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Álvaro Mutis: detalles de la vida y obra del escritor en centenario de nacimiento – Música y Libros – Cultura

Álvaro Mutis: detalles de la vida y obra del escritor en centenario de nacimiento - Música y Libros - Cultura

Álvaro Mutis Jaramillo nació en 1923 y murió en 2013; Maqroll el Gaviero nació en 1952 en el libro ‘Los elementos del desastre’ y de ahí en adelante con cada una de sus novelas se fue conformando una panda de buscones con los que la picaresca volvió a la narrativa en lengua española. ¿Quién fue el demiurgo del Gaviero y sus singulares amigos?

El gran escritor colombiano, de quien este 25 de agosto se conmemoran el centenario de su nacimiento, es descendiente de aquel que realizara la Expedición Botánica. Nació en Bogotá, se crio en Bélgica, se hizo adolescente en el Tolima y se maduró en diversas partes del mundo; pero, lo que se dice, hombre, lo hizo su tremebunda experiencia como preso en la cárcel de Lecumberri, “el palacio negro”, en México. El caso fue que, trabajando para la Esso, le ocurrió lo que siglos atrás le aconteció a Cervantes: no le cuadraban las cuentas y fue a dar con sus huesos en gayola.

(Lea además: Test literario: ¿Qué tanto sabe de la obra de Álvaro Mutis?)

De tan terrible vivencia nació su colección de relatos (o novela episódica, según como se quiera leer) Diario de Lecumberri. Cuarenta y cuatro páginas que narran cinco historias de presidiarios fueron suficientes para recrear los horrores en el interior de la “ciudadela” carcelaria en la que Mutis tuvo que haberse sentido hermano espiritual de otro escritor, el más grande de nuestro idioma, que estuvo preso en la cárcel de Sevilla.

Edición conmemorativa de su obra de Penguin Random House.

No mucho después publicó La mansión de Araucaima (llevada al cine con bastante acierto), novela que ha de leerse al margen de cualquier moralismo, para entenderla y disfrutarla. En ella se desborda el ambiente del trópico, el de su niñez tardía en la finca cafetalera de Coello, adonde llegó con su madre tras quedar huérfano de padre. Dicha novela ostenta un fuerte acento alegórico, por cuanto la mansión es la representación (a pequeña escala) de un falansterio (no del horror como el del Diario de Lecumberri, sino de goce y transgresión) en el que sus habitantes comparten absolutamente todo y llevan una vida de molicie y placer; hasta que del exterior y por pura casualidad irrumpe un personaje, Ángela, una muchacha que solo busca quien le repare su bicicleta y que al entrar a la mansión (para nunca más volver a salir) sella no solo su destino sino el de todos los de la casa. El corolario es que un falansterio (utopía de Fourier) se mantiene mientras nada extraño llegue a interrumpir su orden, como lo hizo Ángela, al quebrar el orden gótico, es decir, clandestino y alejado de la moral citadina.

Mutis en la poesía

Alvaro Mutis

Edición conmemorativa de su obra de Penguin Random House.

En su estudio titulado ‘Poesía y poetas colombianos’, el poeta Fernando Charry Lara (profesor en el Caro y Cuervo de quien pergeña estas líneas), fungiendo de crítico, ubica a Mutis entre los integrantes del grupo Mito. Es decir, está en compañía de Héctor Rojas Herazo, Jorge Gaitán Durán, Fernando Arbeláez, Rogelio Echavarría y Eduardo Cote Lamus. Como quien dice, la crema de la poesía que, mediando el siglo XX, sucedió a los piedracielistas y antecedió a los nadaístas. Charry comenta que:

“La atmósfera de las tierras bajas es en Mutis obsesiva: sus cálidos mediodías en plazas entregadas al bochorno y a los insectos, su naturaleza siempre desmesurada, sus ruidosas lluvias nocturnas oídas y recordadas en la soledad de los aposentos. Los sueños de esta poesía están íntimamente entrelazados con la visión de un paisaje y de unos hombres que a cada instante son los nuestros”.

¿Lo ven? Esa es la huella preadolescente de su finca tolimense.

Por su parte, Andrés Holguín en su ‘Antología crítica de la poesía colombiana’, ubica a Mutis en el grupo Cántico (asociado también a los Cuadernícolas) junto a Charry Lara, Eduardo Mendoza Varela, Daniel Arango y el mismo Holguín. Y los de Mito están un paso adelante.

Una frase de don Andrés dice todo sobre Mutis: “Su intento, tesonero, ha sido el de lograr una alta poesía, actual, sutil, de raíz, depurada”. Regalémonos un Nocturno:

“Esta noche ha vuelto la lluvia sobre los cafetales. / Sobre las hojas de plátano, / sobre las altas ramas de los cámbulos, / ha vuelto a llover esta noche un agua persistente y vastísima / que crece las acequias y comienza a henchir los ríos / que gimen con su nocturna carga de lodos vegetales. / La lluvia sobre el cinc de los tejado s/canta su presencia y me aleja del sueño / hasta dejarme en un crecer de las aguas sin sosiego, / en la noche fresquísima que chorrea / por entre la bóveda de los cafetos / y escurre por el enfermo tronco de los balsos gigantes. / Ahora, de repente, en mitad de la noche / ha regresado la lluvia sobre los cafetales / y entre el vocerío vegetal de las aguas / me llega la intacta materia de otros días / salvada del ajeno trabajo de los años”.

