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Ali Aka Mind entrevista queria despetar e irme a dormir haciendo rap – Música y Libros – Cultura

Ali Aka Mind entrevista queria despetar e irme a dormir haciendo rap - Música y Libros - Cultura

“Aunque digan lo que digan afuera de la frontera, no es una patria de guerra: es una patria guerrera”, fueron las últimas palabras de Ali A.K.A Mind antes de bajarse del escenario de Hip Hop al Parque, el 9 de octubre de 2011, para tomar un avión y regresar el lunes a Buenos Aires, donde contestaba llamadas del call center de Meridional Seguros.

Ali Rey Montoya, o ‘Mind’ (porque lograba convencer a los policías para que no los detuvieran cuando estaba con sus amigos, en otras palabras, les “trabajaba la mente”), es una de las historias más representativas del rap colombiano. Siempre quiso ser skater, pero una lesión en los ligamentos cruzados lo bajó de la tabla para montar su voz en instrumentales que lo llevaron a salir del país y cumplir con su mantra: despertar e irse a dormir haciendo rimas.

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Creció en Soacha y el barrio Galán. A sus seis años ya sabía que había ‘marihuaneros’ y ‘bazuqueros’ en el parque pero eso nunca le interesó: siempre le ha tenido respeto a su mamá y no quería defraudar ese amor. También tenía a ‘Manjit’, la voz de su consciencia, que siempre lo incitó a ser el campeón desde los torneos de fútbol hasta sus más recientes discos.

Nunca vio al rap para llenar sus bolsillos y está seguro de que si hubiera estudiado ingeniería mecánica, como quería su papá, la habría dejado para seguir haciendo música. En 2005, hizo un freestyle en Hip Hop al Parque y le pagaron 400.000 pesos. Con eso se fue a Quito y allá trabajó como profesor; luego, a Argentina, en donde alternaba el trabajo y la pasión. Allí también fue fanático de Juan Román Riquelme, tanto que su hija Emily casi se llama Juana.

En 2011, los skaters de Bogotá recogieron firmas para abrir la categoría “colombiano destacado en el exterior” y pudieron traerlo. Tres años después, en 2014, ‘Mind’ regresó para compartir escenario con los referentes que tenía en sus oídos desde hace 20 años: Dj Premier y Boot Camp Click. Esa noche se quebró en llanto cuando rapeó su canción ‘Mi raíz’ y cantaron con él miles de personas.

También participó en las protestas de 2019 en ‘Un Canto X Colombia‘ y de 2021 cuando lideró ‘El Rap se Manifiesta’, con la que recogieron dos toneladas de comida con tanta relevancia que es uno de los destacados en la exposición ‘Nación Hip Hop’ del Museo Nacional. Hoy junto a Darly Calderón, su manager y esposa, crearon “La Realeza” su propio sello musical que tiene la intención de apoyar nuevos talentos sin olvidar la consciencia social.

¿Cómo ha sido la relación con ‘Manjit’, la voz de su consciencia?

Ha sido un compañero de vida desde mis seis años cuando empecé a tener una visión más crítica. Es como si este mundo que me tocó vivir a mí, estuviera repleto de personas llenas de carencias, de problemas y de necesidades que me generan lo que yo llamaba con mi mamá como ‘los pesares’.

Me acuerdo de una familia que eran como siete y sin muchos recursos. Un día el niño estaba en la calle con una bolsa de leche y un perro le ladró, lo asustó y se le rompió la leche. Dure con pesar como tres días. Esa voz me ha permitido salirme de mis zapatos y ser consciente de las realidades ajenas. Es la voz de un niño inocente pero con una visión adulta que está en los momentos decisivos.

Su papá era mecánico y conductor. Su mamá emprendedora de restaurantes y tiendas, ¿cómo era el ambiente musical en su casa?

