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Adiós al dividendo de la Paz

Adiós al dividendo de la Paz

Muchas veces en la vida no se valora algo hasta que ya no se tiene. En la economía ocurre lo mismo. Tras la caída del muro de Berlín en 1989 y el desmantelamiento de la URSS en 1991, la economía mundial se había beneficiado del llamado «dividendo de la Paz» que ahora lamentablemente toca a su fin.

Ante el fin de la guerra fría, durante más de tres décadas los distintos países sustituyeron gran parte de sus gastos en defensa por gastos e inversiones en la economía productiva. De acuerdo con el Banco Mundial, la reducción del gasto militar reporta beneficios al crecimiento económico a largo plazo. Cuanto mayores son los recortes en gastos en defensa, mayor es el crecimiento. Los elevados niveles de gasto militar absorben recursos que alternativamente podrían estar disponibles para inversiones en capital productivo que fomentarían el crecimiento económico. A pesar de ello, la experiencia muestra que determinadas innovaciones tecnológicas inicialmente utilizadas en el ámbito militar acaban teniendo aplicaciones civiles que incrementan la productividad. Adicionalmente, es cierto también que, sin una adecuada seguridad y defensa nacional, la economía de cualquier país puede verse en peligro ante amenazas externas.

La reducción de los gastos en defensa durante las últimas décadas ha permitido liberar cantidades ingentes de recursos a la economía productiva. A nivel global, el gasto en defensa ha pasado del 4,2% del PIB global al inicio de los años 90 a un porcentaje inferior al 2% del PIB a nivel global en la actualidad. Además de la reducción de los gastos en defensa, durante estas décadas de paz se produjo un intenso proceso de globalización de la economía y de deslocalización de la producción hacia China y países asiáticos. Adicionalmente, la colaboración multilateral y la colaboración científica entre todos los países generó beneficios mutuos. Solo en un entorno como aquel se pudo poner en marcha la Estación Espacial Internacional entre Estados Unidos y la Federación Rusa, hoy impensable.

Ahora, tras dos años de guerra en Ucrania y ante la involucración de Europa en la guerra a través de suministros crecientes de ayuda y de armas a Ucrania, el propio Comisario Europeo de Industria, Thierry Breton, intenta concienciar a los estados miembros a pasar a una «economía de guerra», aumentando sensiblemente los gastos en defensa. De acuerdo con sus propias palabras «Europa debe tomar mayor responsabilidad en su propia defensa», ahora muy dependiente de Estados Unidos.

Una economía de guerra implica la reorientación de las estructuras económicas e industriales de un país priorizando las necesidades militares sobre la producción dirigida al consumo civil. Aunque Europa no esté formalmente en guerra, a Dios gracias, su involucración creciente en la defensa y suministro de ayuda civil y militar a Ucrania provoca estos mensajes desde las autoridades europeas.

Las consecuencias de esta transformación parcial hacia una economía de guerra, o al menos a una economía en estado de guerra fría, priorizando los gastos e inversiones en defensa, implica inevitablemente el recorte de gastos en otras partidas y una presión adicional sobre los precios. No hay nada más inflacionista que la guerra.

Adicionalmente, surge la necesidad de repatriar hacia países «amigos y confiables» la producción y las cadenas de suministro de gran cantidad de productos, encareciendo sus precios finales y añadiendo presión a la inflación.

Los países occidentales se encuentran con un elevado nivel de deuda pública que limita su capacidad de endeudamiento adicional sin riesgo de graves consecuencias en la sostenibilidad de la deuda pública. En el caso de los países de la Eurozona, se enfrentan a la obligación de cumplir con las normas europeas en términos de déficit público y deuda pública, con la necesidad de realizar ajustes de las cuentas públicas en los próximos años. En esta coyuntura, aumentar los gastos en defensa implica limitar los recursos a otros destinos más productivos o a gastos sociales. La capacidad de gasto es limitada.

Incluso en el mejor de los escenarios en el que la guerra de Ucrania no vaya a más y las hostilidades cesan relativamente pronto, todos los países europeos son conscientes de la necesidad de incrementar sustancialmente sus gastos e inversiones en defensa, priorizando la industria militar europea sobre la industria civil.

El dividendo de la paz recibido durante más de tres décadas ha dejado de existir. Así como ha sido un factor claramente positivo para el crecimiento, su desaparición supone un hándicap adicional que limita el crecimiento futuro.

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Fuente de TenemosNoticias.com: www.eleconomista.es

Publicado el: 2024-06-28 07:09:05
En la sección: elEconomista Mercados

Publicado en Economía y Finanzas

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