FLORIANÓPOLIS, Brasil – Convivir con los vecinos, conocerlos y charlar con ellos, es lo que más le gusta a Lucila Neves en el huerto comunitario del Portal de Ribeirão, un barrio del sur de Florianópolis, considerada la capital más sostenible de las 27 de los estados de Brasil.
Esta empresaria de envases biodegradables eligió vivir en la capital del meridional estado de Santa Catarina, a donde llegó procedente de Ribeirão Preto, una urbe situada a 950 kilómetros al norte.
Ella es una de las personas que cuidan voluntariamente la inmensa variedad de hortalizas, plantas medicinales y árboles frutales sembrados en cerca de 1000 metros cuadrados.
Los residentes en el barrio aceptaron de buen grado la siembra iniciada hace 15 meses, porque saneó el área donde antes una empresa privada hacía compostaje de la basura orgánica para la alcaldía, sin los cuidados necesarios.
“Defendemos la primacía del reciclaje sobre la incineración, el objetivo es mejorar en el reciclaje, no se agotaron los avances”: Karolina Zimmermann.
Desaparecieron los ratones, mosquitos, cucarachas y el mal olor que habían infestado el local, aseguró la bióloga Bruna do Nascimento Koti, profesora de la enseñanza básica y voluntaria permanente del huerto, donde estaba igual que Neves el día que IPS visitó el espacio.
Ahora la pública Compañía de Mejoramientos de la Capital (Comcap) hace también allí un compostaje limpio, con los residuos orgánicos recogidos por la población en cubetas cerradas de plástico distribuidas por la alcaldía de Florianópolis.
Además de proveer hortalizas baratas y reconocidamente sanas, sin agroquímicos, el huerto promueve la convivencia, con una reunión para tomar té de los jueves y a veces el cultivo colectivo en general los sábados, ejemplificó Koti.
La alcaldía de Florianópolis eligió el compostaje y el reciclaje como alternativas centrales de la gestión de los residuos sólidos generados por los 537 000 habitantes de la ciudad, a los cuales se suman muchos turistas y pobladores temporales durante el verano austral.
Estima que de las 700 toneladas diarias de basura, 43 % sea de residuos reciclables secos y 35 % de orgánicos, cuyo aprovechamiento se busca incrementar, para reducir la parte destinada al relleno sanitario, de disposición manejada. Sobra 22 % de desechos, no reciclables.
Actualmente solo “se valoriza”, es decir se recicla, 13 % del total, mientras el restante 87 % sigue enviándose al relleno en el municipio vecino de Biguaçu, a 45 kilómetros de Florianópolis, que recibe la basura de 23 ciudades, reconoció a IPS Karina de Souza, directora de residuos sólidos de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de Florianópolis.
Pero las estadísticas oficiales apuntan importantes avances. Los restos de alimentos aprovechados en el compostaje aumentaron de 1175 toneladas en 2020 a 5126 toneladas en 2024, es decir más que cuadruplicaron, según los registros de Souza.
Los orgánicos verdes, como se denomina los residuos de poda de árboles y otras vegetaciones, más que se duplicaron durante ese período. Los vidrios también se multiplicaron por 2,5 y los materiales que llegan mezclados y pasan por una separación antes del reciclaje casi cuadruplicaron.
El programa “Basura cero” adoptado por la alcaldía en 2018 fija como meta aprovechar 60 % de los residuos secos y 90 % de los orgánicos hacia 2030, una meta que se percibe lejana.

La basura tiene valor
El Centro de Valorización de Residuos de la Comcap, situado en el barrio Itacorubi, cerca del centro de la ciudad y al lado del Jardín Botánico, es el corazón de la política municipal que busca solucionar el desafío de la basura.
Concentra el gran patio de compostaje de la ciudad, una central para separar los residuos reciclables y otra para transbordar basura desechable y compactarla en camiones más grandes para transporte al relleno sanitario.
Además incluye un Museo de la Basura, destinado especialmente a la educación ambiental, y un ecopunto donde los residentes depositan sus desechos reciclables, como madera, aparatos electrónicos, papel, plásticos y vidrio.
“Sufríamos prejuicios, discriminación y vergüenza, ahora ganamos respeto”: Volmir dos Santos.
Hay nueve ecopuntos distribuidos por la ciudad, que reciben cerca de 11 000 toneladas anuales de residuos reciclables para su clasificación y manejo.
Esos desechos, también recogidos de otras fuentes, se trasladan a almacenes donde se acumulan separadamente vidrios, cartones de embalaje, papeles corrugados, plásticos y neumáticos destinados al reciclaje. Pero llegan mezclados con basura y tienen que pasar por la separación y clasificación humana, llamado triaje.
Es el área de la Asociación de Recolectores de Material Reciclable, que por un contrato con la Comcap, se encarga de destinar separadamente los residuos a los compradores, en general la industria que los recicla.
De los 75 asociados, cerca de 40 % son inmigrantes, la mayoría venezolanos, pero también peruanos, haitianos y colombianos, según contó Volmir dos Santos, presidente de la asociación, durante la visita de IPS a la instalación.
Fundada en 1999, inicialmente la agrupación la conformaban recolectores de basura en las calles. Con el avance de la gestión municipal, la recolección selectiva en las residencias, industrias y comercio, además de los ecopuntos, ellos se transformaron en “triadores”, que separan, clasifican y venden los residuos listos para el reciclaje.
“Sufríamos prejuicios, discriminación y vergüenza, ahora ganamos respeto”, celebró Dos Santos.

