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Columna de opinión de Daniel Peñarredonda

Columna de opinión de Daniel Peñarredonda

La paz no es simplemente la ausencia de violencia; es el cimiento sobre el que se erigen  instituciones fuertes, economías vibrantes y sociedades unidas. No existe un solo  ciudadano que no añore que Colombia sea un país en paz, en el que no existan grupos  armados organizados, llámense como quieran llamarse independientemente del título bajo  el cual operen, pues al final todos se dedican y nutren de rentas ilegales y de las economías  de las zonas donde operan. Un país en el que no se maten unos con otros pues todos  somos hijos de la misma tierra. Un país en el cual los esfuerzos y recursos políticos, sociales y económicos no se desvíen en lidiar con el conflicto o la corrupción y puedan centrarse en  dar solución a las necesidades básicas insatisfechas y en generar riquezas para sus  habitantes. Imaginemos una Colombia donde esos mismos recursos se inviertan en  educación, salud, infraestructura y en empoderar a nuestras comunidades más vulnerables. 

Pero eso solo puede suceder en un entorno de seguridad y estabilidad. 

Las causas que hayan dado origen a cualquiera de esos grupos sean reales o sencillamente  excusas para su creación hay que resolverlas. Los factores de persistencia que reciclan la  violencia en una espiral interminable, deben eliminarse. Para ello sobra la voluntad política y el presupuesto nacional e internacional. Cada vez las excusas son menos pues los  avances son enormes: reforma agraria, participación en política, familias guardabosques,  seguridad para los excombatientes, agencia para la reincorporación y normalización, etc.… 

Uno de los requisitos establecidos para incorporarse a la paz total es que el grupo armado  tenga control territorial. En esa misma línea y atendiendo a que se trata de un requisito que  la mayoría cumple, se debe proceder después de una fase primaria a concentrar todos los  miembros en las zonas donde operan. Esto no debe alarmar a nadie, ya que todos los  presidentes, incluidos los hoy críticos del proceso de paz lo han hecho y, además, parte de  una lógica sencilla porque permite, entre otros asuntos, la verificación del cese al fuego,  atención médica psicosocial, formación profesional y la protección de los mismos  combatientes. 

Hoy todos los integrantes de los grupos armados organizados, incluidos los miembros del  ELN reciben pagos mensuales. De ahí que mientras dure esa concentración, será el Estado  quien deberá asumir el pago de una bonificación que permita a ese integrante del grupo  armado cubrir las necesidades básicas en sus hogares.  

Una vez concentrados, deberá la fuerza pública y las instituciones del Estado, con todo el  profesionalismo que las ha caracterizado, hacer presencia permanente en esas zonas que  han sido abandonadas. No se trata de un patrullaje, ni de un registro y mucho menos de  control militar de área, lo que corresponde es, como lo ordena la Constitución y la ley;  garantizar el orden y proteger la honra, vida y los bienes de los colombianos, de brindar  oportunidades reales y serias a los pobladores de esas regiones marginales, generar  confianza y credibilidad en la institucionalidad y desmontar los nuevos ordenes sociales 

creados por los actores de turno del conflicto. Omitir este paso implicará lo que resulta  inexplicable hoy, y es que en zonas entregadas en el pasado por paramilitares o guerrillas  concurran otros grupos ilegales.  

Durante el periodo de concentración, el Estado deberá generar la caracterización  ocupacional de los integrantes del grupo a través del SENA, la Agencia Nacional para la  Reincorporación y los demás entes gubernamentales, para iniciar su reinserción al mercado  laboral bien sea a través del empleo o del reflejo de emprendimientos  exitosos.  

Serán los mismos empresarios de las regiones los interesados en vincular personas activas  y ahora capacitadas a cada una de sus empresas, mientras que la fuerza pública y las otras  instituciones del Estado cumplen con su papel de forma eficaz e ininterrumpida. Así mismo, habrá que emular los exitosos emprendimientos surgidos del proceso de paz con las FARC,  como la Mesa Nacional del Café, la Cerveza Roja y los proyectos turísticos de ecoturismo  en los bellos parajes del departamento del Meta y otras regiones del País. 

Cuando se habla de paz total, entre otros aspectos, se busca que el complejo ejercicio que  implica poner de acuerdo a tantos actores y contemplar diversas variables, no deba ser  repetido cada cuatro años, convirtiéndose entonces en la excusa o esperanza de aquellos  que no negocian para seguir delinquiendo, o en el caballo de batalla de todas las campañas  presidenciales.  

La paz total implica clausurar los procesos anteriores, cumpliendo los acuerdos que en el  pasado se pactaron con diversos actores de un solo conflicto. Llegó la hora de hacer un  cierre histórico de justicia y paz que permita recuperar derechos plenos a los  desmovilizados que hasta hoy les han sido negados y tratados como parias de la sociedad

De igual forma, es el momento oportuno para poner en libertad a los guerrilleros de las  FARC que aún permanecen en las cárceles. ¿Cómo vamos a promover un gran acuerdo  de paz total, sino ponemos fin a los procesos que antecedieron este nuevo ejercicio de  gobierno, si seguimos incumpliendole, discriminando y estigmatizando a quienes se  reinsertan a la sociedad?  

