Cuando en Pizarro se pregunta por la casa o el nombre de la bibliotecaria, todos saben responder. “¡Tía, tía!”, dicen los niños cuando la ven pasar y la quieren saludar o preguntarle algo (en el Bajo Baudó se utiliza el ‘Tía’ para reconocer a los mayores y mostrarles respeto).
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Nayely Waitotó Salas tiene 36 años y dos hijos. Profesa la fe cristiana protestante y cursa cuarto semestre de Bibliotecología en la Universidad del Quindío (de forma virtual). Es de baja estatura, casi siempre se amarra apretado el cabello y hasta sus apellidos reflejan lo que es este territorio a la orilla del Pacífico: una mezcla indígena y afro.
Su casa queda retirada de la biblioteca Lenguaje Universal. Ella camina hasta allá lentamente, pero decidida. Así se puede describir su trayectoria, pues tras ser removida del cargo en 2019, sin motivo alguno, eligió pelear por él con todas sus fuerzas, lo que la llevó a pasar por ocho instancias judiciales, luego de interponer una acción de tutela.
En 2021 recuperó su puesto y desde entonces administra la biblioteca, que ha ganado cuatro veces consecutivas la convocatoria de estímulos del Ministerio de Cultura. Además, es la mejor del país en la categoría Memoria y Cultura, premio que recibió en noviembre pasado de manos de dicho Ministerio y de la Biblioteca Nacional.
En su natal Pizarro, la cabecera municipal de Bajo Baudó, Nayely habló con EL TIEMPO sobre el recorrido para ganar este galardón y sobre la importancia de las bibliotecas, la lectura y la recuperación de la memoria.
¿Cuál es la historia detrás de ese reconocimiento, del Premio Nacional de Bibliotecas Públicas
Daniel Samper Ortega?
Yo inicio con un proyecto que se llama ‘trifásico de lenguas nativas’. Trifásico significa que va enfocado en tres poblaciones: la afrocolombiana, la indígena Emberá y la indígena Wounaan. El primer año del trifásico (2021) fue como un experimento. Nunca pensamos en ganar, pero yo soy muy arriesgada. Cualquier convocatoria, cualquier beneficio para la comunidad; yo me presento, independientemente de si gano o si pierdo, pero estoy ahí.
Entonces ganamos esa beca e hicimos una publicación de una cartilla digital que contiene trabajos con los sabedores y los niños para incentivar el hábito de la lectura, la escritura y la oralidad.
Eso nos abrió muchas puertas y posibilidades y dije ‘vamos con otra’ y salió nuevamente la convocatoria. Entonces nos fuimos por el tema de prácticas de partería afroindígena tradicional. Seguimos y luego nos presentamos como grupo constituido. En la tecera edición documentamos los cantos y los arrullos con las sabedoras y con ellas hicimos otra cartilla y le incluimos códigos QR para escuchar los cantos.
Para mi sorpresa, me dicen que sale el premio, el que nos ganamos, el Daniel Samper Ortega que lo hace anualmente la Biblioteca Nacional y el Ministerio de Cultura, entonces nos postulamos en una línea de memoria y cultura, en la que había bibliotecas que estaban enfocadas en la recuperación de la memoria local del territorio, y yo como que no quería postularme, pero me empezaron a decir: ‘No Nayely, vea que usted tiene todo para ganar’, pero me daba un poco de frustración por cómo estaba la biblioteca en ese momento (ciertas ventanas caídas y cosas así), pero al final lo hicimos.
Los procesos que adelantan los niños en la biblioteca municipal de Pizarro, en Bajo Baudó (Chocó).
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¿Qué la motivó?
Sinceramente, el público al que amo son los niños. Con ellos invento cosas y alguien me dijo: ‘Si llega a la final le dan 15 millones de pesos y con eso arregla el rincón infantil’. Ahí fue donde me emocioné y comencé el proceso de verdad.
¿Y la premiación?
