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así convirtió a Taiwán en la mayor fábrica de semiconductores del mundo

así convirtió a Taiwán en la mayor fábrica de semiconductores del mundo

TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) es actualmente la décima compañía con mayor valor del mundo gracias a sus 835.810 millones de dólares de capitalización bursátil. Muy por delante de sus dos grandes perseguidores históricos, Samsung (260.530 millones) e Intel (92.700 millones). Y gran parte de culpa la tiene su fundador, Morris Chang. A sus 93 años, este empresario, que desarrolló su carrera en los Estados Unidos y posteriormente en China, es considerado el creador de la industria de semiconductores de Taiwán y un «ejemplo de revolución industrial», según palabras de Jensen Huang, cofundador y director general de NVIDIA. Lleva varios años jubilado, pero su legado en esta industria multimillonaria es asombroso.

Superviviente, profeta, visionario, gurú, emigrante… Muchos calificativos se le pueden atribuir a este ya retirado nonagenario. Sin duda la vida de Morris Chang podría dar para escribir varios libros. Nacido en China en 1931, su infancia estuvo marcada por la Segunda Guerra Mundial y la Segunda Guerra chino-japonesa, experiencias que lo llevaron a mudarse a Hong Kong. En su juventud quiso ser periodista o novelista, aunque su padre terminó por quitarle esas ideas. Y menos mal. Tras vivir en seis ciudades diferentes antes de los 18, finalmente dedicó sus estudios a la tecnología, aunque para ello tuvo que emigrar a EEUU para cursar ingeniería mecánica en dos de las mejores universidades del mundo: primero en Harvard, solo dos años; y posteriormente en el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) donde se licenció en 1952. Más tarde, realizó estudios de posgrado en la Universidad de Stanford, donde se especializó en ingeniería eléctrica.

Su primera experiencia en el ámbito profesional le llegó en los años 50 de la mano de Laboratorios Bell, uno de los centros de investigación e innovación tecnológica más importantes de la época. Allí, Chang estuvo en contacto con la embrionaria industria de los semiconductores y el desarrollo de transistores, además de empezar a desarrollar su visión sobre esta tecnología y la importancia de los procesos de fabricación en la cadena de producción. Sin embargo, tras quitarse la L llegó su momento en 1958 gracias a la prometedora empresa dedicada a los circuitos integrados, Texas Instruments, donde hizo una gran carrera de 25 años, convirtiéndose en el vicepresidente del grupo responsable del negocio mundial de semiconductores. Curiosamente, en ese año conoció a Gordon Moore y Robert Noyce, los fundadores de Intel, tras tomarse unas cervezas durante la convención anual de electrónica que se celebró en un hotel de Washington.

Allí destacó por su enfoque en la mejora de los procesos de producción y su capacidad para reducir los costes de fabricación, haciéndolos más eficientes y rentables. Aunque Chang sentía que el recorrido de la empresa no sería diferencial, ya que, según él, había una limitación fundamental en el modelo de negocio de las empresas de semiconductores de la época: todas desarrollaban y producían sus propios chips, lo cual requería una gran inversión en infraestructura y dificultaba la innovación para empresas más pequeñas. Finalmente, Chang se fue de Texas Instruments con la pena de no haber sido nombrado nunca director general de la compañía, para ser el nuevo presidente y director de operaciones de General Instrument Corporation, un fabricante de productos electrónicos estadounidense.

Una idea revolucionaria

En 1983 volvió a su país de origen tres décadas después para ser reclutado por el primer ministro de China y convertirse en presidente del Instituto de Investigación de Tecnología Industrial en Taiwán y cuatro años después, en 1987, fundó TSMC (Taiwán Semiconductor Manufacturing Company). Tenía 56 años. Al poco tiempo, Chang adoptó un modelo de negocio revolucionario para la época: el modelo ‘fabless’. Con esto, TSMC se dedicaría exclusivamente a la fabricación de chips para otras empresas en lugar de diseñar sus propios chips. Esto permitió a compañías sin grandes recursos en infraestructura y tecnología acceder a la producción de semiconductores avanzados sin la necesidad de construir sus propias fábricas, lo que significaría una guerra perdida contra los EEUU. Y gracias a esto, Chang logró posicionar a TSMC como el principal fabricante de semiconductores para empresas como AMD, Apple, NVIDIA, Broadcom y Qualcomm.

«Intel era el macho alfa que se burlaba de nosotros, pero nunca pensó que el negocio de la fabricación externalizada sería tan importante como es hoy día»

La estrategia de Chang y otros ingenieros (entre los que se encuentra Shih Chin-tay, diseñador de chips de memoria en Burroughs Corporation, segunda después de IBM en fabricación de computadoras) no solo transformó la industria de los semiconductores, sino que también impulsó el crecimiento económico de Taiwán, convirtiéndolo en un líder mundial en la fabricación de tecnología avanzada. En 1997 dio el salto al convertir a TSMC en la primera firma taiwanesa en cotizar en la Bolsa de Valores de Nueva York. «Nuestro objetivo es ser el número 1. Sin excepción. Y para serlo tienes que gastar tres veces más que tu siguiente competidor», declaró Chang. En ese año, hay que recordar que Intel lideraba la industria de los semiconductores. «Entonces Intel era el macho alfa que se burlaba de nosotros», confesó Chang, que añadió: «Nunca pensaron que el negocio de la fabricación externalizada sería tan importante como es hoy día».