Ahora bien, el hecho de convocar y concentrar el 100% de los grupos armados ilegales, busca no solamente la consolidación de la paz, sino eliminar futuros discursos de  legitimación y facilitar el trabajo de la fuerza pública contra todos aquellos quienes después  de un gran acuerdo nacional por la paz decidan quedarse fuera del mismo.  

Debe ser un mandato de la política estatal de paz que quienes no se sometan a ella sean  combatidos por la institucionalidad en todas sus expresiones, judicializando con  cooperación internacional a los que comercializan las armas, reclutan o apoyan en cualquier  medida a quienes persistan en el delito. El hecho de que el presidente sea hijo de un  proceso de paz le da la autoridad para enviar este mensaje.  

La paz total también requiere despojarse de egos, vanidades y ambiciones, empezando por  quienes lideran la negociación. A estas alturas no podemos hacer la paz pensando en  premios o galardones. Deberían, desde ya, quienes hacen parte del equipo negociador del  gobierno renunciar a ello. De igual forma, resulta inaceptable que grupos de izquierda 

condicionen su proceso al no avance de las conversaciones con grupos ubicados en otras orillas ideológicas. 

Señores: tengan claro que ustedes frente a la ley son un grupo de delincuentes que viven  de las rentas ilícitas, cuyas características político sociales hacen parte del contexto y los  problemas a resolver en la mesa; pero al final los beneficios que se otorguen a unos y otros  deberán ser los mismos. No puede volver a repetirse desigualdad en los beneficios  brindados, como sucedió en el proceso de paz con las AUC y las FARC. Esto hay que  hablarlo y de frente.  

La paz como política de Estado debe ser pública, reitero: lo que haga el presidente Petro  no será distinto a lo que intentaron o hicieron GAVIRIA, PASTRANA, URIBE o SANTOS.  

Es indispensable señalar con claridad quiénes hacen parte del proyecto de paz total, bajo  qué condiciones han sido aceptados o se les ha propuesto hacer parte del proceso. Es  indispensable rodear el proceso de pueblo, de academia. Cada prestigiosa universidad  debería hacer parte en las conversaciones, llegó la hora que pasen de la teoría a la acción.  Todos aquellos que han recorrido el camino de la paz con éxito, llámense AUC o FARC,  deben tener un delegado que acompañe esta gran cruzada, quien mas que ellos para  explicarle al mundo las causas de las violencias, su perpetuación y la manera de  erradicarlas en Colombia. Los grupos empresariales del país tienen que estar allí presentes,  los grandes juristas deben aportar su grano de arena asesorando a quienes participan  directamente de la negociación y estructura, en compañía de la academia y en consenso  con el gobierno y los partidos políticos, un verdadero proyecto de ley que permita ponerle  fin a más de 50 años de conflicto armado.  

Es inaceptable que un país como el nuestro, con enorme y diversa riqueza natural,  ubicación geográfica privilegiada y sobre todo, país de gente alegre y emprendedora; tenga  como eje temático permanente la violencia, la extorsión, el homicidio, la falta de libertad de  locomoción, entre otros.  

Señores miembros de los grupos armados organizados: los procedimientos para llegar a la  firma de un acuerdo de paz están claramente establecidos y la experiencia en Colombia ya  existe. La mejor forma de hacerlo y explorarlo debería ser a través de delegados  competentes de sus filas y de expertos que entiendan sus necesidades y estén en  capacidad de transmitirlas y proponer soluciones viables, pudiendo sustentar unas y otras  en cualquier escenario. Grave error llegar a un proceso de paz pensando en que a través  del mismo se evita la extradición y que cualquiera podría acceder a ello. Eso evidentemente  hace parte de la temática a tratar, pero jamás será el punto de partida del proceso. Ese  “problema”, que evidentemente es un obstáculo para La Paz, hace parte de los aspectos  que solo el Gobierno nacional podrá solucionar en la fase final del proceso, a través de los  mecanismos judiciales, administrativos o en el mejor de los casos legislativos. Insisto: todos  ellos ya fueron utilizados en negociaciones anteriores.  

Señor Presidente, Señor Comisionado, Señor Ministro de Justicia: la paz no es de  ustedes, la paz es del pueblo colombiano. Se hace necesario que de este proceso participen  públicamente los mejores académicos y juristas. Los directores de los partidos políticos, los  expresidentes que han tratado y han logrado procesos imperfectos. Aquí no debe haber  protagonistas distintos a los colombianos que tenemos derecho a vivir en un país hermoso  y en paz.

Daniel Peñarredonda. Abogado litigante, comprometido con la paz total y exmiembro de la Comisión Asesora del Consejo Nacional de Política Criminal.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.pulzo.com

Publicado el: 2023-09-10 02:02:18
En la sección: Pulzo.com – home

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