar de limitarse a una defensa agónica de un territorio arrasado por los combates.
Al ejército ucraniano le gustaría además utilizar los misiles británicos Storm Shadow y los misiles franceses SCALP. Aunque las autoridades británicas necesitan buscar la aprobación de Estados Unidos para usar tales misiles, Francia no necesita ese permiso.
El presidente ucraniano ha dejado claro que su plan para lograr la victoria depende de la autorización que Kiev ha solicitado durante mucho tiempo a sus aliados de la OTAN. Hasta el momento no se ha anunciado ninguna decisión oficial, pero el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Ryabkov, afirma que la decisión ya se ha tomado y comunicado a Kiev, y que Moscú tendrá que responder: «Estamos preparados para todo. Y reaccionaremos de una manera que no será agradable«, dijo Ryabkov. Medvedev, siempre más colorido en sus invectivas, pronosticó que Kiev será convertida en «una mancha gigante, gris y derretida en lugar».
En medio de esta escalada de amenazas, Rusia y Ucrania intercambiaron el sábado prisioneros de guerra: cada bando liberó a 103 personas. Según dijo el Ministerio de Defensa, los soldados rusos intercambiados fueron hechos prisioneros en la región rusa de Kursk. Las fuerzas ucranianas tomaron territorio allí el mes pasado en su primera incursión importante en Rusia, un hecho que Moscú ha presentado como pretexto para no querer ahora negociar.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elmundo.es
Publicado el: 2024-09-14 13:44:00
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