La primera definición del DLE para la palabra “jornada” es ‘día’; la segunda, ‘tiempo de duración del trabajo diario’, y la decimocuarta, ‘jornal’, o sea, ‘pago por un día de trabajo’.
Conforme a los criterios de
Estas definiciones del lexicón normativo de la RAE nos permiten pensar que “jornada”, en cualquier caso, se refiere a un día y no a un conjunto de días. Hablar de jornada laboral de cuarenta y seis horas es desalentador, por no decir que imposible. ¿Cómo se puede trabajar cuarenta y seis horas en una jornada, si la jornada tiene máximo veinticuatro horas? Algunas noticias de la semana pasada hablan también de la “jornada semanal de cuarenta y seis horas”, algo tan forzado como decir “día semanal”. Digamos mejor “semana laboral”, no “jornada” ni “jornada semanal”, si hablamos de las cuarenta y seis horas.
Nada
Cita: “Todo aquí no es original”. Comentario: He visto con frecuencia estos giros en los que se expresa una idea con “todo” y “no”, “todo lo que le digo no me lo entiende”, “todo lo que leen no lo asimilan”, “todo lo que propone no se lo tienen en cuenta”. No entiendo por qué no se acude a formas menos rebuscadas, con el simple recurso de usar el antónimo de “todo”, que es “nada”. Las frases fluyen más fácilmente así, “Nada de lo que propone se lo tienen en cuenta”, “No asimilan nada de lo que leen”, “No me entiende nada de lo que digo”, “Nada aquí es original”.
Racamandaca
Pregunta la lectora Alicia Pastor: ¿Raca mandaca, separado, o racamandaca, pegado? Respuesta: David Sánchez Juliao escribió Historias de raca mandaca, separado, una obra literaria excepcional, con testimonios como Nosotros los de Chuchurubí, que muestra de manera casi cinematográfica la reunión de los campesinos que van hablando de sus problemas, mientras el escritor va tomando nota, para convertirlo después en carta al ministro de Agricultura y, a la vez, en magnífica pieza literaria. Podría uno decir que “raca mandaca” es algo supremamente malo, como el estado de los campesinos olvidados y abandonados que protagonizan este documental escrito, pero también que son historias tan maravillosamente narradas, tan sorprendentes, tan bien escritas, que son dignas de estudio, elogio y premio. Algo así como “berraco”, que significa ‘el mejor’, “¡qué escritor tan berraco es Jorge Franco!”, como también, ‘el peor’, “¡qué berraco asesino el tal Garavito!”, o “chimba”, ‘bueno’, “¡qué chimba de diseño el de Chanel!”, o ‘malo’, “¡que idea tan chimba la de la bruja del 71!”, lo que nos recuerda el famoso “cheque chimbo”, ‘cheque que no vale nada’.
El Diccionario de americanismos registra “racamandaca”, pegado, como palabra que precedida de la preposición “de” significa ‘que sobrepasa lo normal en cuanto a su calidad’, “La vorágine es una novela de racamandaca”, “Falcao es un jugador de racamandaca”, y el Diccionario de colombianismos, del Caro y Cuervo, presenta “racamandaca”, pegado, precedido de la preposición “de”, como sustantivo usado en Cundinamarca y Boyacá, para indicar ‘extraordinaria’ o ‘de gran calidad’. Dice que se puede referir a persona, actividad o cosa, y da el siguiente ejemplo: “Boyacá siempre ha tenido mujeres de racamandaca, es decir, mujeres de armas tomar o de enfrentar con coraje, sabiduría y audacia las diferentes situaciones que se les presentan”. Nada más completo.
FERNANDO ÁVILA
Experto en gramática y ortografía
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Publicado el: 2024-07-24 01:00:00
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