Me tocó ir a Bogotá y cuando dijeron que la biblioteca ganadora en esa categoría era la de Bajo Baudó, Lenguaje Universal, quedé sentada llorando. Luego me levanté muy agradecida y tomé el premio porque era el resultado del trabajo de una comunidad que tiene mucho por contar y la biblioteca era la que había abierto ese espacio. O sea, una de las cantadoras de Pilizá (corregimiento de Pizarro) escuchó la cartilla y decía: ‘¿Esa es mi voz?’ Ella no se reconocía y repetía que era hermoso ese producto.
¿De dónde surgió la idea del trifásico?
Yo estaba leyendo sobre la reseña histórica del municipio y decía que este territorio fue poblado por comunidades indígenas; inclusive Baudó significa en lengua indígena ‘río de ir y venir’, de hecho nos movilizamos aquí de acuerdo a cómo esté la marea. Entonces los primeros pobladores fueron los indígenas y aquí no se le daba la verdadera importancia y justamente la inclusión real la generamos es así, teniéndolos en cuenta.
Además, he trabajado en un colegio indígena y cuando yo voy y les pregunto si conocen la biblioteca dicen: ‘Es que nosotros pensamos que era solo para los afro’; entonces yo les digo que no, que esto es una biblioteca municipal y ellos son el 30 por ciento de la población del Bajo Baudó, entonces esto también es suyo.
Nayely Waitotó – bibliotecaria Bajo Baudó
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¿Cómo llegó a la biblioteca?
Bueno, yo llegué en el 2016 porque el alcalde electo me llamó y me preguntó si yo tenía la cultura de leer. Igual yo estudié en una Normal, entonces tenía ese enfoque, el énfasis en lengua castellana. Entonces yo le dije al alcalde: ‘Yo soy Normalista’. Él cuando escuchó eso, dijo: ‘Esta es’.
Entonces, llegué en 2016 con un nombramiento en libre remoción, en el 2019 me pasan a provisionalidad y ahí tenía unas garantías: me podían sacar si alguien ganaba la plaza mediante concurso, si me habrían un disciplinario o mediante una calificación. Yo no cometí ninguna de esas tres, simplemente por procesos políticos llegó un equipo político contrario y me sacó del puesto. Entonces yo sé que tengo un derecho y dije: ‘Voy a dar esa pelea’.
¿Sola?
Físicamente yo estaba sola frente a una administración, pero realmente Dios me acompañó.
¿Y cómo es eso de las ocho decisiones judiciales?
Mi proceso tuvo ocho fallos, cuando normalmente tiene dos. Resulta que como estábamos en pandemia, mi tutela cayó en Antioquia. Un juez de allá la admitió y el juez de primera instancia me la negó, el de segunda instancia me la concedió, pero la administración impugnó y eso fue al tribunal de Antioquia. El tribunal de Antioquia me la devolvió al Chocó porque allí son los hechos, pero cuando me la devolvieron, el abogado me dijo: ‘Bueno, vamos (con el caso) para Bajo Baudó’, pero igual él impugnó la del tribunal de Antioquia y la verdad nosotros nos olvidamos de esa.
Entonces Bajo Baudó falló a mi favor, ellos impugnaron, y cuando estamos esperando el fallo, Istmina, que era segunda instancia, respondió que por órdenes de la Corte la tutela regresó a Antioquia. O sea, tuve que empezar de cero el proceso en Antioquia y antes el Tribunal me había dicho que no, que era para el Chocó, pero la Corte dijo que era en Antioquia.
Finalmente un juez de segunda instancia ordenó mi reintegro y ahora sí, en 2021, regresé a mi cargo. Después de eso me bajaron el sueldo y nuevamente pienso que esto es un delito, porque es que el juez ordenó mi mismo cargo o uno de igual jerarquía y disminuirme el sueldo no es lícito, así que también fue otro trámite.
Me perdona si de pronto soy imprudente. Pero, ¿por qué insistir tanto para que le devolvieran el cargo?
Justamente por mis creencias todo se lo pongo a Dios. Porque inclusive la tutela es un propósito de Dios, porque todo el mundo se sorprende, los jueces, los jurados me decían: ‘Hay que contar estas cosas porque no es normal’; o sea, yo creo que soy la única bibliotecaria en el país que ha pasado por un proceso tan duro para volver al cargo.
