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<h2>Desalojo de Vendedores Informales en el Centro Histórico de San Salvador</h2>
SAN SALVADOR — Eran las cuatro de la tarde del 6 de diciembre cuando el silbato de un agente metropolitano —una suerte de policía municipal— sonó en el Centro Histórico de San Salvador, y Lidia, sin vacilar, tomó rápidamente del suelo el fardo de pantalones que vende para ganarse la vida y huyó. La comerciante se encontraba en una nueva zona de al menos 4,12 kilómetros donde ahora está prohibido vender sin un permiso. Este área incluye las principales plazas de la capital salvadoreña, el Palacio Nacional, la nueva Biblioteca, las antiguas iglesias y la Mágica Villa Navideña, sitios muy concurridos del Centro Histórico.
El desalojo de miles de vendedores informales en San Salvador se inició bajo la gestión del presidente Nayib Bukele, quien era alcalde de la capital en 2015, como parte de su plan de “Revitalización del Centro Histórico”. Este proceso ha continuado hoy bajo la administración de Mario Duran, actual alcalde aliado del partido Nuevas Ideas.
Iniciando con el desalojo de los vendedores estacionarios, quienes tenían puestos de venta construidos con lámina y madera, la siguiente fase abarcó a los vendedores ambulantes, los cuales trasladaban su mercancía de forma itinerante. Aunque el gobierno ha remodelado plazas y mejorado las infraestructuras, es importante resaltar la vulnerabilidad económica de unas 20.000 familias que dependían de estos espacios para su sustento diario.
<h2>Impacto en la Economía Informal</h2>
“Vio cómo son, ¿verdad?”, preguntó Lidia al detenerse, aliviada porque esta vez los policías solo le hicieron una advertencia. “La vez pasada me quitaron los últimos pantalones que andaba, ya eran los últimos”, lamentó. El nombre de la vendedora y de otros comerciantes entrevistados se ha cambiado por razones de seguridad.
El centro de San Salvador ha sido un núcleo de la clase obrera durante décadas, donde la economía informal ha coexistido con un rico patrimonio histórico. Sin embargo, la revitalización ha creado un entorno donde los vendedores informales no tienen cabida, exacerbando la situación de pobreza. Según el economista Rafael Lemus, el desalojo de estos vendedores ha eliminado su medio de vida, impulsándolos hacia situaciones de pobreza extrema.
La pobreza extrema en El Salvador ha aumentado en 2023, afectando a 588.917 personas, lo que representa al menos el 10 % de la población. Además, la tasa de empleo informal es alarmante: seis de cada diez salvadoreños trabajan en este sector.
<h2>Cambios en el Centro Histórico y la Nueva Ley</h2>
Antes del gobierno de Bukele, el Centro Histórico era conocido por sus precios accesibles, pero ha cambiado a un espacio de inversiones millonarias, incluidas las transformaciones en la Biblioteca Nacional y nuevas tiendas exclusivas. En 2023, bajo la nueva Ley de Creación de la Autoridad del Centro Histórico de San Salvador, el gobierno ha tomado control sobre la regulación de esta zona.
El presidente Bukele ha defendido que estos cambios traerán limpieza, orden y seguridad, beneficiando la economía y el turismo. Sin embargo, el proceso de reubicación de vendedores desalojados no ha mostrado resultados positivos, dejando a muchos de ellos sin opciones viables para continuar con su actividad comercial.
<h2>Opciones para los Vendedores Desalojados</h2>
La municipalidad ha ofrecido al menos 23 mercados para reubicar a los vendedores desalojados, pero muchos reportan que estos lugares carecen de afluencia y no son atractivos. A pesar de que algunos ya están incluidos en un censo para la reubicación, no han recibido propuestas concretas.
Mientras tanto, el brillo de la revitalización de la ciudad contrasta con las dificultades que enfrentan los comerciantes, quienes son percibidos como marginados. Esto ocurre ante los ojos felices de los turistas que celebran el nuevo aspecto del centro, evidenciando un claro conflicto entre el desarrollo urbano y la economía informal.Fuente y créditos: www.vozdeamerica.com
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