En mi familia no hay músicos, pero mi papá era fanático de los boleros y las milongas. Mi hermano, que es ocho años mayor, era súper fanático del rock en español. Por parte de mi mamá, más que música creo que era una influencia poética. Ella no es escritora pero tiene una cosa muy linda. Cada vez que hay un cumpleaños o alguna ocasión especial, ella siempre me hace una carta. Me escribe cosas hermosas como: “la luz del universo te lleve y te guíe hacia los senderos de la felicidad y que la felicidad sea un regocijo de compañías especiales que sean superiores a este mundo material”. No veo que le escriba cartas a nadie más. Es como un código que tenemos ella y yo.

Cuando llegó el rap, ¿qué fue lo que le dijo a su mamá para convencerla de que le comprara un computador para hacer música?

Nosotros éramos un hogar clase media; no faltaba nada pero tampoco sobraba. Un día le dije que necesitaba un computador para hacer trabajos. Ella sacó 200 mil pesos de un cajón, otros de otro y así fue reuniendo 600 mil pesos para uno de cuatro gigas de disco duro y 32 megas de RAM. Una máquina que usted la prendía y se metía al baño y todavía no acababa de prender. Ella me preguntaba por las hojas de vida, pero yo ya estaba enfocado en hacer pistas en el programa ‘Fruity Loops’.

Incluso tenía un micrófono de esos de café internet y como yo ya iba a estudios y veía que le ponían un filtro antipop, que era como una media velada, yo agarraba una copa de aguardiente y le abría un huequito y lo forraba. Claro, eso quedaba sonando raro pero yo decía que era un filtro.

Mi mamá entraba a la habitación y me decía: “yo he visto que la gente hace cartas e imprime cosas, pero yo a usted lo veo todo el día en ese jueguito”.

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El freestyle nace de la improvisación, pero ¿cuándo inicia a escribir canciones?

Fue más o menos a los 17 o 18 años. Ya mi mamá ya no tenía restaurantes, sino tenía una tiendita en el 20 de julio y allá empecé a escribir en unas libreticas pequeñitas tipo talonario. Escribía frases o ideas pero en un tono batallero porque yo era freestyler. Estaba bacano lo que escribía, pero sentía un vacío. La primera vez que escribí algo que sí me gustó para una canción fue sobre los desplazados.

Ahí encontré como el sentimiento con la escritura cuando me di cuenta que tenía que tener un sentido social y un sentido con estos pesares que yo vivía. Esos pesares tenían que ser redactados de una manera digna, no solamente retratando la miseria, sino más bien tratando de dignificar esas personas que, a pesar de sus necesidades y sus carencias, hacen una lucha grande por mantener y sacar adelante familias y comunidades.

En ese momento, ¿qué era lo que le hacía sentir el rap?

Foto:

Archivo Ali A.K.A Mind

Era como si hubiera nacido nuevamente. Era mi psicólogo, alguien me estaba escuchando. Cuando empecé a hacer música acá, todo el mundo hacía rap pandillero. Aquí se hablaba del bar y la calle; yo estaba haciendo mis letras sobre los desplazados. Sentía más el dolor de un señor con un sombrero llanero con 3 niños y una señora moviendo unas maracas y pidiendo monedas en una esquina.

Eso me movía mucho más que contarles a los otros que yo era real. Yo ya había sido skater, ya había quedado campeón nacional y ya había demostrado que era genuino lo que estaba haciendo.

No tuve que explicárselo a nadie, ni me cambié el nombre ni siquiera para ser rapero.

El plan que me fascinaba cuando estaba pelado y estaba estudiando en la CUN, era coger un bus por la 26 y bajarme en la séptima. Ahí empezaba la caminata hasta la cuarta, donde quedaba la universidad.

Me quedaba ahí no por el gusto de caminar, sino por el gusto de tener un ratico de escuchar cuatro canciones más, y me repetía un tema 7 veces. Seguramente la gente decía: «¿y ese loco que vaya allá qué?»

Yo capaz que ni cantaba, pero cada que otro ratico soltaba un gritico o una palabra que no se entendía, pero yo iba muy feliz por la calle. Llegaba a la universidad super eufórico.

Yo capaz que ni cantaba, pero cada que otro ratico soltaba un gritico o una palabra que no se entendía, pero yo iba muy feliz por la calle. Llegaba a la universidad super eufórico.

