ra una tarde típicamente gris en Londres, una de esas donde la niebla se mezcla con la llovizna y el cielo parece un telón perpetuamente plomizo.
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Sin embargo, al cruzar las puertas del British Library, una energía vibrante y cálida rompía con la monotonía habitual de la ciudad. El acartonamiento del inglés bien compuesto parecía romperse en el sonido retumbante de los tambores y las voces, llenas de historia y emoción que transportaban a todos los presentes a las costas caribeñas de Colombia. Este fenómeno tiene dos nombres: Esteban Card y Valeria Pacific, los creadores del Bullerengue Circle, un movimiento multinacional que se esta tomando los espacios que parecían limitados a sonidos más electrónicos y a ‘oídos más refinados’.
Esteban Cárdenas, conocido artísticamente como Esteban Card, llegó a Londres en busca de un sueño común entre muchos jóvenes: aprender inglés. Venido de Medellín y con un acento antioqueño sutil, Esteban había sido desde siempre un amante de la música. Comenzó experimentando con diferentes instrumentos en su juventud, pero fue durante sus estudios de ingeniería de sonido cuando descubrió su verdadera pasión: la mezcla de ritmos ancestrales con sonidos contemporáneos.
Por otro lado, Valeria Pacific, una ingeniera industrial de Cartagena, llegó a Londres en un proceso de búsqueda personal. Creció en una familia donde la música era el lenguaje cotidiano, pero no fue hasta estar lejos de casa que comprendió el verdadero valor de sus raíces. Valeria sentía una conexión especial con los ritmos de su tierra natal, en particular con el bullerengue, una música que ha sido históricamente un vehículo de resistencia y expresión cultural para las comunidades afrodescendientes de la costa caribeña colombiana.
Ambos se encontraron en Londres por casualidad, en un evento multicultural donde la música latina era protagonista. La magia de los tambores y los cantos bullerengues resonó en ellos como una revelación. Decidieron unir fuerzas y explorar más a fondo este género, no solo como músicos, sino como embajadores de una rica tradición cultural.
Lo que antes era una gris Londres ahora integra colores, bailes y sonidos de tambor propios del bullerengue.
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En los últimos cinco años, Esteban y Valeria se han dedicado a investigar la cultura ancestral del bullerengue. Han pasado incontables horas escuchando a las maestras del género, aprendiendo sus historias y técnicas. Esta inmersión profunda en la tradición les ha permitido no solo entender, sino también sentir este ritmo en su esencia más pura.
‘Squatters’ y escenarios
El comienzo de su aventura musical en Londres fue modesto, pero significativo. Se unieron a Andrés Posada y Paul Ríos, dos colombianos que ya venían trabajando con las tonadas de la gaita colombiana, un movimiento cultural originado por la legendaria Laura Villegas, una mujer que por más de dos décadas ha generado espacios para la música colombiana en la capital británica. Juntos encontraron un espacio en un squatter, unos galpones abandonados, ubicados la zona de Seven Sisters, en el norte de Londres, uno de los puntos de encuentros latinos en la capital británica.
El squatter –donde antes se acumulaban chatarras oxidadas de vehículos, bicicletas y neveras desechadas– se convirtió en el epicentro de su movimiento musical. Cada semana, medio centenar de personas, entre británicos, europeos, africanos y muchos latinoamericanos, se reúnen para dejarse llevar por el ritmo de los tambores y los cantos bullerengues. No hay publicidad ni promoción de ningún tipo, todos van llevando el voz a voz, y se va creando una especie de “familia” bullerenguera.
El éxito de sus sesiones en los squatters les abrió las puertas a escenarios más prestigiosos. Han tocado en parques frondosos de Londres, en bares y, más recientemente, en el afamado centro cultural Barbican y la British Library.
Con fondos del Art Council, Esteban y Valeria lograron traer a Europa a cuatro maestros del bullerengue el año pasado. Hicieron giras y conciertos en Londres, París, Berlín, Barcelona y Suiza los maestros Emelia Reyes Salgado (La Burgos), Franklin Hernández (Lukumí), Yarley Escudero (El happy) y Dely Prem.
Este año están trabajando arduamente para conseguir otro financiamiento que les permita traer a más maestros.
Los semilleros del ritmo
Además de sus presentaciones, Esteban y Valeria han comenzado a crear semilleros para enseñar a niños y jóvenes en Londres a tocar y bailar al ritmo del bullerengue. Son espacios donde la música se convierte en una herramienta de educación y empoderamiento.
En un mundo donde las identidades culturales a menudo se diluyen, estos talleres ofrecen una oportunidad para que las nuevas generaciones se conecten con una tradición rica y significativa.
Uno de los momentos más emotivos en estos talleres ocurrió cuando un grupo de niños británicos interpretó un bullerengue por primera vez.
Sus ojos brillaban con la emoción de descubrir un nuevo mundo de sonidos y movimientos.
MARÍA VICTORIA CRISTANCHO
PARA EL TIEMPO
LONDRES
Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com
Publicado el: 2024-07-27 01:00:00
En la sección: EL TIEMPO.COM -Cultura