A 18 días del gran día…

Hay días que pueden ser la vida entera. Días de días que parecen siglos, verdaderas eternidades.

Así ha de ser la fecha del partido de la Vinotinto ante el duro Ecuador, el 21 de este mes y a las cinco de la tarde, hora venezolana. Y ponemos el acento en este esperado capítulo del fútbol nacional porque entonces, y solo entonces, se estará vislumbrado el porvenir del país en el Mundial de 2026.

¿Por qué lo decimos?, ¿por qué ese tremendismo de endosarle al partido en Quito tamaña trascendencia? Vamos por partes, hagamos una pausa y tomemos, por favor, un buen café. Tinto, guayoyo o marroncito, da igual.

Nos parece que ese será el momento para saber, a ojos distancia, si la Vinotinto podrá viajar al Mundial. A Suramérica le ha llegado el atardecer, y metida en un laberinto ya no hay por dónde salir. El paisaje nos habla de esto: la Vinotinto tendrá tres partidos en casa, ante Perú, Bolivia y Colombia, y suponiendo que vence en los tres, empatar ante Ecuador será todo un detalle, o como dicen los españoles, la hostia; y vencer sería, entonces, la rehostia. Porque luego tendrá que ir a Montevideo y Buenos Aires, y yendo al otro lado del río del optimismo habría que pensar que va a perder estos dos juegos, pero ganar en Quito le quitaría casi todo el interés a esas derrotas: Venezuela ya estaría hablando inglés, español y francés en los portones de Estados Unidos, México y Canadá.

Todo esto es traviesa imaginación, “sueños de una noche de verano”, como en la comedia de William Shakespeare. Las cosas podrían salir así… o al revés.

Porque en la situación actual del equipo venezolano probablemente esto no bastaría; también, válganos, sería óptimo que resultados de otras selecciones mediaran en su ruta feliz.

Hagamos un repaso. A Paraguay, con 17 puntos, como a Venezuela y Bolivia, que tiene 13, le quedan seis partidos: en Asunción ante Chile, Uruguay y Ecuador, y como forastero frente a Colombia, Brasil y Perú. A la gente del altiplano así: Uruguay, Chile y Brasil en El Alto, y contra Perú, Venezuela y Colombia en el viaje. Como se aprecia, difícil para todos, pero quien escribe tiene el presentimiento de que Paraguay será candidato. Entonces, de ser así, quedará la brega ante los verdes para fundirse en procura del repechaje.

Porque parándonos frente a la verdad, y para no caer en la desmesura de las especulaciones, a Venezuela solo le alcanzará aliento para el sexto, último escalón de la clasificación directa, y para el séptimo, escalón de la repesca mencionada como metas alcanzables. Pensar en ir más arriba sería creer que un arquero puede ser campeón de los goleadores, o que el tesoro en la base del arco iris existe. Ahí están, y con agallas para seguir subiendo, Brasil y Colombia.

18 días para el día E ante Ecuador. Ahí tendrá que estar fijado el gran objetivo. Vencer sería ver en Quito el fin de la eternidad.

En el cruce de caminos

Que los sentimientos son vulnerables, de eso no hay dudas. Fijémonos en la actitud de la gente acerca de la Vinotinto. Luego de las conquistas ante Paraguay y Chile se desató aquella euforia muy propia de los venezolanos cuando les va bien: “Vamos al Mundial, no nos para nadie”, era el espíritu de aquellos días. Pero como todo cambia y da vueltas, ahora las dudas imperan: “¿Vamos a ir o no?”.

La Vinotinto está parada en el cruce de caminos premundialista, y Fernando Batista, visto entonces como un señor “que merece todo el respeto”, ahora chapotea en el pantano de la incertidumbre de la fe popular: ¿es tan bueno como parecía? Se nos hace, como dicen los mexicanos, que su futuro va a estar, de plano, ante Ecuador; una victoria lo devolvería al estrado de los preferidos; pero una derrota de estrépito, como las vistas ante Bolivia y Chile, sería…