Eso se vio muy claro en las protestas del 2019 y del 2021. ¿Cómo fue esa experiencia en Un Canto X Colombia?

Fue un gran liderazgo de Santiago Alarcón, Alejandro Riaño, Mario Muñoz y Adriana Lucia. Cuando organizamos las fechas del toque, yo dije que no me importaba la hora en la que tocará ni la tarima.. Cuando toqué, creo que fue el mejor momento porque todo el mundo ya venía por la 15 hacía la 85. Fue una locura porque creo que la pista no se escuchaba, pero todo el mundo cantó ‘Mi Raíz’ y yo estaba por llorar.

Yo no podía creer lo que estaba pasando, incluso al final de la marcha estaba hablando Santiago Cruz y se me acerca y me dice: «cierra tú, que ellos te escuchan es a ti«. No podía creer que el rap fuera tan poderoso, incluso dentro de todos los géneros musicales y que ellos entiendan que nosotros tenemos un gran poder en nuestra palabra hacía la juventud.

Y en 2021 el lugar no fue el norte sino Kennedy y Puente Aranda con ‘El Rap Se Manifiesta’

Yo quedé con esa enseñanza hermosa de lo que fue ‘Un Canto X Colombia’. Sin embargo, yo seguía sintiendo que el rapero era otra cosa y que realmente era una voz que venía mucho más abajo.

Llegaron las marchas, pero yo no me sentí identificado con ninguno de los puntos ni los organizadores. Todo se estaba desvirtuando o por partidos políticos o por farras; iban a beber y fumar, la gente no se llevaba ningún mensaje.

Entonces dijimos: “hagamos la de nosotros”. Algo pequeño, tal vez vayan unas mil personas por las Américas hasta el Galán. Cuadramos con más de 30 artistas y el 28 de mayo a las 9:00 de la mañana ya habían como 5.000 personas. Sentí mucha satisfacción, pero también mucho miedo de que la policía llegará a reprimir a estos pelados que estaban en un ambiente de paz.

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Fue muy bonito poder poner nuestra visión y nuestra filosofía que era: “loco te subiste encima del TransMilenio, bájate que es que es que una señora mañana tiene que madrugar a limpiar, eso no es Hip Hop. Ey loco, no me pintes la fachada. Aquí no se puede perder una billetera, no se pueden robar ni empujar a nadie si se cae lo levantamos entre todos”.

Teníamos también tres camionetas: dos recogiendo comida y otra para que el que no tenía comida, se podía llevar su arroz si necesitaba. Recogimos 2 toneladas de comida ese día.

Al final llegamos a la 68 y una chica se me acerca para decirme que la policía ya venía cerca desde el centro. Yo estaba en la carroza y veía a un río de gente bajando recién bajando por la Boyacá.

Ahí empezamos a llamar al Galán para acomodar la gente y me dicen: «No, acá ya hay como 2.000 personas en la rotonda». Cuando llegamos, no podíamos mover la carroza de lo apretado que estaba y ¿qué hice yo? Le dije a Realidad Mental y un par más: «Muchachos, bajémonos nosotros aquí agarrados de la mano y vamos empujando a la gente».

La gente fue muy buena. No sentí que nadie quisiera hacer nada malo. Nadie Intentó hacer daño. Esa fue la enseñanza y quedó un grupo unido que se convirtió en ese Cypher Effect.

Después de haber participado en las protestas, ¿cuál es su Colombia soñada?

Es una Colombia diversa e igualitaria. Sin niños trabajando y a los que se les cuide su inocencia, donde todos tenemos la posibilidad de ir a la universidad. Sobre todo es una Colombia donde la individualidad, la envidia y la rabia se conviertan en luz y amabilidad hacía los otros. Mi Colombia soñada es donde esos ‘Manjits’ de todos se despierten y se pongan en los zapatos de los demás. Esa sería mi Colombia soñada.

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KEVIN RAMÍREZ QUINTERO
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO

Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com

Publicado el: 2023-01-07 09:30:06
En la sección: EL TIEMPO.COM – Cultura

Publicado en Cultura
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