La ropa es mucho más que tela. A lo largo de la historia, las prendas de vestir se han transformado en una forma de expresión que permite a las personas comunicar su individualidad y su identidad personal. Es por eso que la moda ha servido como un medio que comunica, plasma y es testigo de los cambios de la sociedad.
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Si se amplía aún más esa visión, la manera de vestir de una población puede servir como un indicativo para entender la situación económica y social de un momento y lugar. Pero, la pregunta que queda en el aire es: ¿cómo se pueden medir estos aspectos tomando como referencia una prenda o un accesorio?
Para entender mejor esta relación solo basta con tener a la mano una falda, unos calzoncillos y un lápiz labial.
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El índice del dobladillo
En 1926, el economista George Taylor sentó un precedente al establecer un vínculo estrecho entre un detalle de las prendas y los principios económicos. Su teoría se basaba en la idea de que la longitud de una falda o vestido puede servir como un indicativo del rumbo que tomará la economía.
El postulado de Taylor sugiere que las faldas tienden a acortarse en periodos de bonanza económica, pero su dobladillo se alarga cuando las finanzas muestran signos de desaceleración. En otras palabras, menos centímetros en la longitud de la falda se traducen en una economía más fuerte y viceversa.
El más conocido como índice del dobladillo también se relacionaba con la capacidad que tenían las mujeres de la época para comprar medias. En caso de no contar con el presupuesto para ello, estas solían ocultarlo detrás de vestidos con ruedos mucho más largos.
Aunque se trata de un planteamiento que ha sido muy criticado, varios momentos de la historia parecen dar cuenta de esta teoría, como la moda de las faldas a la altura de la rodilla de la década de 1920, los dobladillos largos posteriores a la Gran Depresión y el auge de las minifaldas de los años 60.
En la actualidad, el índice ha perdido relevancia, no solo porque algunos historiadores de moda y economistas la consideran simplista, sino porque la volatilidad de las tendencias ha hecho más difícil estudiar su relación. No obstante, si bien la teoría de George Taylor puede haber perdido su autoridad, eso no significa que los índices económicos y las respuestas del mercado no puedan estar relacionadas con la industria de la moda.
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Faldas
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Calzoncillos y economía
De manera similar a la propuesta de Taylor, este indicador toma como punto de partida una prenda para medir el comportamiento de la economía. En este caso, se analiza la demanda de ropa interior para hombres para predecir el comienzo de una recuperación económica.
El Índice de la Ropa Interior Masculina (MUI, por sus siglas en inglés) fue diseñado por el economista estadounidense Alan Greenspan, quien se desempeñó como presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos entre 1987 y 2006. Mientras estuvo en el cargo, se dedicó a buscar indicativos que ofrecieran información sobre el comportamiento de los consumidores y el estado de la economía.
La razón para elegir calzoncillos responde a que se trata de una necesidad básica, por lo que las fluctuaciones en sus ventas podrían dar señales de los cambios en la dinámica del consumidor. De esta manera, la idea de Greenspan plantea que cuando hay más confianza económica es más probable que se compre ropa interior nueva, mientras que en una recesión, la demanda se reduce porque las compras se aplazan.
Si bien el concepto del MIU es bastante sencillo, sus implicaciones son de largo alcance. ¿La razón? Dado que el consumo representa una parte importante de la producción económica de un país, los cambios en los patrones de gasto pueden tener efectos en cadena en toda la economía.
Para poner algunos ejemplos, esta tendencia se ha hecho presente en diferentes momentos de la historia. Aquí se incluyen la Gran Depresión y la pandemia del covid-19, dos eventos en los que se experimentaron caídas en las ventas.
Sin embargo, es importante destacar que este tipo de índices, si bien han ganado validez con el paso del tiempo, se emplean de manera complementaria con otros indicativos para poder tener una visión más amplia del panorama económico.
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Calzoncillos
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El poder del lápiz labial
La teoría sugiere que en tiempos difíciles las mujeres tienden a reducir el gasto en productos de belleza costosos, como las cremas y el perfume. No obstante, esto no ocurre con el lápiz labial, al contrario, su consumo suele dispararse.
Pero, ¿por qué?
Este concepto conocido como ‘efecto pintalabios’ fue concebido por Leonard Lauder, el presidente de Estée Lauder, durante la recesión de 2001. Cuando Lauder formuló esta idea, las ventas minoristas de pintalabios habían aumentado un 11%.

Labial
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De esta manera, la idea se basa en que las personas recurren a pequeños lujos cuando la confianza del consumidor disminuye. En otras palabras, el aumento en las ventas de estos cosméticos podría indicar un período de desaceleración económica, en el cual las personas buscan gratificaciones instantáneas y más asequibles.
De hecho, este patrón se ha hecho evidente en situaciones como la crisis global que se vivió en 2008. Tan solo en Europa las ventas de estas barras aumentaron un 6%, a pesar de la coyuntura económica.
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JESSIKA RODRIGUEZ M.
Portafolio
Fuente de TenemosNoticias.com: www.portafolio.co
Publicado el: 2025-04-12 11:16:00
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