Una «cultura de trabajo» diferente y un legado permanente

Para Chang, el ingrediente fundamental que ha llevado al éxito tanto a TSMC como a otros fabricantes de chips japoneses y surcoreanos es su cultura de trabajo. El fundador de TSMC ha asegurado en varias ocasiones que el arraigado espíritu de trabajo y la dedicación profesional de la sociedad taiwanesa son dos valores añadidos con los que no cuentan la mayor parte de sus competidores, vaticinando que EEUU no tiene ni tendrá esto a su favor. En este sentido, Mark Liu, actual presidente, siempre ha defendido una cultura corporativa «brutal», y, al parecer, a muchos trabajadores estadounidenses esta filosofía los intimida, con jornadas laborales de 12 horas diarias. «En TSMC todo es obediencia. No está preparada para América», llegó a declarar en su momento.

«Aquellos que no están dispuestos a aceptar turnos no deberían trabajar en la industria de fabricación de semiconductores», puntualizó. Aún así, el actual jefe de TSMC también intentó apaciguar un poco a los críticos con su compañía asegurando que no va a pedir a sus empleados en EEUU que asuman exactamente los mismos estándares derivados de la cultura del trabajo que impera en sus plantas de Taiwán. Finalmente, y tras un anuncio del presidente estadounidense, Donald Trump, TSMC invertirá «al menos» 100.000 millones de dólares en plantas de semiconductores en EEUU, según informaciones publicadas a comienzos de este pasado mes de marzo.

Con esto, hay que decir que en la industria de los semiconductores, todos dependen de todos, unos más y otros menos. Según palabras del investigador italiano Alessandro Aresu, «TSMC no es autosuficiente, pero es fundamental. Su fiabilidad es inigualable: la empresa, con su cultura precisa e implacable, alcanza sus objetivos tecnológicos y de producto como un metrónomo perfecto y satisface, así, a una cartera de clientes extraordinariamente rica».

«Morris, por su carrera, su filosofía, TSMC, su estrategia y sus valores es, sin duda, un ejemplo de revolución industrial», asegura Huang (NVIDIA)

Por otra parte, el legado de este revolucionario tecnológico es, prácticamente, inigualable. Defensor de la estabilidad en la industria de los semiconductores y de la colaboración a nivel mundial, Chang creía firmemente en la necesidad de construir relaciones de largo plazo con sus clientes, basado en la transparencia y la confianza, lo cual consolidó a TSMC como el socio preferido de las principales empresas tecnológicas a nivel global. Vislumbró que era posible poner en marcha una empresa especializada únicamente en la fabricación de circuitos integrados y capacitada para dar servicio a otras compañías que se responsabilizasen del diseño de los chips. Hoy en día esta es una estrategia plenamente consolidada, pero en aquel momento era una idea inédita. Iba, incluso, a contracorriente.

Para Jensen Huang, cofundador y director general de NVIDIA, Chang no es solo un líder en la industria de los semiconductores. «El mundo está lleno de personas exitosas, pero los héroes son raros. Hay una gran diferencia entre el éxito y el impacto. Y creo que Morris, por su carrera, su filosofía, TSMC, su estrategia y sus valores fundamentales es, sin duda, un ejemplo de revolución industrial».

Jubilación y un 2024 para no olvidar

El 2 de octubre de 2017, Morris Chang anunció su retirada de la dirección de la empresa que fundó hace 30 años, en 1987. «Me retiraré de la compañía inmediatamente después de la Asamblea General de Accionistas de junio de 2018», anunció el fundador de TSMC. Su retiro es el fin de un período histórico en el desarrollo tecnológico de Taiwán, que atrajo numerosos talentos de origen chino en las décadas de 1980 y 1990.

Tras mucho tiempo teniendo un papel destacado en la industria, fue a finales de 2024 cuando TSMC se convirtió en una de las tres compañías que superaron el billón de dólares, algo que aspira a aumentar gracias a sus objetivos expansionistas. En esta línea, los beneficios de TSMC ascendieron a 35.612 millones de dólares en 2024, un avance interanual del 39,9% motivado por el auge de la inteligencia artificial (IA). Sus ingresos alcanzaron los 87.867 millones de dólares, lo que representó un salto interanual del 33,9%.

Morris Chang, fundador de TSMC, en una imagen de 2023. Foto: Alamy

Respecto a los resultados del cuarto trimestre, la tecnológica reportó ganancias por valor de 11.370 millones de dólares, un crecimiento interanual del 57% y un récord para cualquier trimestre del año. Esta cifra, en línea con las previsiones de los analistas, supone un incremento del 15,2% respecto a los datos del anterior trimestre, en el que la ganancia neta de la tecnológica fue de 9.870 millones de dólares.

Para este 2025, la tecnológica confía en obtener unos ingresos en el primer trimestre de entre 25.000 y 25.800 millones dólares estadounidenses, en torno a un 34,5% más que en el mismo período de 2024, mientras que el gasto en capital será de entre 38.000 y 42.000 millones de dólares para el conjunto de 2025. «De cara al primer trimestre de 2025, esperamos que nuestro negocio se vea afectado por la estacionalidad de los ‘smartphones’, parcialmente compensada por el continuo crecimiento de la demanda relacionada con la inteligencia artificial», aseguró Wendell Huang, vicepresidente sénior y director financiero de TSMC.

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Fuente de TenemosNoticias.com: www.eleconomista.es

Publicado el: 2025-04-03 11:35:00
En la sección: elEconomista tecnologia

Publicado en Economía y Finanzas

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