Lapatilla
“Y llevando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, en hebreo, Gólgota; donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio”.
Por Juan Francisco Alonso | BBC News Mundo
El pasaje del Evangelio de Juan volverá a ser parte clave de los servicios religiosos que este viernes se realizarán en las iglesias de todo el mundo y a las cuales millones de fieles acudirán para participar en la adoración de la cruz.
El rito, mediante el cual los creyentes reverencian o besan una imagen de un Cristo crucificado que se coloca especialmente a los pies de los altares de los templos, sirve para conmemorar la muerte de Jesús a manos del imperio romano y viene formando parte de la liturgia católica desde hace más de 1.500 años.
Sin embargo, el instrumento con el que fue ejecutado el carpintero de Nazaret, a las afueras de la ciudad de Jerusalén, no siempre fue objeto de veneración por sus seguidores ni mucho menos fue empleado como símbolo para identificarse.

Un recuerdo siniestro y doloroso
En los primeros siglos después de la muerte de Jesús sus seguidores no se identifican con la cruz.
En las catacumbas romanas, donde celebraban sus servicios religiosos ocultos de la persecución religiosa, no se han hallado imágenes de cruces y las representaciones que se han encontrado del Mesías lo muestran vivo, repartiendo el pan en la última cena o ya resucitado, pero jamás agonizante o muerto en el madero.
Según Cayetana Johnson, arqueóloga de la Universidad Eclesiástica San Dámaso (España), los primeros cristianos no utilizaban la cruz como símbolo “por una mezcla de temor y vergüenza”.
“Para los judíos observantes, entre quienes estaban los primeros seguidores de Jesús, la crucifixión era algo escandaloso”, explicó a BBC Mundo.
“Esta forma de ejecución era algo abominable y una auténtica vergüenza, por las formas en las que se hacía, porque había que desnudar completamente el cuerpo de los reos y una vez fallecidos se les lanzaba en una fosa común, pero también por el hecho de que quien la ejecutaba era un gobernante extranjero”, agregó.
“La cruz era sinónimo de muerte rotunda”, apuntó Johnson, quien recordó la práctica no solo consistía en clavar a una persona a un madero para que se desangrara y muriera asfixiado, un proceso que podía tomar horas o incluso días, sino que antes el reo era forzado a transportar el patibulum (travesaño superior) hasta el sitio de la ejecución.
Y para evitar su fuga, los reos eran encadenados al madero.
La experta recordó que, por su brutalidad y crueldad, la práctica estaba reservada para enemigos del Estado y criminales peligrosos y era utilizada como escarmiento y advertencia.
“Para los romanos estaba claro que exhibir a los crucificados era la manera de decir a la población conquistada: no se rebelen, no se amotinen ni vayan contra el imperio”, remató.
En el siglo I a.C., tras aplastar la rebelión de los esclavos liderada por Espartaco, las fuerzas romanas crucificaron a unos 6.000 prisioneros a lo largo de la Vía Apia, la cual conducía a Roma, de acuerdo con el historiador Plutarco.
Sin embargo, esta cruel forma de ejecución no fue una invención romana, sino que fue tomada de otras culturas como la asiria y la persa; y perfeccionada.
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Fuente de TenemosNoticias.com: www.lapatilla.com
Publicado el: 2025-04-18 08:40:00
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