¿Qué más se encuentra en la poesía de Mutis? Casi un centenar de poemas compuso el cuadernícola entre 1947 y 1986, lo que hace pensar que el prurito literario y estético de Mutis siempre fue la poesía, moviéndose entre lo lírico, lo épico y el paisaje, sin dejar de lado toda suerte de lacerias humanas que fueron también pábulo para sus novelas. Un botón de muestra de ese interés por el drama humano y, más aún, el de personajes marginados es el Poema 204, de Los elementos del desastre, en el que la inquilina del cuartucho despierta a los demás inquilinos gritando “¡Señor, Señor, por qué me has abandonado!”. Huelga decir que Mutis nunca dejó de ser poeta, ni siquiera en sus novelas. Eso se entiende (y ojo al mensaje pedagógico) cuando en vez de distinguir entre prosa y verso, se incurre en el común error de hacer distinción entre poesía y prosa. La poesía puede estar presente tanto en el verso como en la prosa y de ello es ejemplo la escritura de Mutis. Asumiendo el riesgo de una valoración estética o de lo que Kant llamó “juicio reflexionante”, se diría que en Amirbar se lee la prosa más poética de todas sus novelas. Miremos este fragmento a manera de sustento:

“No me gustaba permanecer mucho tiempo en la gruta, cuyo ambiente poblado de un vago esoterismo acababa inquietándome. Sólo para dormir era propicia por la condición ya mencionada de su mullido y tibio piso de arena y del murmullo adormecedor de la cascada. Algo me decía que no todo podría continuar dentro de esa normalidad tan parecida a lo que siempre he rechazado como una de las más notorias antesalas de la muerte: los días transcurriendo por cauces regulares, en donde toda sorpresa ha sido descartada de antemano”.

Álvaro Mutis

Álvaro Mutis en su estudio, brindando por su borrachín personaje Maqroll El Gaviero.

Mutis en la novelística

Algo que se reconoce en el ámbito académico y cultural es que el tridente que distingue a la novela en Colombia en la segunda mitad del siglo XX lo conforman Gabriel García Márquez, Héctor Rojas Herazo y Álvaro Mutis. Para haber vivido noventa años, la producción de Mutis como novelista tendría que haber sido más amplia (empezó tarde, según él, porque la poesía y el billar se lo impidieron). Su novelística se acaba con la muerte de sus tres personajes recurrentes: Ilona, Maqroll y Abdul Bashur (a los que increíblemente se une Alejandro Obregón).

Muerta esta pequeña pandilla, ¿qué más le quedaba? La saga de Maqroll comienza con La nieve del almirante y, no por orden de publicación sino por cronología, termina con Un bel morir; pero de todas sus novelas (Amirbar, La última escala del Tramp Steamer, Ilona llega con la lluvia, Abdul Bashur soñador de navíos y Tríptico de mar y tierra) el corolario no es otro que lo trágico, lo efímero; la decadencia de las cosas, el marchitarse de la vida; los sueños nunca alcanzados y el deterioro. Hablando en castellano viejo, lo más concerniente al ser humano. Además, a juzgar por las peripecias de sus personajes y a la forma como se ganan la vida (siempre en disonancia con el Código Penal), se diría que, como ya quedó señalado en el primer párrafo, con las novelas de Mutis regresó la picaresca a la literatura en lengua española.

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Alvaro Mutis

Álvaro Mutis y Gabriel García Márquez, dos amigos inseparables.

Colofón

Mutis fue el gran amigo de Gabo y el primero que leía los manuscritos del nobel. Prueba de esa amistad (a la que ayudaba mucho el que ambos vivieran en México) es que Mutis le cedió a Gabo el avance de lo que iba a ser su novela sobre Bolívar (El último rostro), para que Gabo la escribiera, es decir, la que terminó siendo El general en su laberinto. Gabo, por su parte, escribió sobre Mutis uno de los pocos ensayos que se le conocen.

(Además: 100 años de Alejandro Obregón: olor a óleo, pólvora y libros)

Mutis es el único colombiano que ha ganado el Premio Cervantes, aunque también el Príncipe de Asturias y una chorrera más, además de una ristra de distinciones de instituciones internacionales. Fue, entre tantas cosas en su vida itinerante (como la de Maqroll), un monárquico empedernido; locutor (fue descollante narrando la serie Los intocables), periodista, relacionista público, publicista, bohemio y, claro, viajero.

En lo que respecta a lo académico, no llegó ni a bachiller (por la misma causa por la que, como ya señalé, llegó tarde a la novela: el billar y la poesía). Fue un sabio vestido de particular que pergeñó pensamientos como este que hace parte de su credo estético y que puede sintetizar su poética: “Concluir un libro, un trabajo, produce una sensación de muerte. Todo trabajo de creación (concretamente poética) es un proceso mortal. A medida que va dejando esos testimonios el poeta va muriendo y nada lo revive. Va decayendo. Creo que por eso Rimbaud murió tan joven”. De modo que ¡a leer a este gran representante de la literatura colombiana, que murió hace diez años!

JORGE IVÁN PARRA*
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
* Crítico, autor del blog ‘De libros y autores’ de EL TIEMPO y profesor de la U. Distrital.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com

Publicado el: 2023-08-22 01:00:00
En la sección: EL TIEMPO.COM – Cultura

Publicado en Cultura
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