No incinerar la basura
Pero el amplio movimiento de los trabajadores del reciclaje, de varias asociaciones y cooperativas, busca influir en los planes municipales. Se opone, por ejemplo, a la quema de los desechos, la parte aún no reciclable, para generación de energía, una alternativa de uso creciente en países industriales.
En el mundo ya hay por lo menos 3035 centrales de combustión de residuos sólidos, conocida como Waste-to-Energy en inglés, destacó Yuri Schmitke, presidente de la Asociación Brasileña de Energía de Residuos (Abren), que reúne 28 empresas del sector.
Es la forma de alcanzar la meta de “basura cero” o la eliminación de los rellenos sanitarios, ya que el reciclaje tiene límites, hay siempre un porcentaje que no se logra reaprovechar y su incineración sustituye combustibles fósiles, argumentó.
Países como Alemania, Suiza, Austria y las naciones nórdicas europeas lograron usar 100 % de la basura, acotó, eliminando esos rellenos o depósitos finales de residuos sólidos.
Restricciones y sospechas de daños ambientales e incluso sanitarios fueron despejados en varios países europeos, Japón y Corea, ante la implantación de esas centrales incluso en partes céntricas de grandes ciudades, sin tales efectos negativos, destacó.
Paris ya tiene tres de ellas en su llamado centro ampliado, donde la densidad poblacional alcanza los 15 000 habitantes por kilómetro cuadrado, ejemplificó.
“La incineración pone fin al ciclo, excluye el reciclaje definitivamente, y Brasil es muy distinto de Europa, ya tuvo experiencias fracasadas”, contrarrestó Dorival Rodrigues dos Santos, presidente de la Federación de las Asociaciones y Cooperativas de Recolectores de Santa Catarina, que dice representar a 28 000 trabajadores.
Reclama un amplio debate entre técnicos y recolectores sobre el tema, ante anuncios de que esa alternativa empieza a ganar seguidores en Brasil. El municipio de Joinville, de 616 000 habitantes y a 170 kilómetros de Florianópolis, tiene planes de instalar una central para generar electricidad con la quema de basura.
Florianópolis busca destinar los residuos no reciclables a la industria cementera que tiene interés en usarlos como combustible en lugar de los fósiles, informó De Souza, la directora de residuos sólidos de Florianópolis.

Reciclaje primero
“Defendemos la primacía del reciclaje sobre la incineración, el objetivo es mejorar en el reciclaje, no se agotaron los avances”, según Karolina Zimmermann, la ingeniera que trabaja con los recolectores.
El avance en el reciclaje depende no solo de nuevas tecnologías, como las que separan materiales que mezclados o incluso fundidos, tinturas y elementos químicos en los plásticos o papelón. La educación ambiental de los consumidores para que segreguen los residuos es fundamental para incrementar el reaprovechamiento.
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Aparecida Napoleão es un ejemplo de cómo ha calado el seguimiento del reciclaje. En su edificio de 126 apartamentos de lujo, encabeza un movimiento de separación detallada de todos los residuos, desde los pequeños envases de vidrio que destina a las productoras artesanales de jaleas a papeles especiales que se pueden convertir en libretas, plásticos e incluso tapas de botellas.
Asistente social jubilada de la alcaldía de Florianópolis, organizó en la planta baja del edificio una cadena de estantes y contenedores para decenas de tipos de materiales. Trata de orientar a sus vecinos, pero reconoce que aun así siempre hay quienes ponen basuras en el lugar equivocado.
“Es un trabajo de hormiga, hay que tener paciencia, explicar, pedir repetidas veces, hasta que entiendan la importancia de la separación”, sostuvo.
ED: EG
Fuente de TenemosNoticias.com: ipsnoticias.net
Publicado el: 2025-06-24 12:47:00
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