Al principio tuve dudas de ir ante un juez y cuando el juez de primera instancia me negó la tutela, lloré mucho. Yo no entendía porque era yo contra una maquinaria. Y ahí le oré a Dios. Sin mentirle, yo terminé de orar y tomé el celular y vi un mensaje del abogado que llevaba el caso y ahí supe que debía seguir.
Una de las ediciones del ‘trifásico’.
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Y mientras usted atravesaba ese proceso, ¿qué pasó
con la biblioteca?
La biblioteca estaba con las ventanas y puertas caídas porque no había seguridad, no había vigilante; entonces todo eso facilitaba que los vándalos se metieran allá, simplemente por verla mal. Ahora está totalmente cambiada porque a raíz del premio compramos ventilación e hicimos una buena inversión para dejar todo mucho mejor.
¿Y cuál es el triunfo de ahora?
Actualmente fuimos ganadores de ‘Trifásico de lenguas nativas 4’ y vamos a trabajar los temas de cocina tradicional y danzas indígenas. La intención es trabajar con los jóvenes y atraerlos, de pronto hacer pódcast. Además, me escribió un chico del Cauca que está interesado en venir a hacer una pasantía acá en la biblioteca, es decir, ejecutar un proyecto de literatura. Yo le dije que claro, que viniera, porque tiene la idea de hacer una antología de poemas con los jóvenes, entonces sé que va a ser muy provechoso.
¿Y qué opina de su trabajo?
Amo mi trabajo. Es mi trabajo soñado. Yo soñaba con tener pasantes acá y ahora tendremos uno por primera vez. Además, también tuve la oportunidad de estar en una pasantía internacional en Chile y pude compartir estas experiencias de mi territorio.
¿Dónde se ve en unos años?
De lleno yo sé que me va a tocar salir del territorio, justamente por esa visión de que siento que para ayudarlos más debo salir. Aquí los recursos son limitados y si me gusta la idea de coordinar la red nacional, incluso la Biblioteca Nacional.
¿Es difícil convencer a la gente de Pizarro de visitar la biblioteca? ¿O es un estigma que se tiene?
No, eso es así. Yo creo que eso es en todo el país, o al menos en el 90 por ciento. La lucha del bibliotecario siempre es estar quitando vendas, porque creen que la biblioteca apenas es para leer y para el tipo de literatura del colegio y eso no es tan así.
Sin embargo, se ha visto el crecimiento en cuanto al préstamo de libros porque hay muchos que no sabían que se podían prestar. En el marco de la celebración del día del niño, por ejemplo, se dio el concurso de escritura ‘Bajo Baudó bien escrito’ y ahí, según la temática, los jóvenes escribían y uno se sorprendía porque tienen claras las necesidades del territorio: hablan de la basura, de la seguridad, de las playas.
¿Por qué la gente debe seguir creyendo en las bibliotecas?
Es primordial, es esencial, es un derecho. Las bibliotecas del país estamos haciendo un trabajo, o sea, yo no me lo creía. Nuestro cargo es igual de importante como lo es la Secretaría de Hacienda, Planeación. Yo siempre digo, este es el mejor cargo del municipio. Somos autónomos, tenemos retos, siempre estamos buscando qué hacer, trabajamos sobre las necesidades de la comunidad. Es el momento de apoyar a las bibliotecas públicas y la labor del bibliotecario es fuerte, a raíz de lo que implica no tener recursos para trabajar.
¿Y el rol del bibliotecario?
Que se aproveche y se apoye más, pues cumple un rol clave en la comunidad en cuanto al tejido social y la unión del territorio porque la biblioteca está abierta para todos. Cuando voy a la zona rural les doy cartillas a los niños y a los jóvenes y cuando vuelvo, tienen en su carterita enrrolladitos los libros, como esperando la siguiente edición. Eso me llena de emoción y de entusiasmo en este camino.
*ANA MARÍA MENA LOBO – @anamenalobo
Redacción Impreso
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Publicado el: 2024-08-02 01:05:00
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